Reunión

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Pacifica Southeast corría desesperadamente a través del endemoniado, tenebroso e intimidante bosque de aquél olvidado pueblo perdido entre las montañas. Un mítico y casi desconocido lugar llamado Reverse Falls.

Mientras aceleraba sus pasos, la joven esquivaba todos los arbustos y ramas sueltas por el camino, tratando de escapar a toda costa de una de las bestias más espantosas y horripilantes que sus hermosos y azules ojos hayan visto durante sus escasos dieciséis años de existencia. Pronto, el cansancio le había pasado a cobrar factura, ya que su respiración se sentía pesada y agitada. Empeorando considerablemente con cada paso nuevo que ella daba.

Bajo la protección de su brazo derecho, se encontraba el diario marcado con el número dos, el cual trataba de resguardar aún a costa de su propia vida. Lo protegía de la temible aberración que la perseguía. De repente, al girar su cabeza hacia su retaguardia para visualizar la posición del monstruo; Pacifica no se dio cuenta de la raíz de un árbol que se asomaba tímidamente entre los montículos de tierra. En consecuencia, tropezó sin más remedio, lastimándose el tobillo justo en el momento en el que necesitaba que todas sus capacidades físicas se encontraran al cien por ciento. Luego, tras levantarse con ciertas dificultades; la chica cojeó los siguientes metros. Aguantándose el agudo dolor que le llegaba hasta las entrañas. Al final, la joven de cabellos rubios llegó hasta los límites del bosque, donde el camino era reemplazado una gigantesca barranca que le impedía continuar con su andanza.

—¡Oh no...! No, no puede ser... —Se decía a sí misma, contemplando atónita el profundo acantilado—. Tengo que encontrar una salida.

—Me temo, que la única salida para ti, pequeña... Será a través de mis colmillos. —Dijo la voz ronca de un gigantesco lobo negro, el cual atravesó los arboles con el poder de un vendaval, partiéndolos por la mitad con sus afiladas garras como navajas.

—¡Maldición! —Exclamó la chica, apretando los dientes—. ¡Estoy atrapada!

—Parece que se te acabó el camino. —La bestia continuó hablando, mientras babeaba al imaginar las diferentes formas en las que devoraría a su indefensa presa—. No debiste de regresar a este pueblo. Ahora tú y esa bola de cebo que tienes por primo pagarán por su intromisión y por los dolores de cabeza que me causaron en el pasado. Primero, rebanaré su fino cuello de lado a lado, para ver tu sangre esparciese por el suelo gota a gota. Luego, destazaré tu cuerpo con mis garras para darme todo un festín con tus órganos internos. Y para el gran final, me quedaré con tu preciado diario.

Pacifica permaneció inmóvil, al pie del acantilado, petrificada y rogando por que su primo viniera en su ayuda. Sin embargo, ella sabía en el fondo que las posibilidades de que Gideon supiera donde se encontraba eran una en un millón. Por tal motivo, la bestia ya no pudo esperar más y tomó un ligero impulso, lanzándose con las garras hacia el frente para capturar a la joven y así ver saciados sus fervientes deseos de probar la carne humana. No obstante, cuando la distancia entre el animal y Pacifica se redujeron a tan solo unos cuantos milímetros; la bestia se topó con una pared invisible que de vez en cuando despedía destellos luminosos de color azul.

—¿Qué es esto? —La bestia preguntó poco antes de ser impulsada hacia atrás, por medio de una potente onda de choque—. ¿Un campo de fuerza? ¿Cómo demonios lo hizo? —Observó a Pacifica, percatándose de cómo se encontraba tan confundida como él—. ¡No! Ella no hizo nada... Entonces... ¿Qué sucedió?

—¿Acaso mi poder es tan difícil de comprender? —Preguntó la siniestra voz de un joven. Una voz cuya tonalidad se encontraba cargada de un exceso de confianza prominente, sarcasmo y prepotencia—. ¿O tal vez eres demasiado estúpido para descifrar su funcionamiento?

Ojos de Demonio [Dipcifica] [Reverse Falls]Where stories live. Discover now