Black-Mckinnon

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Las cosas habían ido de bien a mal, de mal a peor y de peor nuevamente a bien. Y es que hacía un año que Marlene Mckinnon había perdido a toda su familia en aquel incendio que había devastado su casa. Bellatrix Lestrange había acabado con toda su familia una de las noches en las que la rubia no se encontraba en el hogar, si no Sirius Black, y días más tarde, la muerte de Dorcas y de sus padres fue venga da con la muerte de Bellatrix Un año hacía que Lord Voldemort, personalmente, acabase con la vida de Emmeline Vance y tan sólo un par de semanas después viese morir a James y Lily Potter. El hallazgo de los cadáveres de sus amigos había sido completamente traumatizado para la Leona que al igual que Sirius y Remus no podía controlar las lágrimas que salían a borbotones de sus oscuros ojos y caían sobre el pequeño de un año y tres meses que había logrado coger el sueño sobre su pecho. Harry había sobrevivido al ataque que Lord Voldemort había lanzado sobre sus padres y sobre él mismo, nadie sabía que había pasado, porque el niño había logrado sobrevivir a aquella maldición imperdonable. Un año hacia que Alice y Frank Longbottom estaban ingresados en el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas al ser torturados por los Mortífagos, y un año hacia que Peter Pettigrew había sido encarcelado en Azkaban por la muerte de sus dos mejores amigos. Desde aquel día, la rubia y el peli negro juraron cuidar al pequeño niño que había sobrevivido y que tanto les hacía recordar a sus mejores amigos. James y Lily Potter.

Marlene se mudó con Sirius y el pequeño Harry a la casa que tenía este en Londres, cuidando y a veces malcriado al pequeño que había unido a los sobrevivientes de la guerra mágica. Remus Lupin iba semanalmente a la casa de su amigo para ver al pequeño Harry e incluso había veces, si la señora Augusta Longbottom le permitía, llevaba al pequeño Neville Longbottom para que jugase con el pequeño. Y es que Sirius Black y Marlene Mckinnon habían dejado de lado esa hostilidad con la que se solían tratar en el pasado para formar una familia con el hijo de su amigo y es que en toda regla y a ojos de los muggles que vivían en las casas colindantes, parecían ser un joven matrimonio.

Marlene salía todas las mañanas rumbo al Ministerio de Magia para trabajar como Auror y los días que ella descansaba, Sirius salía también a trabajar dejando al pequeño con el "lunático" de Remus y al caer la tarde, cuando ambos estaban en casa con el pequeño, salían al parque o iban a comprar a uno de los supermercados del barrio y es que a pesar de todo, ambos leones se habían acostumbrado a vivir entre muggles. Al caer la noche, volvían a casa y llegaban las pequeñas discusiones, las quejas y finalmente las risas, pues si Sirius no cambiaba pañales debía de bañar a su ahijado mientras Marlene Mckinnon se sentaba a un lado con las rodillas pegadas al pecho y una sonrisa, divertida, en el rostro de ver como aquel chico duro acababa cubierto de agua por los juegos que hacía con el pequeño y que finalmente ambos, padrino y ahijado, se unían para acabar mojando y llenando de espuma a la rubia. Después del baño llegaba poner el pijama al pequeño mientras la comida se hacía y Sirius se ponía ropa limpia, que no iba a tardar mucho en volverse a manchar, Marlene arreglaba al niño y acababa sentándolo en la trona a la espera de que Sirius tras quejarse sutilmente acabase cediendo para dar de cenar a un Harry Potter de apenas dos años de edad. Las risas volvían al hogar Black-Mckinnon cuando trozos de tortilla o pan acababan en el cabello largo del León mientras una sonriente Marlene intentaba quitar los trozos para echarlos a la basura y nuevamente, padrino y ahijado aliados, manchaban a la muchacha.

La cena finalizada y todo recogido, lavado, bañados ycambiados, se sentaban en el sofá del salón, Sirius pegado al brazo de este,Marlene recostada sobre el pecho del castaño y el pequeño Harry Potter sobre elpecho de ella hasta que finalmente y tras las caricias sobre su espalda y lashistorias sobre sus padres que los jóvenes le repetían una y otra vez para queel recuerdo de ambos valientes nunca desapareciera de la mente de su hijo,sobreviviente, acababa quedándose dormido, poniendo fin a un nuevo día en lacasa Black-Mckinnon.

Marlene Mckinnon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora