Se abre la mansión del todopoderoso Olimpo entretanto
y llama a asamblea el padre de los dioses y rey de los hombres
en la sede sidérica de donde en lo alto todas las tierras
y el campo de los Dardánidas contempla y los pueblos latinos.
Toman asiento en las salas de dos puertas, comienza él mismo:
«Poderosos habitantes del cielo, ¿por qué así han cambiado
vuestras opiniones y tanto porfiáis con ánimo inicuo?
Había yo decidido que Italia no hiciera la guerra a los teucros,
¿a qué esta discordia contra mis órdenes? ¿A unos y otros
qué miedo ha llevado a empuñar las armas y provocar la guerra?
Vendrá el momento justo (no lo adelantéis) para el combate,
cuando la fiera Cartago al alcázar romano un día
cause gran exterminio y abra los Alpes;
entonces será bueno competir en odios y entonces usar la fuerza.
Dejadlo ahora y sellad contentos un pacto de tregua.»
Júpiter así en pocas palabras; mas la áurea Venus
no poco le repuso:
«Padre mío, oh, poder eterno sobre hombres y cosas
(pues ¿qué otra cosa hay que implorar ya podamos?).
Viendo estás cómo provocan los rútulos y Turno se pasea
orgulloso en sus caballos y avanza henchido por un Marte
propicio. Las murallas, aun cerradas, no cubren ya a los teucros;
se traban los combates y se llenan los fosos de sangre.
Eneas sin saberlo está lejos. ¿No dejarás ya nunca
que se levante el sitio? Otra vez amenaza el enemigo los muros
de la naciente Troya y de nuevo otro ejército,
y otra vez se alza desde la Arpos etolia el Tidida
contra los teucros. Así que creo que faltan sólo mis heridas,
y siendo hija tuya estoy esperando las armas mortales.
Si sin tu aprobación y en contra de tu numen los troyanos
vinieron a Italia, que laven su pecado y no les brindes
tu auxilio; si, por el contrario, tanto oráculo siguieron
que les daban dioses celestes y Manes, ¿por qué puede nadie
cambiar ahora tus órdenes y por qué fundar nuevos hados?
¿Para qué mencionar el incendio de las naves en la costa ericina,
para qué al rey de las tormentas y los vientos furiosos
lanzados desde Eolia, o a Iris enviada por las nubes?
Ahora incluso a los Manes (esto era cuanto quedaba
por probar) provoca y Alecto, enviada de pronto a lo alto,
anda como loca por las ciudades de Italia.
Nada me mueve ya el imperio. Lo hemos estado esperando,
mientras hubo fortuna. Que venzan quienes quieras que venzan.

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La Eneida
Historical FictionEs la obra culminé de Roma, espero que les guste. La Eneida es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico.