4 "Finalmente"

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LUKMAN

Ya está por anochecer, y no he salido de mi habitación en todo el día, solamente cuando fui a pedirle disculpas al estúpido siervo de Mines. Luego de eso regresé a mi habitación. Incluso mi hermano vino aquí, invitándome a dar un paseo por el río Nilo, pero ¿Quién interrumpe una cita? Yo no voy a estar haciendo mal tercio con él y la Princesa. Es tan extraño que mi hermano esté totalmente enamorado de ella, se le nota en los ojos. Tengo que admitirlo, la princesa Hathor es linda, pero a mí no logra provocarme nada de nada. De hecho creo que a lo largo de mi vida no ha habido nadie que me provoque molestias en el estómago. A excepción de ese estúpido de Mines, ese príncipe me provoca una indignación que me dan ganas de vomitar. No tiene merecido ser Príncipe de Egipto.

Mientras pienso en todas esas cosas, decido acercarme a mi ventana. La noche ya ha llegado y aún no he hecho nada. Me pregunto si todos mis días serán así, tal vez no debí haber venido hasta aquí, yo sabía que habría momentos en los que mi hermano me dejaría solo, pero rayos ¿Todo el día? No es justo, ni siquiera mis siervos me han asignado, creo que todo el mundo se ha olvidado de mi existencia, y no estaría así de frustrado o enojado, si tuviera mi pluma. He encontrado algunas muy lindas aquí en mi habitación, pero ninguna que satisfaga mis necesidades, de verdad extraño escribir en papiros.

Alguien golpea mi puerta, y yo me acerco para abrirla, dos chicos, al parecer más jóvenes que yo están al otro lado de la puerta.

- ¿Qué quieren? - les pregunto con despreocupación. Un siervo, algo moreno, me explica y me dice la razón por cual han venido.

- Somos... nos asignaron como sus siervos Príncipe -

- ¿Ustedes dos? - les pregunto, y ellos asienten - Vaya! La Reina pudo haberme enviado siervos lindos al menos, no sé cuál de ustedes dos es más feo. Pero bueno que importa - me alejo de la puerta de la habitación y ellos me siguen hacia dentro - Tú! - le digo al moreno - quiero que me prepares un baño de miel y leche - el moreno asiente y sale de la habitación - y tú, quiero que de la cocina me traigas los mejores postres que tengan, y pobre de ti si llega algo en mal estado, porque yo mismo le diré al Rey que te corte la cabeza por intento de envenenamiento - le digo al siervo con piel más clara. El asiente y sale de la habitación, ambos se demoran solo unos instantes en volver, el moreno me prepara el baño, y dejo que se encargue de todo, una vez listo me quito la ropa, y me meto desnudo a la tina, el siervo toma unas telas suaves de color amarillo y blanco, y me las comienza a pasar por el cuerpo. Yo me relajo mientras el siervo moreno me limpia, y el otro me da de comer uvas en la boca. He perdido la noción del tiempo, los grito a ambos siervos por dejarme estar tanto rato en la bañera, me pongo de pie, y les ordeno a los dos que me dejen seco y busquen ropa. Una vez listo, les digo que se larguen de mi habitación, y que vengan mañana muy temprano, porque repetiremos el baño.

Una vez solo, miro mi reflejo en una de las bandejas de oro que está desocupada. Mi piel blanca y mi cabello rubio, brillan igual o tal vez mejor que el sol. Pero aun así, sigo aburrido, ya es bastante tarde, y seguramente todos están durmiendo, así que decido salir de mi habitación y dar un paseo por el Palacio. He pasado por el altar de los dioses, la cocina, y el área donde entrenan a los guerreros. He decidido no pasar por el Harén, porque ahí está lleno de las siervas mujeres y las damas de compañía durmiendo, tampoco voy a pasar por el salón del trono, jamás me dejarían entrar sin la previa autorización del rey. Así que lo único que me queda por visitar, es el jardín. El cual es enorme y está vacío, ya que como es de noche, todos le temen a salir de Palacio sin la protección de los dioses, pero según yo puedo estar afuera por un rato, mientras tenga algunos amuletos y haya dicho algunas oraciones antes de salir.

Camino por todos lados, hasta que llego al lugar donde está la piscina, la cual tiene forma de cuadrado, de color verde claro, y al medio, arriba de un pequeño círculo del mismo material de las murallas de la piscina, tiene estatuas de algunos de los dioses. Me acerco a la escalera, me agacho un poco, y paso las manos por el agua cristalina, cuando las saco, unos pétalos de flores se me han quedado pegados. Las siervas, antes de irse a dormir, tienen que lanzarle pétalos de flores para que el agua tenga olor a perfume cuando alguien la vaya usar.

Rodeo la piscina, y continúo caminando, hasta que algo me asusta, hay alguien sentando en una de las bancas que está cerca del centro del jardín, donde está lleno de lámparas de fuego. Me acerco para ver quién es, y es, la persona que menos pensaría ver aquí afuera sin la protección de los dioses. Me acerco a él, tomo asiento a un lado, y estoy seguro que mi presencia lo ha sorprendido.

- Hola - le digo, con la mejor sonrisa falsa que puedo entregar.

- Hola - me responde Mines sorprendido - ¿Qué haces aquí afuera? -

- Lo mismo que tú, supongo -

- Tal vez - me dice, y el baja su mirada

- ¿Te pasa algo? - le pregunto, Mines no tiene esa sonrisa en el rostro que siempre lleva.

- No - me responde - tengo que irme - dice él, poniéndose de pie y dándose la vuelta para irse.

- Espera! - le digo, Mines se voltea y me mira curioso - ¿Tu siervo te dijo que le pedí disculpas? -

- ¿Yenut? - Me pregunta, yo asiento - Si, me lo comentó, era lo que había que hacer ¿No?, Bueno... que tengas buenas noches - me dice, nuevamente dándose la vuelta para irse, pero esta vez lo tomo del brazo y lo volteo ante mí. Dejándonos frente a frente.

- ¿Cómo que era lo que había que hacer? - le pregunto indignado.

- Le faltaste el respeto - Insiste - no puedes ir por Egipto diciéndole groserías a cualquiera y salirte con la tuya - dice Mines, yo aún no lo suelto del brazo.

- ¿Tú quién rayos crees que eres para hablarme así? - le pregunto enojado, este príncipe siempre logra sacar lo peor de mí - Respóndeme! - le digo, entonces él me mira con odio, y suelta su brazo de mí.

- Soy el príncipe y futuro rey de Egipto - me dice - ¿y tú? Tú no eres nadie, solo eres un príncipe y ya! Ahí te quedaras, seguirás siendo príncipe mientras que yo reine todo el alto y bajo Egipto! -

- Nadie me habla así - le digo, mirándolo a los ojos con furia y separando cada palabra que han dicho mis labios - te vas a arrepentir de haberme dicho todo eso - lo amenazo. Él solo me mira, se da media vuelta nuevamente, y esta vez, si lo dejo ir. Yo espero un rato para no encontrármelo en los pasillos de palacio, y después de mirar por un rato más el fuego de las lámparas, me voy a mi habitación.

Pensaba irme directo a mi cama, pero he decidido desviarme hacia donde duermen los siervos, cuando llego, siempre hay uno despierto por si ocurre una emergencia, me acerco a él. Y para mi suerte, es el siervo moreno que me han asignado.

- Hey! - le digo, el moreno se sorprende y cuando me ve, baja la mirada y me pregunta.

- Príncipe, ¿Ha ocurrido algo? ¿Necesita algo? -

- Una Pluma - le digo - necesito una pluma para escribir, ¿Crees poder encontrarme alguna? - le digo, él siervo asiente y se va hacia adentro de una habitación, luego llega y me entrega una caja de madera oscura. Yo la tomo, la abro y se la regreso. Es una pluma horrible, le pido que me entregue alguna que sea más o menos decente para un príncipe de mi altura. El siervo asiente, y se vuelve a ir, cuando regresa y me entrega la misma caja de hace un rato, quedo perplejo cuando la abro, por aquella belleza que hay ante mí, ni siquiera la pluma que ocupaba en mi palacio era tan hermosa.

- Vaya! - Exclamo, sin poder evitarlo - es muy hermosa - me digo a mi mismo en voz alta.

- Son las plumas que le hacen al príncipe Mines - me dice el siervo, me sorprende su falta de respeto de meterse en mi propia conversación, pero por primera vez en mi vida, no puedo enojarme con él. Acaba de entregarme esta belleza, tengo que agradecérselo -

- ¿Son exclusivas de él? - le pregunto. El siervo asiente y yo sonrió, decido quedármela, por primera vez le doy las gracias a un siervo, este moreno se lo ha ganado. Yo me volteo y me voy directo a mi habitación. Luego de que mi noche se había vuelto hermosa, y después Mines logró que fuera tan horrible como lo había sido el día de ayer, solo una pluma puede hacerme volver a sonreír. Ahora sí que no necesito a nadie para que me haga compañía, porque finalmente, puedo escribir en los papiros, y eso es lo que más me gusta.

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Holaa, bueno, como siempre muchas muchas muchas gracias por leer, pueden votar y comentar 💜💜💜 y nos vemos muy muy pronto :)

A Escondidas Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora