Miro hacia el Colegio, ahí estaba, cargando su violín con una mano y la otra metida en la bolsa de su saco/sueter, sonriendo como un ángel mientras me mira a metros de distancia.
Mis manos pierden fuerzas y empiezan a temblar, dejando caer el cuaderno al piso. Bajo con cuidado mis manos y las meto a las bolsas traseras de mi pantalón, para que Nicholas no vea el temblor en ellas.
Miro hacia abajo, mirando el cuaderno en el piso, el cual sigue en la misma hoja que acabo de leer.
Leo desde la distancia las pequeñas letras que han formado mi nerviosismo.
“¿Quisieras ser mi novia?”
No puedo creerlo.
Muerdo el interior de mis mejillas con nerviosismo. Nunca pensé que pasaría algo así.
—¿Entonces...?
Dirijo rápidamente la mirada hacia donde se encuentra Nicholas, a dos metros de distancia, bajando suavemente su violín al piso.
—May —susurra esperando una respuesta—... Tus pinturas están en el centro de mi habitación, como tú estás en el centro de mi alma.
Río nerviosamente, caminando hacia él para darle un abrazo.
Siento su sonrisa en mi cuello, baja sus brazos a mi cintura y me abraza arqueándose suavemente para que yo pueda alcanzarlo con más facilidad.
—¿Qué dices? —murmura en mi cuello.
—Sí, joder, claro que sí —murmuro sonriendo.
Él se separa unos centímetros de mí para ver mis ojos.
—Te quiero, May.
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Querido Músico:
Short Story« Sé que somos diferentes, pero, Dios, tú eres la nota que faltaba en mi melodía... »
