Capítulo 52

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Observo el rostro dormido de Charlotte, suelto un suspiro doloroso para luego inclinarme y besar su frente suavemente. Cubro su cuerpo con el edredón y salgo silenciosamente, para luego caminar hacia la cocina.

Ha costado bastante que caiga dormida. Ella tenía tantas preguntas y yo tan pocas respuestas.

Suelto un suspiro luego de tomar un sorbo de agua y me permito caer en la realidad. Todo lo que pasó fue por mi culpa, fue por involucrar a Charlotte en mi vida. Ahora está en peligro y no sé qué hacer para remediar todo esto.

Una mano en mi hombro desnudo me sobresalta, volteo con la idea de golpear a la persona pero me detengo de golpe.

— Tranquilo Jackie Chan —dice divertido mi abuelo. Suelto el suspiro y levanto el vaso en señal de salud.

— ¿Qué haces despierto aún? — pregunto en un tono cansado, girando mi cuello de lado a lado para tratar de liberar la tensión.

— Quería saber cómo estás, así que... ¿cómo estás? —dice acomodándose en su silla de ruedas.

— Bien —miento de la forma más descarada.

— Puedes ser sincero conmigo, hijo —y por supuesto que no me cree. Dejo salir un suspiro cargado de angustia.

— Solo estoy... preocupado, nervioso —respondo con la mirada perdida.

— Es comprensible ¿tienes algo en mente? Además de proteger a esa niña, claro —mi abuelo siempre tan sutil, yendo al punto.

— Tengo tantas cosas en la cabeza —suspiro—. La adopción de los niños, el club, tu tratamiento, las peleas, la madre de Charlotte y para completar el estúpido de Matt Ferrant. Todo esto me da migraña —masajeo con fuerza mi cara.

— Debes despejar lo menos importante y poner en primer lugar a Charlotte. Ya podré encargarme del club y la adopción. Las peleas y el tratamiento no son problemas —se encoge de hombro

— Es una broma ¿verdad? —lo miro atónito, cuando veo que no ríe le reprocho—. Los niños irían en primer lugar junto contigo.

— Esa niña sí que te ha cambiado —sonríe de lado

— No comiences a delirar, abuelo —digo parándome del taburete.

— No lo hago, ahora tienes corazón y ¡oh, escucha! —abre sus ojos exageradamente, asustándome—. Hasta lo oigo latir —suelta una carcajada.

— Viejo loco —digo caminando hacía el pasillo

— No la alejes de ti, hijo —susurra, provocando que me detenga—. Sabes lo que siempre digo; la ternura es la única que educa a la bestia que vive en nosotros.

Sonrío—. No lo haré, abuelo.

— ¿La amas? —cuestiona moviéndose hacia mí.

— Cuando pienso en un futuro sólo la veo a ella —repito las mismas palabras que le dije a ella.

— La amas —confirma con una sonrisa.

— Es hora de dormir, viejo loco —tomo su silla y corro por el pasillo, riendo junto a él—. Buenas noches —digo abriendo su puerta.

Mueve su silla lentamente pero luego voltea levemente a verme—. No sabes todo lo que esperé para poder decirte esto pero estoy muy orgulloso de ti, siempre lo he estado pero hoy más que nunca. Estoy orgulloso de todo lo que te has convertido y especialmente en todo lo que sé que harás en el futuro —sonríe con lágrimas en los ojos.

Mi abuelo fue mi padre desde siempre, no logro verme sin él. Haría lo que fuera por ese viejo loco. Le sonrío y me giro para ir a mi habitación, hasta que nuevamente me detiene.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora