PROLOGO:
Boston, 1850
¿Sería este su último destino? Esperaba que no tuvieran que seguir huyendo. Si ese hombre las encontraba allí, ¿hacia dónde se dirigirían después para poner a salvo sus vidas?Emma tenía que cuidar de su hermana menor y de su sobrina. Su hermana era dos años menor que ella, pero su sobrina solo tenía dos años.
Tenía acogida a la pequeña desde que esta cumplió los seis meses de vida, y la niña le llamaba mamá. Amy era la hija de su hermano, que murió en alta mar cuando viajaba a Rusia. Y la madre de la pequeña murió a dar a luz, así que la única madre que Amy conocía era a ella; y por eso ella creía que era su madre. Pero todo había cambiado cuando seis meses después, un hombre quería quedarse con Amy y con la herencia que tenía la pequeña a la muerte de sus padres. Emma era la encargada de ese dinero hasta que la pequeña cumpliera la mayoría de edad. Ese hombre quería matarla a ella y a su hermana para él poder manejar la herencia de Amy y quedarse con la custodia de la niña.
-Emma, ¿crees que tendremos que volver a huir? – le preguntó su hermana de pronto.
Estaban en la terraza de su habitación en el hotel donde se habían hospedado.
-No sé, pero me imagino que sí – le dijo mientras se volvía hacía ella -. Deberíamos dirigirnos hacia el oeste.
-¿A la tierra dónde viven los salvajes? – Megan parecía asustada.
-Sí, pero no te preocupes – dijo mientras abrazaba a su hermana con cariño -, no nos pasara nada.
Tal y como lo había dicho, al día siguiente recogieron sus cosas y emprendieron la marcha hacia el oeste.
