The maze runner: Una nueva variable

xx

Mientras yo no hacía nada, los demás trabajaban. Incluso mi hermana hizo su parte. Ayudó a reunir todas las linternas que había en el Área y a distribuirlas entre los Habitantes. Newt dijo que todos íbamos la noche en la Finca y que no debíamos usar las luces, a menos que haya una emergencia.

Sartén se ocupaba de sacar los alimentos no perecederos de la cocina y trasladarlos a la Finca, en caso de que quedáramos atrapados allí. Minho llevaba armas desde el sótano hasta el edificio principal, debido a que Alby quería que nos defendiéramos a cualquier costo. Poco después, Thomas se unió a Minho, ayudándolo a cargar cajas con cuchillos y rollos de alambre de púas, pero no duró mucho ya que el Corredor se alejó luego de un tiempo.

Resignado y sin nada que hacer, Thomas se acercó hasta donde yo me encontraba, sentada con la espalda pegada a una de las Paredes.

—Veo que no estás siendo de mucha ayuda tampoco —comentó él, apenado.

Le lancé una triste sonrisa y asentí con la cabeza. No tenía mucho que decir. Thomas estaba inquieto, a veces cambiaba su peso de una pierna a la otra, a veces solo golpeaba su pie en el suelo, ansioso.

—¿Qué es lo que quieres decirme, Thomas? —pregunté finalmente, fastidiada por su nerviosa actitud.

—Creo que deberíamos hablar con Newt, tratar de convencerlo de que dejen libre a Teresa —admitió con un suspiro, y mi cuerpo se tensó ante la mención del tema—. Esto no fue su culpa, ella no lo hizo y no debería estar... Tú no piensas lo mismo, ¿verdad?

Lancé un quejido, harta de que Thomas intentara defender a la chica.

—No, la verdad es que no, Thomas —acepté—. Entiendo que desde que llegamos tú, mi hermana y yo todo se puso de cabeza. Eso fue obvio. Pero desde que ella llegó, todo ha ido de mal en peor, cosas malas han pasado. Además, Teresa admitió que fue su culpa, ¿qué más puedes hacer? Da gracias a que fueron comprensivos y solo la encerraron en el Cuarto Oscuro.

—¡Pero dijo que no fue a propósito! —gritó en susurros, para no atraer la atención de los demás habitantes. Pasó las manos por su pelo, frustrado. Se incorporó y me miró a la cara—. Juana, creo que ella es importante en todo esto. En realidad, creo que todos lo somos: tú, tu hermana, ella y yo. Me parece que fuimos enviados para ayudar a ponerle fin a todo esto.

—No sé a qué te refieres —dije. Si tenía que ser sincera, no entendía de lo que estaba hablando.

—Mira, allá afuera —comenzó, señalando hacia el Laberinto—, vi una inscripción en una de las Paredes: Catástrofe y Ruina Universal, Experimento Letal. CRUEL. Creo que todo esto es solo eso, un experimento. Así que piénsalo, todo experimento debe terminar de alguna manera. Todo experimento necesita un detonante, ¿no es así?

Asentí, titubeante.

—Juana, estoy seguro de que nosotros somos ese detonante.

—Thomas, estás divagando. Especulas sin tener certezas. Lo único que podemos hacer ahora es esperar a que los malditos Penitentes no tengan la idea de acercarse al Área y que, si lo hacen, todos salgamos vivos. Teresa estará a salvo en el Cuarto Oscuro, deja de pensar un poco en ella, por el amor de Dios —espeté, irritada. No obstante, me arrepentí en el momento en que lo dije, ya que sabía que iba a enfadarse.

Lanzó un resoplido, molesto, y me miró como si quisiera golpearme.

—Bien, si nadie aquí va a apoyarme, iré a ayudarla por mí mismo.

—Thomas... —intenté, pero me ignoró y me dio la espalda.

—No, Juana, no ahora.

Decidí dejarlo, a pesar de que la manera en la que me habló me había dolido de alguna manera. Consideraba a Thomas como lo más cercano a un amigo, y no quería que se rompa el vínculo que habíamos establecido en ese poco tiempo. No quería perder a mis amigos, quedarme sola. Odiaba sentirme inservible, justo como en ese momento me estaba sintiendo. Odiaba ser débil, y odiaba que todo me afectara de una manera tan grande.