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Aquella mañana mientras miraba a mi pequeña de 2 años finalmente lo comprendí. Necesitaba decirle adiós a mi pasado para poder enfocarme perfectamente en el presente, y eso era lo único que estaba dispuesta a hacer a partir de ese día.

Prepararme para el primer día de trabajo nunca había sido tan complicado, pero ese día definitivamente lo fue. Laura, mi mejor amiga no llegaba y ella era quien debía cuidar a mi hija en mi ausencia. Me quedé mirando el reloj por varios minutos mientras esperaba que una morocha de metro sesenta y algo entrara por mi puerta disculpándose de todas las maneras posibles por su retraso.

Iba a llegar tarde unos, ¿diez minutos, quizás quince? Qué más daba, no debía ser la primera vez que alguna actriz llegaba tarde al primer día de rodaje. Podría inventar que había tenido problemas con algún neumático de mi vehículo, o que mi hija había enfermado y eso había provocado mi retraso. Negué con la cabeza. Eso no. Lo único que me había propuesto hace casi 3 años cuando me enteré que estaba embarazada era mantener a mi pequeña alejada de todo esto y no quería involucrarla de ninguna manera posible. Siempre había dicho que uno de mis tantos propósitos como madre era alejarla de toda la locura de Hollywood y evitar que cargue con el peso de ser "hija de una famosa". Con el pasar de los años ella iba a optar por mantener un perfil bajo o por involucrarse en este mundo tan difícil por el que cientos de adolescentes matarían por pertenecer.

Miré de reojo por encima de mi hombro y vi como el cabello caía sobre él, sobrepasándolo por un poco. Decidí no dejarlo suelto y lo até en una especie de moño, dejando algunos mechones sueltos para que me dieran un aspecto informal. De todas formas no importaba el peinado que llevara, de hecho podría llevar pequeñas trencitas y en el set se encargarían de desarmarlas una por una para lograr el peinado que quieren que la protagonista lleve.

¡Lo siento lo siento lo siento! —La voz de Laura al ingresar a mi casa hizo que me sobresalte pero un gran alivio inundó cada parte de mi cuerpo—Debes querer asesinarme, lo sé

La miré fijamente, tratando de no reír, y me di la vuelta, dirigiéndome hacia la cocina para recoger mis cosas.

—Te asesinaría si no estuvieras embarazada y si no fueras mi mejor amiga desde hace varios años

Silenciosamente caminé hacia mi habitación donde la pequeña más hermosa del mundo se encontraba extendida por toda la cama matrimonial. Parecía un ángel, para mí lo era. Cuando quedé embarazada de ella tuve el presentimiento de que ese bebé traería mucha alegría, y por suerte así fue. Al menos para mí.

—Te amo cielo, nos vemos en unas horas—Susurré mientras le dejaba un suave beso sobre su frente en la cual se encontraban algunos cabellos rebeldes que se habían salido de su especie de coleta dorada. No tenía mucho cabello pero siempre insistía en que le haga peinados diferentes mientras le cantaba una canción de cuna, era uno de nuestros momentos de madre e hija más preciados.

Antes de salir de la habitación di un último vistazo a mi hija. Dejarla, aunque fuera solo por unas horas, era una de las cosas más difíciles. Iba a extrañarla demasiado y lo sabía, pero trabajar era una necesidad para mí. Esos últimos años sin tener una nueva película en la que participar se habían vuelto un infierno. En el pasado siempre que tenía problemas en mi vida personal me enfocaba en la laboral, como si eso los fuera a hacer desaparecer. Pero en el presente siempre que tenía un problema personal no tenía otro tipo de distracción. Esa era una de las razones por las que extrañaba trabajar.

Luego de atravesar el oscuro pasillo, fui a la cocina nuevamente y recogí las llaves de mi auto. Miré el reloj y según la hora que me devolvía solo estaba atrasada, en ese momento, por 1 minuto.

Inesperado -JoshiferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora