Más allá parte V

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Abrí mis ojos lentamente y lo primero que vi fue mi mesita de noche con el reloj de Paul sobre ésta y mis aretes. Sonreí. Me giré con cuidado y busqué mi ropa interior para luego quedarme mirándolo con mi almohada bajo mi cabeza. Se veía angelical. Aquellos ojos cerrados, su pecho que subía y bajaba tranquilamente, aquellos labios que me habían besado y habían encontrado mis debilidades para llevarme al cielo, su lindo cabello desarmado y su perfume esparcido en todo mi dormitorio. Inhalaba su esencia en el aire y me sentía increíble. No podía creer que estaba así con mi profesor. No podía creer que había visto su cuerpo tal y como era, que estaba durmiendo a mi lado y que me volvía loca con una simple mirada. Me apegué a su cuerpo y cerré los ojos unos segundos para disfrutar del silencio. Hasta que me volví a dormir.

Cariño – susurraba Paul – cariño – abrí los ojos lentamente y lo vi sonriendo – buenos días – saludó con ternura – tu teléfono estaba sonando – apuntó mi mesita de noche y alcé una ceja con dificultad. Me senté en la cama y traté de adaptarme a la luz de los rayos que iluminaban mi dormitorio.

Da igual – dije con voz ronca por el sueño y volví a acostarme a su lado para mirarlo - ¿cómo amaneciste? – pregunté acariciando su pecho. Él me miraba con sus lindos ojos claros.

Excelente – dijo con voz suave – dormí muy bien – no dejaba de mirarme y me encantaba - ¿qué hay de ti? – preguntó luego mirando mis labios.

Dormí mejor que bien – confesé y reímos. Me acercó más a su cuerpo y besé su piel. Estuvimos en silencio unos minutos – leí que en la tarde comenzaría a llover – habló y lo miré a los ojos.

¿Qué haremos hoy? – pregunté y él se acomodó para mirarme a los ojos - ¿tienes cosas que hacer? – el asintió.

Sí, tengo unos planes – me sentí un poquito desmotivada cuando lo escuché decir eso y luego sonrió con una mirada totalmente traviesa – mi alumna quiere que le ayude a estudiar para un examen – entrecerró los ojos y sonreí – deberías verla cuando está en clases – reí – mirando concentradamente con sus ojos observadores y sus piernas cruzadas – sonreí y besé sus labios.

¿Te quedarás hoy? – pregunté con curiosidad – puedes ayudarme con el texto en la tarde y después cocinamos algo o pedimos comida mexicana – él me miraba con mucha atención, sus ojos claros fijos en mis movimientos faciales y sus labios formando una sonrisa cuando comentaba algo gracioso.

¿Te gustaría eso? – preguntó con su mano sobre mi mejilla.

¡Claro que sí! – exclamé y comenzó a reír.

Entonces así será señorita Evans – respondió y lo abracé – luego de tomar una ducha, iré a buscar ropa a mi casa y veré que más necesito – me encantaba su voz.

Perfecto – respondí. Nos quedamos unos minutos más mirándonos hasta que Paul entrecerró los ojos y sonrió.

¡Te pusiste pijama! – exclamó con diversión y reímos - ¿en qué momento? – reí con ganas por el rostro divertido que ponía para acusarme.

Había despertado antes y me quedé mirándote un ratito – confesé y me escondió en su pecho para luego despeinarme entre risas y rodearme el cuerpo con cosquillas. Comencé a reír fuerte mientras sus dedos me hacían cosquillas en la cintura.

Eso te pasa por mirarme en los momentos más débiles – exclamaba con una voz muy graciosa y totalmente actuada - ¡DEBES PAGAR POR TU ERROR! – gritaba de manera divertida como la voz de algún romano en películas - ¡ARREPIÉNTETE DE TU ERROR TRAVIESA SABRINA! - no podía aguantar la risa y agarró mis muñecas con sus manos.

¡BIEN! –grité de vuelta - ¡NO ME ARREPIENTO! – exclamé con fuerza entre risas y Paul abrió los ojos como platos y negó con la cabeza.

¡MUY MAL! – hablábamos entre risas y gritos y eso hacía todo más divertido. Quedó encima de mí y se acercó a mis labios. Cuando los iba a besar, se alejó con una sonrisa que mostraba sus lindos y blancos dientes. Fruncí el ceño.

¿Ibas a besarme? – preguntó con una ceja alzada y ese toque de coquetería que me encantaba.

No – respondí con el ceño fruncido aún.

¿Ahora? – preguntó muy cerca de mis labios, tan cerca que estaba a casi un centímetro.

No – volví a responder con los ojos entrecerrados mientras él reía.

¿Ahora? – volvió a preguntar con su boca en la mía – Sabrina – susurró contra mis labios.

Paul – susurré de vuelta y reía.

Bésame – volvió a susurrar – hazlo – agregó.

No puedes obligarme – le respondí de vuelta y rió.

Claro que puedo – dijo con voz grave – soy tu profesor – frunció el ceño y me miró fijamente – señorita Evans, béseme ahora mismo sin pensar más – me reí y él seguía serio tratando de aguantar su risa.

Bueno – respondí y cuando se acercó, giré el rostro para molestarlo. Escondió su cabeza en el hueco entre mi cuello y hombro. Solté una carcajada – disculpe profesor Hart – dije con voz baja - ¿podría besarme? – pregunté con inocencia fingida y me miró con sus preciosos ojos claros.

Aprobado – dijo rápidamente antes de besarme con locura ¿qué pasaría por la cabeza de cada persona que nos rodea si vieran lo que estaba viviendo? Sería algo loco, tanto como mi cerebro cada vez que estoy con mi profesor.

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Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora