Así dice entre lágrimas, y suelta riendas a la flota
y al fin se aproxima a las playas eubeas de Cumas.
Vuelven las proas al mar; con tenaz diente entonces
sujetaba el áncora las naves y las curvas popas
cubren la ribera. El grupo de muchachos salta impaciente
a la playa de Hesperia; unos buscan las semillas del fuego
que se ocultan en las venas del sílex, otros se dirigen a los bosques,
tupida morada de las fieras, y señalan los ríos que van encontrando.
El piadoso Eneas por su parte la roca busca que preside
el alto Apolo y el apartado retiro de la horrenda Sibila,
la enorme gruta, a quien la mente grande y el corazón
inspira el vate Delio y descubre el futuro.
Ya entran en los bosques de Trivia y en los techos de oro.
Dédalo, según es fama, huyendo del reino de Minos
osó lanzarse al cielo con plumas veloces
por un camino nuevo y bogó hasta las Osas heladas,
y sobre la roca calcídica se detuvo al fin suavemente.
En cuanto regresó a estas tierras te consagró, Febo,
los remos de sus alas y te levantó un templo enorme.
En las puertas la muerte de Andrógeo; los Cecrópidas luego
obligados a pagar el castigo (¡qué desgracia!) todos los años
de siete de sus hijos; allí se ve la urna con las suertes echadas.
Enfrente corresponde asomando por el mar la tierra cnosia:
aquí el amor salvaje por el toro y uniéndosele a escondidas
Pasífae, y la híbrida estirpe y la prole biforme,
ahí está, el Minotauro, testimonio de una Venus nefanda.
Aquí la famosa construcción de la casa y el laberinto intrincado;
pero apiadado del gran amor de la princesa,
el propio Dédalo le descubre las trampas del edificio y sus revueltas,
guiando con el hilo sus ciegos pasos. Tú también parte
grande en obra tamaña -si el dolor lo quisiera-, Ícaro, tendrías.
Dos veces había intentado cincelar en oro tu caída,
dos veces cayeron las manos de tu padre. Todo lo recorrerían
con sus ojos de no ser porque Acates, enviado por delante,
regresa y con él la sacerdotisa de Febo y de Trivia,
Deífobe de Glauco, que así dice al rey:
«No es éste para ti el momento de mirar estampas;
ahora mejor será sacrificar siete novillos de un rebaño
intacto y otras tantas ovejas escogidas según la costumbre.»
Así dijo a Eneas (y no retrasan los hombres las sagradas
órdenes) y convoca a los teucros la sacerdotisa al alto templo.
El flanco inmenso de la roca eubea se abre en un antro
al que llevan cien amplias entradas, cien bocas,

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La Eneida
Historical FictionEs la obra culminé de Roma, espero que les guste. La Eneida es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico.