Charla sincera 3

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Nicole se despertó primero que Daniela. La miró dormir plácidamente unos minutos antes de levantarse. Le parecía increíble lo cerca que había estado del desastre la noche anterior. Desde que vio a Daniela por primera vez le había parecido una mujer muy atractiva, pelo castaño claro con rulos naturales que le llegaba hasta la mitad de la espalda, ojos marrones que cuando se emocionaba adquirían vetas amarillentas, su cuerpo delgado sin proporciones exageradas, piernas bien torneadas que las había logrado ver cuando llevaba falda a la oficina, rostro triangular con boca pequeña pero delineada, pestañas largas, nariz perfilada y ese hoyuelo en la barbilla que tanto le fascinaba.

No podía negar lo obvio, era hermosa; pero a pesar de ello, hasta ese momento se había negado a mirarla o pensar en ella con otros ojos que no fueran los de amiga. Así había sido hasta la noche anterior.

Mientras se aseaba en el baño, no podía dejar de recordar esos senos tan apetecibles, ese abdomen y vientre, ese sexo con labios apretaditos que se le antojaba probar ... de sólo recordar la calentura se apoderaba de todo su cuerpo, especialmente de su centro, lo cual era un verdadero problema. ¿Cómo mirarla de manera indiferente? ¿Cómo estar a su lado y no desear rodearla con sus brazos y sentir todo su cuerpo?

Era un problema. Un verdadero problema. No sólo por el hecho de que Daniela era su compañera de trabajo y amiga, sino también porque era hetero y casada; y ella ya sabía que enredarse con mujeres casadas era garantía de desastre.

Terminó de arreglarse y salió sigilosamente del cuarto. Al llegar a la cocina, se encontró con Marcela quien se tomaba su café de la mañana mirando hacia el horizonte a través del ventanal de la cocina. Sandra y Tatiana estaban tomando sol en la piscina.

· Buen día – Saludó a Marcela.

· Hola – La saludó quedamente y sin desviar la mirada – En la cafetera hay café recién hecho.

· Gracias – Nicole se sirvió una taza de café y se sentó al lado de Marcela.

· ¿Y Daniela?

· Dormida aún.

· ¿Anoche ... todo bien? – Preguntó mirándola

· Si – Respondió devolviéndole la mirada pero sin lograr sostenérsela.

Marcela que la conocía bien, entrecerró los ojos antes de hablar.

· ¿Qué pasó?

· Nada, te lo juro que nada – Se apresuró a decir.

· Nicoooleeee ...

· Nada en serio – Aunque era verdad que nada había sucedido, el sentimiento de culpa la hacía verse inquieta.

· En primer lugar, ¿Por qué durmieron juntas? – Le preguntó sin más rodeos.

· Daniela se sintió intimidada por la casa así que me pidió compartir la habitación.

· ¿Y la cama también?

· Prefería una habitación con baño propio.

· Aja – Hasta ahora las respuestas no eran descabelladas, pero algo no le olía bien - ¿Y entonces por qué esa cara de culpable que tienes?

· No es nada – Trató de dejarlo pasar.

· Sabes que hablarás de todos modos, así que por qué no nos ahorramos el tiempo y me cuentas de una vez.

Nicole respiró profundamente antes de comenzar a contarle todo lo que había sucedido la noche anterior sin obviar nada.

· ... y ahora no puedo evitar mirarla y ... - Trataba de hablar pero las palabras no le salían.

Llegaste tú y todo cambió Donde viven las historias. Descúbrelo ahora