Capítulo 9| Editado.

14.1K 1K 49
                                    

En multimedia Matthew

Se acercaba furiosa a nosotros. Baje rápidamente a Savannah de mi hombro.

—¡Es mío! —gritó y tiró de sus pelos.

La gente gritaba mientras yo seguía en shock.

Mi mamá se interpuso pero uno de los lobos la saco. La chica pelirroja le dio un golpe fuerte a Sav, dejándola algo inconsciente.

Mío — me abrazó fuerte mientras me olfateaba.

—¿Qué...? —susurré.

Todos nos miraban asombrados, mi mamá quería llorar al igual que Sav, se me rompía el corazón verla así.

—Oye, no te conozco, así que suéltame.

Me miró furiosa, sus ojos se tornaron mucho más grises de lo que son.

—Eres mío, me perteneces.

—No, no —negué varias veces—. No soy de nadie.

—Claro que sí, eres mi mate, por lo tanto me perteneces —me miró seriamente—. Vendrás conmigo a mi manada.

—¿¡Estás loca!? —dijo mi madre, la chica se tensó—. Claro que mi hijo no se irá contigo, ni loca.

—No le pregunté señora.

—Señorita —la corrigió mi madre.

Esto lo viví.

—Como le decía, señora, su hijo vendrá conmigo quiera o no. Recuerde que aquí mando yo —se señaló—. Mis territorios, mi manada, mi mate. No se olvide tampoco que su casa y su ciudad están en mis lugares.

—Y, ¿qué si no quiero?

—La puedo mandar de nuevo a ese lugar, en donde conoció a su esposo y a mí.

—No serías capas mocosa.

—¡A mí no me llames así!

—¡Hago lo que se me da la regalada gana!

—¡Ya basta las dos! —grite, ambas dirigieron sus miradas a mi—. Tu madre deja de pelear como una adolescente —abrió su boca y la cerró—. Y tú —apunte a la chica—. Te rechazo.

Conocía bien los de su especie —literal—, sólo los conocía por los estudios que hacia, y también leí sobre los mates. Uno puede rechazar al otro.

Todos me miraron sorprendidos.
La chica me vio enojada y muy dolida, por lo que se podía ver en esos ojos grises. Algo, aparentemente, se le cruzó por la cabeza, a de ser una idea, pero sus ojos se abrieron y largaron un brillito que le quedaba bien.

—Matthew —llamó a alguien.

—¿Sí, Gia? —respondió un lobo que se convirtió en un humano.

—Ven aquí.

Oh Dios estaba desnudo, le tape los ojos a Sav. Se puso un jean azul, que le paso uno de ellos. Mire de nuevo a la chica, quien no corría la vista de mis ojos.

—Quiero que me digas que si estaré ocupada este mes.

—¿Eh? —preguntó confuso, "Gia" lo miró seria—. Oh, si este mes estás libre.

—Perfecto —miró a los demás—. Espero que me reciban bien en su escuelucha de chupasangres.

—¿Qué...? —dijo la directora.

—Lo que escuchaste. Quiero ver que tan bien atienden a su Luno —me miro divertida—. No puedes rechazarme Alex, se todo sobre quienes pisan mis tierras, no serás la excepción.

¿Qué demonios?

—Además me servirá ir a ese instituto, quiero encontrar al maldito de Evaristo. Arrancarle las orejas y tirarlo a los cocodrilos —su mirada se volvió fría, me dio miedito—. Me pagara cada una de las cosas que hizo ese mal nacido.

Sentí que la persona que estaba a mi lado, la cual era Savanna, se tensaba y sus ojos se tornaron de un color miel claro.

Su Luno © TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora