Capítulo 22

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ABIGAIL
Comí con José, Silvia y Santi y después de dos aburridísimas reuniones mi amigo y yo nos fuimos hasta el sexshop. Nada mas entrar, Santi se fue a mirar la gran variedad de dildos.
—¡Que pedazo de nabos!- dijo con los ojos muy abiertos.
—No los mires mucho, no vaya a ser que te acomplejes- le dije riéndome.
—Oye perdona pero tú sabes muy bien lo que tengo entre las piernas y lo bien que lo uso.
—Bueno, bueno, eso de usarlo bien...- le dije divertida y me gané por ello un coscorrón.
—¿Les puedo ayudar en algo?- dijo una rubita muy servicial.
—Estaba buscando algo con lo que sorprender a mi chica.
—Entonces lo mejor será que compres un dildo negro de esos- señalé riéndome uno de los dildos gigantescos que teníamos enfrente.
—Parece que su novia lo tiene claro- nos miramos Santi y yo y nos empezamos a reír dejando a la chica totalmente descolocada.
—Lo siento...- miré en su plaquita que se llamaba Lucía- ...Lucía, pero yo no soy su novia, soy la amiga lesbiana- el rostro de la chica cambió a una expresión mas complacida.
Lucía comenzó a explicarle miles de cosas a Santi, sobre anillos vibradores, lubricantes y demás mientras que yo me di un paseo por la tienda mirando qué llevarle a mi chica.
Estaba mirando unos arneses cuando una mano se apoyó en mi antebrazo.
—¿Y tú? ¿necesitas ayuda?- la mano comenzó a acariciar lentamente esa zona de mi brazo y la muchacha me miraba de lo mas seductora. Si esto hubiese pasado no hace mucho la habría invitado directamente a probar conmigo alguno de esos arneses pero no, ya no era así, Alejandra me había cambiado, ahora era un mujer asentada, centrada en su mujer y su familia y, como siempre, en su trabajo.
—Estaba buscando un juguete para compartir con mi chica- le dije de manera natural y haciendo hincapié en que estaba con alguien. Ella disimuladamente dejó sus caricias y cambió su actitud. Siguió igual de simpática pero dejando el coqueteo a un lado y yo se lo agradecí mentalmente.
Amablemente me explicó las dudas sobre alguno de los productos que tenía en la tienda y veinte minutos después Santi y yo estábamos en caja pagando nuestra compra. La verdad es que a los dos se nos fue un poco la cabeza comprando, parecía que no tendríamos otra oportunidad de ir a la tienda otro día. Nos gastamos un par de cientos cada uno pero la verdad es que tendríamos cosas para disfrutar bastante tiempo.
Pagamos y salimos mientras que Santi me palmeaba la espalda ya que había visto como había rechazado cortésmente a la dependienta. Nos fuimos cada uno a casa y yo llegué, guardé los juguetitos en el vestidor y me duché para irme a casa de mi chica a cenar. Esa noche no me quedaría a dormir aunque me moría por hacerlo pero tenía mucho papeleo que hacer sobre unos fondos que había solicitado para hacer una investigación. Si me concedían esos fondos me quitaría mucho tiempo libre pero el beneficio que sacaría por ellos me serviría para el futuro piso que quería comprar.

El viernes pasó en un suspiro. Estuve muy atareada en el trabajo. A eso de las siete me fui para casa para prepararlo todo. Habíamos quedado en cenar aquí para poder hablar tranquilamente y ami me pareció perfecto ya que después de que se fueran las chicas a mi me quedaría mas cerca la cama para disfrutar con Alejandra.
Preparé la mesa para cuatro, llamé a uno de mis restaurantes preferidos que repartían a domicilio y mientras tanto, me metí a la ducha para relajarme un rato en el agua caliente. Diez minutos después salí de mi agradable ducha. Me puse una falda beige de tubo, una camisa rosa pastel y unos tacones beige. Justo cuando terminaba de vestirme tocaron a la puerta. Era mi chica, tan guapa como siempre, con unos pantalones negro pitillo pegados a sus preciosas piernas y una camisa azul claro.
—Hola preciosa- la besé- estás guapísima
—Tú también- me sonrió. Llevaba en su mano una bolsa de viaje con algo de ropa y todo lo necesario para pasar la noche conmigo y el día siguiente- voy a dejar eso en el vestidor.
—Vale- ella fue hacia el cuarto y yo, antes de seguirla, busqué algo que había comprado esa tarde para ella
—¿Cariño qué es esto?- me dijo cuando ya estaba entrando en la habitación. Me acerqué y pude ver la gran bolsa negra del sexshop.
—¡Oh! Era una pequeña sorpresita- dije riéndome al ver su cara de sorpresa.
—¿Pequeña? La bolsa está a rebosar.
—Si, bueno, ayer acompañé a Santi que quería comprarle algo a Esther y la verdad que se nos fue un poco la olla a los dos, si te apetece luego podríamos usar algo.
—Ssi- dijo tímida e insegura. Tiré suavemente de su mano para que se pusiera de pié y la agarré por la cintura para besarla, me parecía de lo mas tierna. Al separarnos del beso saqué de mi bolsillo la llave que había comprado y se la enseñé- ¿y esto?
—Te he hecho una copia de la llave de casa, para que puedas entrar y salir cuando quieras sin necesidad de que esté yo o de que tengas que tocar. Esta es tu casa también- ella esbozó una gran sonrisa y me besó.
—Gracias- dijo cogiéndola de mi mano y mirándola.
—Gracias a ti- me pareció entrañable que le hiciera mas ilusión la llave que los juguetes del sexshop pero así era ella, una mujer tierna y romántica y ami me encantaba que fuera así- puedes dejar en el vestidor ropa, toda la que quieras, para tener algo aquí en casa- nos miramos sonriendo.
Nos quedamos unos minutos besándonos en el mismo sitio donde estábamos hasta que el timbre sonó indicándonos que Claudia y Carlota habían llegado.

Las lecciones del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora