Capítulo 29

409K 27.6K 34.7K
                                    



—Estás enojada —Harry habla, mientras conduce en dirección a su apartamento.

No respondo. Me limito a mirar por la ventana.

— ¿Por qué estás enojada? —Su voz suena impaciente ahora.

— ¿De verdad tienes qué preguntarlo? —Mi voz suena dura e irritada—. ¿No puedes deducirlo por tu cuenta?

El silencio inunda el vehículo durante unos instantes.

—Discúlpame por preocuparme por ti y por no hacer otra cosa más que ver por tu bienestar —dice, con ironía.

Mi vista se vuelca hacia él a toda velocidad. El coraje crece en mi sistema y forma un horrible nudo en mi pecho.

— ¿De verdad pretendes que crea que haces esto sólo porque te preocupas por mi bienestar? —Una risa carente de humor brota de mi garganta—. Mejor admite de una buena vez que lo hiciste porque no soportabas la idea de que pasara la noche en casa de otro chico. Así ese chico esté perdidamente enamorado de su novia y no tenga ningún maldito interés romántico en mí.


Harry no aparta la vista del camino, pero noto cómo su mandíbula se aprieta con fuerza debido a mis palabras.

—Jeremiah no es capaz de cuidar de ti —masculla, mientras se detiene en un semáforo.

— ¿Y tú sí? —Mi tono de voz se suaviza—. Harry, saliste hace un poco más de una semana del hospital. Estás recuperándote de una herida de bala. ¿Cómo pretendes cuidar de mí cuando...? —"cuándo debería ser yo quien cuidara de ti" —, ¿... cuando necesitas guardar reposo?

—No puedes pretender que me quede de brazos cruzados cuando el imbécil de Tyler ha ido a destruir tu apartamento y a amenazarte de muerte —dice. Su voz suena más ronca que de costumbre. Sus ojos me miran fijamente y veo un destello feroz en ellos—. No puedo quedarme en casa sabiendo que alguien ha tratado de hacerte daño, Maya. Me volvería loco de sólo intentarlo.

Mi pecho se calienta con sus palabras, pero me obligo a mantener mi expresión serena.

—A mí me vuelve loca saber que estás aquí cuando deberías estar en casa descansando —mi voz sale en un susurro cansado—. Harry tienes que dejar de preocuparte por mí y empezar a pensar un poco más en ti.

Los ojos de Harry se oscurecen.

—No puedo —niega con la cabeza—. Sé que estás tratando de sacarme de tu vida y respeto eso, pero no puedes pedirme que no me preocupe por ti. No cuando yo... —se detiene abruptamente y aprieta la mandíbula.

— ¿Cuando tú, qué?

Toma una inspiración profunda y posa su vista en el camino.


—No quieres escucharlo —dice, al cabo de unos segundos. Justo después de que el semáforo se ha puesto en siga—. Y yo tampoco quiero decirlo.

Un agujero se instala en mi pecho, pero no digo nada. Me limito a observar su perfil afilado y su semblante contrariado. Sus manos aprietan el volante hasta que sus nudillos se ponen blancos, pero no pronuncia nada más. Se limita a conducir con la vista fija en la avenida.


No hablamos el resto del camino a su apartamento. Dejamos que el silencio se extienda entre nosotros hasta el punto de llegar a ser incómodo.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora