Marco 5

5 1 0
                                    

Como ya os he dicho estuve cuatro días ingresado. Marco se ofreció para venirse a casa a ayudarme mientras me estaba recuperando de aquella intervención, acepté encantado su ofrecimiento.
Marco fue muy buen enfermero. Durante el tiempo que duró mi recuperación se preocupó de que no me faltara de nada, de que no faltara a ninguna de mis revisiones, sin duda más que mi amigo era mi ángel de la guarda. Marco acabó por quedarse a vivir en casa, tenía problemas con el dueño del piso donde vivía. Acabé por invitarle a que se quedara conmigo, después de todo el se había portado muy bien conmigo. Aceptó mi invitación con la condición de repartir gastos.
- De acuerdo - le dije satisfecho de que no se fuera de casa.
Marco era el único amigo que tenía debía hacer lo posible porque no volviera a alejarse de mi. Si no hubiera sido por aquella cena que compartió con uno de los médicos que me operó, jamás lo hubiese vuelto a ver, no podía dejar que desapareciera otra vez de mi vida.
Tres meses después de la operación había conseguido perder diecisiete kilos, el proceso era costoso pero efectivo. Mi mente también estaba en proceso de asimilar que ya no podía comer tanto como antes, cada vez que me sobrepasaba de la cantidad que ahora admitía mi estómago acababa por arrojarlo todo.
Tuve que ponerme en tratamiento psicológico, pues aunque sabía que debía seguir unas pautas, la forma incontrolada de comer durante años me dificultaba controlarme la ansiedad a la hora de alimentarme.
Marco trabajaba por aquel entonces de reponedor en una conocida cadena de supermercados. Yo continuaba haciendo entrevistas, tenía la corazonada de que pronto me llamarían. Mi nuevo aspecto físico estaba consiguiendo que tuviera más confianza en mi, lo que provocaba que las entrevistas fluyeran de manera distinta a las realizadas antes de la intervención.
La corazonada acabó por no fallarme, pues me llamaron de uno de los hoteles del lugar donde vivíamos. Noté la diferencia de trabajar de camarero en el hotel a cuando trabajé en el restaurante, los veintiocho kilos de menos que ya tenía eran la causa de mi ligereza.
Ahora el problema era que mi piel se estaba descolgando debido a la perdida de peso, debía apuntarme a un gimnasio para reafirmarla.
La convivencia con Marco iba bien, apenas pasaba tiempo en casa, pero los momentos que compartíamos eran muy amenos y entretenidos.

MarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora