Capítulo 1

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—...y Sara me agarró del cuello y me besó. ¿Sabes lo bien que se sintió? Esos labios harían maravillas en otro lugar un poco más abajo.—Dereck tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó con su bota.

—¿Alguna vez dejarás de ser una maldita chimenea?—cerré la puerta del casillero de un portazo.

—Mierda, Troye. ¿Qué demonios te sucede hoy?—golpeó mi brazo contundentemente.

Rodé los ojos y giré en el pasillo.

—Nada, Dereck. Es sólo que me molesta que hables de las chicas como si fueran putas.

Dereck bufó y sacó un paquete de goma de mascar de su bolsillo.

—Es que todas lo son. ¿No has visto la minifalda que se pusó Emily hoy?—hizo un gesto obseno con la mano.—Me la tuve que jalar en el baño por 10 minutos.

Arrugé mi cara y contuve la bilis que amenazaba con salir de mi boca.

—A veces me cuestiono porqué demonios me junto con una persona tan imbécil como tú.—entré en la clase de Cálculo y me senté en uno de los taburetes del centro.

—Todos me aman,Troye.—giró los ojos divertido y se puso serio de repente.—¿Ya le diste la respuesta a Sheyla?

Un nudo se colocó en mi garganta. Mierda, lo había olvidado por completo.

—Eh...

Dereck me volvió a ver con una cara de sorpresa digna de una fotografía.

—Estás loco, amigo. Sheyla es una de las chicas más calientes del instituto, y te está eligiendo a ti. ¿Qué más puedes pedir?

—No quiero ir con ella a ese baile estúpido.—abrí mi cuaderno y saqué mis materiales.

—¿Es que acaso eres marica?—Dereck me miró fijamente.

Me quedé estático. Trataba de abrir mi boca, pero los nervios no transmitían mis impulsos. Tragué grueso, y miré a los lados.

Sheyla estaba riéndose coquetamente con su mejor amiga. Sus dientes blancos resaltaban con sus ojos marrones. Llevaba un vestido ligero, y su corto cabello suelto.

Dereck decía que estaba buena. Pero a mi no me atraía. No despertaba ningún sentimiento en mí.

Y aunque me gustaban las personas sinceras, me negaba a creerme una persona que empezaba con "g" y terminaba con "y".

Sería un insulto a, prácticamente, toda la población estudiantil.

Regresé de mi trance y miré a Dereck. Él aún esperaba una respuesta.

—¿Me ves cara de marica?—traté de poner una cara seria.

Dereck dudó.

—¿No?

—Entonces cállate.

Dereck alzó sus manos mientras me mostraba sus dientes en una carcajada demasiado estruendosa.

—Tranquilo, amigo. Sé que no eres un marica, así que por el momento, no tengo ninguna razón para patearte el trasero.

Lo fulminé con la mirada, intentando que se callara por una maldita vez. Estaba atrayendo la atención de la persona que menos quería ver.

Tan absorto estaba en ese pemsamiento que no noté los grandes ojos de cachorrito de Sheyla mirándome desde el taburete de mi lado derecho.

Jódete Dereck, a ti y a tus ganas de emparejarme con media horda estudiantil.

—¿Troye? ¿Me estás poniendo atención?—su voz se quebró al final de la oración, como si realmente le importara si estaba escuchando su conversación.

Yo deducía que Sheyla quería ir conmigo al baile de verano, meterse en mis pantalones y luego ir presumiendo con todo el mundo que se había acostado con el único chico que tenía fama de virgen en el instituto.

Y ella no tenía ni idea de que yo ya lo sabía todo.

—Disculpa, tengo que estudiar para el quiz de hoy.—le dí una media sonrisa y empezé a abrir el libro de cálculo.

Y como un rayo, ella atravesó su brazo enfrente de mi pecho y aplastó el libro con la palma de su mano.

Me volví de nuevo hacia ella, abriendo la boca lo máximo que podía. ¿Quién se creía que era? Ni aunque fuera la mismísima Audrey Hepburn dejaría que asesinara a mi libro de esa manera tan vil.

Hasta pegatinas le había pegado en la portada.

Me mostró su sonrisa más cordial, intentando mantener la calma.

—Hoy no tenemos ningún quiz.

Rodé los ojos. ¿Qué no se daba por vencida?

Se atragantó la garganta, y tomó mi mano con suavidad.

—Mira, sé que no quieres hablar conmigo, o ir conmigo al baile. Pero de verdad te pido que lo reconsideres. Sería un honor ir contigo, y ningún chico me ha pedido ser su cita...

Error. Dereck le había pedido que fuera con él, y aunque se había sentido un tanto dolido porque ella le dijo que quería ir conmigo, aceptó su decisión.

—...y de verdad no quiero ir sola. Eres un gran chico, con un corazón de oro, y sé que no has ido al baile desde hace dos años. Por favor, déjame ser tu primera cita, dame una oportunidad.

Callé. Talvez si le decía que sí, me dejaría en paz. Pasaría un par de horas con ella, le diría que iría por ponche y luego me escabulliría por la puerta de atrás del lugar.

Antes de que pudiera darme cuenta de lo que hacía, asentí.

Ella se tiró sobre mí, abrazándome por el cuello y dándome un beso en la mejilla.

El señor Davis miró hacia nuestra dirección, con los labios apretados en una mueca.

—¿Tienen algo que compartir con nosotros, señor Sivan y señorita Azahar?

—No, señor Davis, todo está bi...

—¡Troye será mi cita para el baile de verano!—Sheyla gritó, acaparando la atención de la clase por completo.

Unos segundos después, la sala se llenó de silbidos y aplausos. Era como si estuviéramos en medio de un juego de rugby.

—¡Clase!—El señor Davis llamó la atención, y al instante, todos se callaron.—Me alegro por ustedes, señorita Azahar, pero si es un anuncio tan importante para todos, podría anunciarlo en el almuerzo, en el receso, o en cualquier lugar menos en mi clase. ¿Estamos?

—Con gusto lo anunciaré en el receso, señor Davis.

La sangre subió a mis mejillas. ¿Cómo se le ocurría hacer eso? ¿No era suficiente que se empeñara en aceptar ser su cita para ese estúpido baile?

Pero para ella, todo se quedaba corto.

babe; tronnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora