Capítulo VI

1.3K 100 10
                                    

Desperté gracias a los rayos de luz que se hacían presentes en el comedor. Sentí unos brazos rodearme la espalda mientras que mi rostro estaba posicionado en el pecho de quien creo es mi padre.

Abrí los ojos lentamente y ¡vaya que estaba equivocada! Aquellos brazos no pertenecían a nadie más que a Norman. Eran cómodos y proporcionaban calor.

No me había percatado de que eramos solo nosotros quienes estaban es esa habitación. Se retorció un momento y apretó más su agarre.

Escondí mi rostro en su cuello para evitar la iluminación en mis ojos. Me atreví a respirar su aroma, olía a menta mezclada con cigarrillo, absolutamente agradable.

Mi resentimiento hacia él comenzaba a disminuir. El día en que me empujó pudo haberme ocasionado alguna lesión. Era lo peor que podía suceder ya que no podría jugar al fútbol por un tiempo.

Amo ese deporte y el hecho de no poderlo practicar me provocaría un gran estrés. Mis padres dicen que soy exagerada pero el fútbol es mi vida.

-¿Estás despierta?- Preguntó Norman haciendo que me sobresaltara.

-Sí.- Afirmé luego de observarlo.

-¿Dormiste bien?- Preguntó sonriendo.

Asentí a modo de respuesta y volví a acomodarme de la manera en que estaba anteriormente. Sus dedos se deslizaban de arriba hacia abajo sobre mi cintura.

Se levantó de su lugar y enrollé mis piernas a su alrededor. Se dirigió conmigo entre sus brazos hacia mi cuarto y depositó suavemente mi cuerpo sobre la cama.

Intentó deshacerse de mis extremidades sin poder conseguirlo y se recostó juntó a mí dándose por vencido. El cansancio fue ganándome lentamente hasta hundirme una vez más en mis sueños.

Horas después sentí que movían mi hombro una y otra vez con delicadeza.

-Chris, Norman debe irse.- Dijo mi padre.

-¿Qué hora es?- Pregunté con desgano.

-Mi reloj marca las dos de la tarde.- Respondió Norman.

Mis párpados se abrieron y observé sus ojos perdiéndome en aquella mezcla de colores celestes y verdes. Es apuesto en su totalidad pero, ¿por qué pienso así?

Solo soy una adolescente y él... tiene aproximadamente la edad de mi padre y además, un hijo.

Mis brazos se alejaron de su cuerpo y me puse de pié. Necesitaba sacar esos pensamientos de mi cabeza por lo que me dirigí al baño.

Coloqué mis manos sobre el lavabo y abrí la llave de el mismo. Desparramé un poco de agua sobre mi rostro pero no conseguía despojarme de la imágen de Reedus.

No podía estar sintiendo algo por él, seguro es... no sé lo que es. Nunca experimenté algo así, jamás creí que estos sentimientos iban a invadirme de tal manera.

Debía olvidarlo pero ¿cómo? No lo sé. Tomé la toalla y sequé mi cara para luego salir de allí. Mi mirada se fijó en Norman quien seguía en mi cuarto.

-¿Aún sigues aquí?- Pregunto demostrando enojo.

-Solo quería despedirme.- Dice y se acerca depositando un beso en mi mejilla mientras coloca su mano en mi cuello.

Se retiró y me tiré sobre la cama recordando sus suaves labios en mi piel. Su barbilla había causado una especie de cosquilleo diferente al que experimento con mi padre.

Hice bien en hablarle de esa manera, no es lo mejor pero por lo menos demostraré que necesito distancia.

Tomo mi celular, lo desbloqueo y contesto algunos mensajes pendientes. Uno de ellos es de Jake, mi primo, quien está demasiado emocionado por volver a verme.

Le escribo a Dylan y Mike pactando la hora en la cual vendrán a casa. Me encamino hacia donde se encuentra mi padre y lo observo tecleando en su móvil.

-Chris, ¿ha sucedido algo con Norman?- Consultó con el ceño fruncido.

-No. ¿Por qué lo preguntas?

-Lo vi un poco extraño cuando se fue.- Responde frotando su sien.

-No tengo ni idea- Miento tratando de no sonar preocupada.

-Bien.- Suspira.-¿Necesitas algo?

-Sí. ¿Te molesta si invito a Dylan y a Mike?- Pregunto tiernamente.

-Para nada. Mi instito insinúa que hay algo que no me estás diciendo entre tú y uno de ellos.- Dice y cruza sus brazos.

-Por ahora, no.- Digo y me alejo hasta mi habitación.

-¡Algún día deberás confesarlo!- Grita desde el pié de las escaleras.

Quedamos en que vendrían alrededor de las cinco de la tarde. Mike se encarga de traer la película y Dylan, las palomitas. Por mi parte, compraré las bebidas.

Agarro de mi cartera un poco de dinero y voy a una tienda a por los refrescos antes de que se me olvide.

Recorro el lugar hasta encontrar lo necesario además de algunas golosinas para mi hermano y pago.

Salgo y un escalofrío de apodera de mi sistema cuando veo Norman con su auto aparcado mirámdome a través de sus anteojos.

Regreso a mi hogar repitiendo una y otra vez que no era él. Debe tener cosas más importantes que hacer a observarme.

Creo que lo ocurrido últimamente me está afectando demasiado. Guardo las botellas en el frigorífico y deposito los dulces sobre la mesa de noche perteneciente a John.

Llego a la puerta de mi cuarto y diviso un papel en ella. "Salimos a visitar a Rebeka. Nos vemos en la noche. El almuerzo y la cena están en el frigo" dice y deduzco que lo ha escrito mi madre.

Sabe que no me agrada esa mujer, es muy... ¿gritona tal vez? Exagerada y chillona sería mejor.

Su voz es una de las cosas que no soporto escuchar. Su insistencia en averiguar absolutamente todo sobre tí es desesperante.

Me compadezco de mi familia, no es fácil estar en su compañía durante un día completo.

Me doy un baño y me visto cómodamente. Caliento la comida y la ingiero desde el sillón.

Un día de relajación sin preocupaciones... ¿qué más se puede pedir? Una película no estaría mal.

Dejo mi plato sobre la mesa y busco entre la pila al lado de la tele. Encuentro una que capta mi atención al instante.

La sinopsis parece interesante por lo que comienzo a reproducirla. Veo un rostro que se me hace familiar y no le doy mucha importancia.

Llevo los platos sucios al fregadero y vuelvo a acomodarme en el sofá. El cansansio se apodera de mí pero es interrumpido por una escena del largometraje.

No puede ser, Norman trabajó allí. Está sucio en un intento de camuflaje. Trata de esconderse de lo que creo son aliens y falla causando que lo cuelguen, asesinen y abran su abdomen.

El timbre resuena por el interior del living y decido pausar la película para atender la puerta.

Observo por el pequeño agujero situado en la madera y le saco el cerrojo a la cerradura.

Unos brazos me aprietan mientras que lágrimas mojan mi camiseta. Su calor es reconfortante.

Cierro la entrada tras de mí y me limito a acariciar su espalda a forma de consuelo.

-Espero no molestarte- Dice apartándose de mí.

-Norman Reedus -Perdona ¿quién? / #PTWDNR2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora