Capítulo 11

15 2 0
                                    

Lo primero que escuché mientras mi consciencia despertaba antes que mis párpados, fue la voz reflexiva de Hugh.

―...eso significaría que no es el cuerpo el que reacciona.

Pero antes de que yo pudiera ordenar a mi cuerpo que se diera la vuelta para saludarlo y preguntarle de qué diablos hablaba, oí la otra voz. La más hermosa de todas las voces de Wyn:

―¿Y qué con eso?

―Significa que es posible que podamos decirle la verdad ―terció el hombre frío que se encargaba de mi alimentación en esta casa.

―Posible, no seguro.

―¡Pero él quiere saber! ―exclamó Hugh.

―El niño tiene razón. Pero me parece que él no nos creerá nada. Está asustado y no confía en nada más que en sus propios recuerdos.

Por lo visto Ulrich no sabía que la bruja ya estaba trabajando en eso.

―Quizá me escuche a mí ―dijo el muchacho, tímidamente.

Quién diría que eso le parecería improbable. Era la única persona en la que yo confiaba en mi prisión. ¿Acaso lo que debía decirme era tan difícil de creer? ¿Acaso pensaba mentirme? No, no. Había dicho que yo quería saber, que podían decirme la verdad. Y estaba de mi parte, aunque tuviera demasiado miedo de estos monstruos como para apoyarme, tampoco haría lo opuesto. Era un buen chico y, a pesar de sus circunstancias, estaba intentando convencer a la bruja de darme al menos la verdad.

Sabía que no ayudaría dar muestras de conciencia y gritar que sí, que quería la verdad sin importar las consecuencias. Así que permanecí callado y me forcé a respirar normalmente.

―Por supuesto. Siempre es así. Pero no vas a decirle nada.

―Pero...

―¡Ya basta! ¡Hemos corrido bastantes riesgos ya, y si te atreves a dec...!

―¿Riesgos como tocarlo a cada rato, incluso cuando sabías que estaba ahí? ―saltó el muchacho― Las otras veces entiendo que fue un accidente, ¿pero que demonios estabas pensando al...?

―Eso no te importa ―gruñó Wyn, y de algún modo intuí vergüenza oculta en el fondo de aquella capa de intimidante furia.

Cuando Hugh volvió a hablar, también pude percibir el esfuerzo que le tomaba cada sílaba, aunque su intento de disimularlo era bastante pobre.

―Me importa porque pudiste lastimarlo. No sabemos lo que pasa con él cuando se desmaya, ni cuantas veces más puede resistirlo.

―Yo lo veo bien ―aseguró el psicópata.

―Pero no lo está ―replicó el muchacho.

―¿Qué significa eso? ¿Está empeorando?

―Cada vez q...

―¡Y no dijiste nada!

―¿Para qué? Al contrario de lo que pareces creer, no disfruto fastidiandote sin motivo. Y no serviría de nada que te preocuparas por algo que obviamente no puedes arreglar.

La acusación en esa última frase era una sorpresa. Aunque después de verlo discutir con Jamila, era difícil saber que esperar de él.

―¿Y acaso tú tienes una brillante solución?

―El niño hizo lo que pudo, Wyn ―comentó el otro, como si hablara de qué servir para el almuerzo―. Tú, por otro lado, elegiste la vida de tu hermana sobre la de él. Entiendo que es así como funciona con las familias, pero no me parece justo, siendo que empezó ella.

¿Ella?¿Qué había empezado la otra bruja? ¿Por qué me afectaba a mí? Y, aún más importante: ¿por qué ese hombre sonaba como si yo estuviera ya tres metros bajo tierra?

Oí a los otros intentando decir algo, y sabía que lo que se hablara en ese momento era más información de la que obtendría pidiendo por favor, pero de pronto era más fuerte la necesidad de saber que podía moverme, que podía interactuar y que no estaba imaginando el hincharse de mis pulmones.

―Oh. Buenos días, Wenz ―dijo él hombre de hielo.

Wyn se marchó tan rápido que apenas alcancé a ver la puerta cerrándose, pero en ese momento estaba más preocupado por el muchacho que se quedaba. El único color que había en su rostro era el de las sombras bajo sus ojos.

―¿Cómo te sientes? ―preguntó.

¿Qué tan mal tenía que estar yo para que ese cada ver andante se mostrara tan preocupado?

―Yo estoy de maravilla, dormí como un tronco y me parece que me estoy despertando tarde. Imposible saberlo porque no tengo ventanas. Pero como sea me siento descansado y de buen humor porque oí que ustedes dos piensan que pueden contarme lo que saben. Tú, por otro lado, ahora sí que luces como alguien al que le están chupando la vida. ¿Es eso lo que tienes?

―Yo voy a mejorar ―prometió.

―Lo dudo ―bufó Ulrich.

―Lo haré, ¿de acuerdo? ―gruñó el muchacho―. ¿Estás conforme ahora?

―¿En serio...?

―Sí. Pronto. Sólo para que ya todos se callen la boca.

Salió dando un portazo. Parecía tan molesto que se me olvidó por un momento que quería interrogarlo. El otro seguía aquí, y podía preguntarle sobre todos esos secretos, pero por el momento sólo quería saber sobre la salud de mi amigo.

―Pronto. Pronto es lo mismo que decir mañana. Si sigue postergándolo será él quién no resista. ¿Lo convencerás, Wenz?

―Eh...¿De... qué?

―Digamos que debería... estar tomando ciertos medicamentos.

Brujería, supuse. Por supuesto. "Ellas sostenían a sus víctimas". Y sí eso era lo que yo creía, podía entender perfectamente al muchacho pero...¿realmente no lo resistiría?

―Sólo hazle entender que necesita mejorar.

―Está bien.

Tras un breve silencio, el hombre habló de nuevo, no para romper el silencio como yo hubiera hecho, ni para ofrecerme comida como solía hacer él.

―¿Porqué te tocó la bruja? ¿Parecía estar... verificando si era posible?

―¿Qué quieres decir?

―Dijo que la tocaste, sobre su ropa, y que no te pasó nada.

―Sí, eso creo. Pero luego si me desmayé.

―Porque ella te tocó directamente. Pero no nos quiso decir porqué.

―Yo creo... creo que... ella... Creo que me ¿besó?

―Ah ―el hombre no parecía sorprendido, sino decepcionado―. Siempre caen con tonterías como esa, supongo.

―¿Caen?¿Quienes?

―Las personas que supuestamente están sanas de su mente. Los que no tienen esa pieza rota en su cabeza y siempre están siendo entorpecidos por sus emociones. ¿Qué quieres desayunar?

¿Emociones?

Sí, claro, en ese momento yo era un desastre, convencido de que necesitaba hacerla sentir mejor, resolver lo que sea que la estaba haciendo llorar, pero no fui yo quien la besó. ¿Acaso se refería a Wyn? Difícilmente. Ella me había manipulado desde el inicio y seguro tenía menos emociones que el tronco que esperaba por mi respuesta.

Las mentiras que yo mismo me contéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora