Capítulo 252

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El público estadounidense también había podido deleitarse con su canción en aquel Gibson Amphitheatre. Ya Christopher había dado vida a la primera estrofa de "Este Corazón" cuando Dulce María, tímidamente, hacía entrada sobre aquel escenario donde aún retumbaban las advertencias del productor...

Éstas se le olvidaron cuando se paró frente a él, quien no dudó en tomarla de la cintura cuando Dulce no sabía qué hacer con sus manos, cuando un paso hacia delante habló por ella. El joven alzó su vista al cielo, echando por tierra sus ganas de besarla. De mala gana se soltaron cuando la muchacha se sentó en aquel taburete dispuesto para la ocasión. El chico se paró a su lado, sabía que no debía ser tan evidente... Poco a poco se fue acercando, posando una pierna sobre el taburete mientras la pelirroja se apartaba, como si le estuviera cediendo un huequito de su asiento. Ella no podía dejar de mirarlo, paseando sutilmente su mano por su pierna. Él, finalmente, no cedió, y la canción se terminó.

Los temas de aquella aclamada banda se fueron sucediendo a lo largo de la noche. Sin causa aparente, alargaron el final de "Sólo para ti", y en el escenario sólo quedaron Maite, Christopher y, por supuesto, Dulce María. De repente, la música paró de sonar, las luces se apagaron, y sólo se escuchó la voz de Christian, quien ya le cantaba aquellas "Mañanitas" que sorprendieron y emocionaron a la pelirroja.

Dulce, aunque lo disimulaba como podía, no estaba realmente feliz. Se abrazaba a Maite, pero su otra mano lo buscaba a él, quien no dudó en ofrecerle uno de esos apapachos que ella misma le pidió antes de comenzar aquel concierto. Si Uckermann se alejaba por un instante, la muchacha ya lo buscaba, acariciando su espalda, acercándose a él... No podía dejar de tocarlo, lo necesitaba en ese momento, cuando las lágrimas ya inundaban sus ojos. Y aunque pudiera parecer, las suyas no eran lágrimas de emoción... Annie, que la conocía demasiado bien, se dio cuenta y corrió a regalarle un efusivo abrazo que su amiga agradeció. A la güera, le siguieron los demás con sus muestras de cariño y buenos deseos.

- ¡Mordida, mordida!; gritaba mientras tanto el público allí presente.

- ¿Les digo un defecto? ¡Odio las mordidas!; reía la pelirroja.

- Odia las mordidas...; reafirma Christopher.

- Bueno, no todas...; dice ella escondida tras una sonrisa picarona, abrazándose a Maite, pero mirándolo a él.

Tras su particular festejo,el concierto continuó. Se despidieron de aquel país, de aquella ciudad. Se irían al día siguiente. Esa noche disfrutarían de la fiesta angelina. Dulce necesitaba despejarse, y sus compañeros estaban dispuestos a celebrar aquellos 23 que tan duros se le harían a la cumpleañera... 

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora