Viaje.

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—Sólo digo que entre Xanxus-nii, Squalo-nii, tu eres él peor a la hora de entrenar—le dijo divertido.

—Sólo fue un accidente—refuto comiendo—. Es tú culpa por ser un cobarde al principio.

—Sólo era un niño de cinco años.

—Eras un cobarde.

Con ese comentario dejo por zanjado el tema. Vaya que ellos no sabían lo que se les venía encima.
Estaba listo para irse de viaje, sólo terminaría de comer si no Reborn se enojaría por no comer de manera adecuada, si a veces también él mayor tenía sus momentos de sobre protección, no le molestan, bueno a veces, como cuando conoció a sus amigos, acordándose de ellos, les avisaría que estaría una temporada por Italia. Tal vez podrían reunirse y pasar tiempo juntos. Hace meses que no los veía, algo sobre asuntos que resolver antes de volver a verse.

—¿Qué tanto piensas Tsuna?—preguntó Reborn que terminaba de tomar su espresso.

—Tengo que avisarle a los chicos que estaré en Italia—comento sin darse cuenta de la cara de enojo del mayor.

—¿Qué te he dicho de esos chicos?—le reclamo.

—Que son malos—jugaba con su comida—. Pero Kyoya-nii me cuida al igual que Mukuro-nii—comentó con un puchero.

—Ahhh—suspiro rendido—. Mientras te cuiden esos chicos patéticos creo que no tengo ningún problema—confeso con una sonrisa.

—Gracias—le dijo con una gran sonrisa.

Reborn sintió su cuerpo erizarse, su sonrisa era bella dejaba ver esos blancod y relucientes dientes, sus ojos color caramelo le daban una sensación de seguridad. Y cuando le sonreía solo a él de esa manera no dudaba en hacer lo que sea por ese chico. Se perdió en esos bellos ojos, se quedo embelesado de aquella linda sonrisa que se curvaba cada que hablaba, se perdió en la figura delante de él. Porque era tan precioso que no podía apartar la mirada. Cuando era pequeño, su actitud infantil y su forma tan encantadora de convencerlo al hacerle ojitos de cachorro a medio morir lo traían en la palma de su mano sin que Tsuna se diera cuenta de aquello.

—Preparare mi maleta—grito Tsuna subiendo las escaleras.

No se había fijado en que momento dejo de comer, le dejo un beso en sus labios y salió corriendo escaleras arriba. De verdad que ese chico lo tenía perdido con tanta lindura. Estaba demasiado perdido en él chico. Era inevitable no verlo, de hecho lo vio subir las escaleras, y al ver como las subía, sentía que a él se le subía otra cosa, claro que su presión cardiaca, por que desde que llego él chico siempre estaba alta.

—¡Reborn!—grito Tsuna desde su cuarto.

—¡Vaya que tienes potentes los pulmones Tsunayoshi!—grito él mayor.

Una linda, estruendosa, pero infantil risa se hizo escuchar, tal vez no hablara tan alto, tal vez estaba acostumbrado a aparecer a su lado en el primer llamado, o tal vez estaba tan acostumbrado a estar con él. Pero si aun le hablaba en susurros le escucharía. Estaba realmente mal, pero es de esos males que no quieres dejar ir.

—¿Qué sucede?—pregunto haciéndose él desinteresado.

—¿A qué hora sale el vuelo?—cuestiono como quien no quiere la cosa.

—No te incumbe, sólo cambiate, has tú maleta con pocas cosas ahí tengo un departamento, podemos comprar más ropa y...

—¿Compraste el departamento sólo por mi? No mientas yo se que lo hiciste—le dijo él menor.

Él azabache se quedo mudo, al parecer le había enseñado demasiado bien a su niño, ya hasta sabía sus movimientos, tembló ligeramente, no tiembla de miedo si no de lo que quiere a ese pequeño que sabe todo y a la vez nada de él. Era como si pudieran leerse la mente mutuamente y eso le parecía sumamente encantador hasta cierto punto.

—Creo que no necesito respuesta—le dijo mientras bajaba por las escaleras—. Te atrape Hitman mentiroso.

Reborn lo miro de pies a cabeza, ese maldito traje a la medida le quedaba muy bien, su figura era espectacular, se atrevería a decir que parece una linda señorita con aquella cintura si a su querido niño no le molestara y terminara queriendo matar a todos. En especial a el Hitman sinvergüenza que lo había dicho la primera vez e intentaba que usará vestidos.

—¿Ya le llamaste a esos tipos?—pregunto acomodándose su fedora.

Tsuna le sonrió mientras tomaba las llaves de la casa, estaba buscando a León. Ese pequeño camaleón era todo un encanto y compañero de juegos increíble.

—¿Donde esta León?

—Aquí—señalo su hombro—. Pero no me respondiste.

—Les mande un mensaje de texto diciéndoles que esperaba ver los.

Los dos salieron de la casa. Cerraron dejando atrás su tranquila vida para meterse en una desastrosa, bueno con el trabajo del mayor su vida no era tranquila, Tsuna sufrió muchos intentos de secuestro por eso lo entreno Reborn para que pueda defenderse cuando él no este, pero eso tampoco era algo totalmente cierto cuando tocaban ese punto, ya que siempre dejaba a alguien cuidando del menor.

—¿Lo odias?—la pregunta fue tan sencilla y por lo bajo que si Tsuna no fuera un especialista en escuchar al Hitman no habría entendido.

—No es mi persona favorita—murmuró.

—Tampoco es como si los quieras—afirmo mientras conducía.

—Pero no es como si los odie—miro por la ventana del auto pensando—. Bueno la verdad si lo odio.

—Es normal.

—No es normal odiar a tú familia—afirmo suspirando de manera pesada.

—Ellos te hicieron daño—Reborn lo miró por unos cuantos segundos—. Es normal que los odies, es normal no querer mirarlos—regreso su mirada al camino.

—Pero tú eres mi familia.

—Lo soy, pero ellos tienen tu sangre.

—Pero te prefiero a ti.

Reborn sonrió ante aquel comentario y se limito a conducir, era un largo camino hacía el aeropuerto y seria un viaje largo hacia Italia, estaba bien en esos momentos y aunque vieran a la familia verdadero del chico nada cambiaría entre ellos dos.

Él  cielo se tiñe de dolor(En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora