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Aunque parecía que Matt nos esperaba en la acera, al acercarnos más pude ver que estaba detrás de la línea que habíamos descubierto.

―¡Rápido! ―nos gritó.

Anna miró a Jacob mientras caminaba a ritmo calmado. Ella no entendía de qué hablaba Matt, y era algo comprensible, pero desesperante.

Cuando volteé, vi la negrura expandiéndose, como si se acercara a nosotros.

―Oh, no ―dije con pesar―. ¡Irene!

Y salí corriendo. Pude notar que Anna y Jacob empezaron a correr también.

―¿Le pasó algo a Irene? ―le pregunté a Matt, asegurándome de avanzar muy atrás de la línea, para que Jacob y Anna siguieran también.

Matt me miraba con desentendimiento.

―No... ―dijo―. Ella... está bien.

Sonrió.

―Qué alivio... ―solté el aire fingidamente―. Pensé que...

―¿Qué es eso? ―preguntó Anna.

Todos volteamos para ver la negrura a la que señalaba.

―Parece que va a llover ―improvisé―. Mejor entramos...

―Ven ―le dijo Matt―, te diré dónde vas a dormir.

Ellos se adelantaron y Jacob y yo les seguimos con una buena distancia.

―¿Son ellos? ―me preguntó.

Asentí.

―¿Y por qué no se lo dijiste? Ya sabe la historia...

―Entraría en pánico ―respondí, entrando antes que él―. Será mejor no decirle para que pueda dormir.

En la estancia Jacob había decidido sentarse, pasé de largo hasta la habitación donde estaba Irene. Luego de comprobar que estaba bien, me regresé a la sala y vi a Jacob mirando preocupado por una rendija de la puerta de entrada.

―Jake...

―¡Ah! Dios. Me asustaste.

―Lo siento ―me disculpé, sujetando mi pecho―. ¿Qué hacías?

―Estaba viendo si...

―¿Si siguen ahí?

Jacob asintió.

Iba a decirle que de seguro se habrían ido, pero de repente las luces se apagaron, y un silencio perforó mis oídos.

Mi corazón se aceleró, no sabía dónde estaba dando los pasos, inclu o al menos, lo intentaba. No sabía si estaba funcionando, porque aunque disponía a mis cuerdas vocales el hacer ruido, no oía mi propia voz. No oía ni veía nada.

Estiré mis manos tratando de tocar algo, pero no había rastro de que Jacob estuviera cerca. Entonces una mano fría sujetó la mía.

―¡Amber!

Abrí los ojos.

―¿Estás bien?

Me incorporé y miré a Matt y Jacob, con caras de preocupación. Miraban expectantes.

No sabía qué responder. Traté de levantarme, Jacob me tendió la mano y me ayudó.

―¿Qué pasó? ―pregunté.

―Te recostaste y luego empezaste a gritar... Pensé que algo... No sé. Me asustaste.

Jacob no me soltaba la mano.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora