Tú también a nuestros litorales, oh nodriza de Eneas,
fama diste inmortal con tu muerte, Cayeta;
y aún hoy conservan tus honras el lugar y los huesos tu nombre
en Hesperia la grande -si gloria es eso- señala.
El piadoso Eneas, celebradas debidamente las exequias,
levantando el terraplén del túmulo, luego que callaron
los mares profundos, abre camino a sus velas y el puerto abandona.
Brisas lo llevan soplando hacia la noche y no oculta el rumbo
una luna brillante, esplende el mar a la luz temblorosa.
Pasan rozando las cercanas costas de la tierra de Circe,
donde la exhuberante hija del Sol recónditos bosques
hace que resuenen de su canto continuo, y a las luces de la noche
en moradas soberbias quema el cedro oloroso
mientras recorre las delicadas telas con afilado peine.
Se escuchan allí los gemidos y la furia de los leones
que cadenas rechazan y rugen bien entrada la noche;
y los cerdos erizados de púas y los osos enfurecidos
en sus jaulas y el aullido de las sombras de lobos enormes:
a todos de su aspecto humano la diosa cruel con poderosas hierbas
los había cambiado, Circe, en rostro y cuerpos de fieras.
Para que maravilla semejante no sufrieran los piadosos troyanos
si entraban en el puerto, ni padecieran un litoral cruel,
Neptuno llenó sus velas de vientos favorables,
propició su huida y los lanzó más allá de hirvientes escollos.
Y ya enrojecía con sus rayos el mar y desde el alto éter
la Aurora brillaba de azafrán en su biga de rosas,
cuando se posaron los vientos y se detuvo de repente todo
soplo y se esfuerzan los remos en el tardo mármol.
Y ve entonces Eneas un enorme bosque
desde el mar. Aquí el Tiber de amena corriente
y rápidas crestas y rubio de la mucha arena
irrumpe en el mar. Alrededor y en lo alto frecuentan
aves diversas sus orillas y el curso del río
endulzando el aire con su canto y volaban por el bosque.
Torcer el rumbo ordena a sus compañeros y volver las proas
a tierra y alegre se adentra en la corriente umbrosa.
Ahora ea, Erato. He de contar qué reyes, qué tiempos,
cuál era en el Lacio antiguo el estado de las cosas,
cuando un ejército extranjero llevó su flota
a las costas ausonias, y cantaré el origen de la lucha primera.
Tú, diosa, ilumina tú al vate. He de decir guerras horribles,
he de decir ejércitos formados y reyes que el valor condujo a la muerte
y las tropas tirrenas y toda entera sometida alas armas

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La Eneida
Historical FictionEs la obra culminé de Roma, espero que les guste. La Eneida es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico.