Capítulo 60 -Del amor al odio

1.3K 106 2
                                    

"Está bien, voy a perder" Asimilé a pocos metros de la meta imaginaria.

Observé cómo Erik paraba pocos pasos antes de cruzar la puerta que habíamos determinado como la meta, estiró su pierna apoyándola en una papelera cercana mientras me miraba acercarme aún corriendo. Empujaría a ese hombre haciéndole caer al suelo para ganar la carrera si tuviera oportunidad.

Justo cuando estaba a pocos pasos de cruzar la puerta, hice un pequeño sprint y fue entonces cuando Erik parp de estirar y cruzó la puerta.

-Has perdido.

-Que te den. -Respondí casi sin aliento-

Me acerqué a un banco cercano mientras escuchaba a Erik hablar a mi espalda.

-Me debes un masaje. Deberían de ser dos por toda la ventaja que te he sacado, ¿no crees?

Si no se callaba pronto, iba a darme la vuelta para callarle la boca como es debido.

-He bajado la intensidad a mitad de camino, cuando he mirado hacia atrás y no te he visto, ¿cuántos segundos crees que te sacaba ya en ese momento?

Me senté en el banco a descansar, seguidamente Erik se sentó a mi lado. Me apoyé sobre mis manos mientras notaba la mirada de Erik a través de ellas. ¿Cómo podía estar tan normal después de la carrera que nos habíamos pegado? O él se había cansado muy poco, o yo me había cansado demasiado. Lo que estaba claro era que como Erik no dejara de mirarme en menos de un minuto iba a decírle que dejara de hacerlo yo misma.

Pasamos alrededor de tres minutos en silencio, sin decir nada, hasta que por fin decidí levantarme y caminar hacia la puerta del campo de entrenamiento. Casi se me olvidaba que, después de correr, teníamos que jugar al fútbol ahí dentro. Maravillosa idea.

-¿Ya estás mejor? -Preguntó amable-

-Sí. -Respondí-

Erik sonrió levemente. Ambos entramos a las instalaciones del campo después de que varios guardias de seguridad nos dieran permiso. Tras curzar una cafetería, dos gimnasios y uno de los dos vestuarios, entramos al campo de fútbol.

Erik sacó de una gran habitación una red con balones y un par de conos.

-¿Preparada? -Preguntó sacando uno de los balones-

Negué con la cabeza, Erik rió y yo hice lo mismo. Estaba cansada, pero iba a jugar al fútbol si eso era lo que Erik quería.

Comenzó a dar toques al balón hasta pasarmelo, Erik pareció sorprendido al ver mis habilidades. Cambiaba el balón de pie, lo golpeaba con la rodilla, cabeza e incluso con el hombro.

Sacó un segundo balón de la red y empezó a jugar con él mientras tanto. El ambiente de tranquilidad y paz, de que sólo el sonido de los dos balones golpeando en nuestros pies se escuchara en todo el campo era lo que había estado necesitando todo este tiempo.

De repente, el balón de Erik se cruzó con el mío haciéndolo caer. Me crucé de brazos enfadada y le miré. El pareció imitarme, pues cruzó sus brazos y trató de imitar mi pose. Imposible no reírme de las muecaa de enfado que Erik trataba de imitar.

Volví a agarrar el balón y lo puse en el centro del campo.

-¿Qué quieres hacer? -Pregunté-

Erik se encogió de hombros. Rodé los ojos y volví a cruzarme de brazos, gesto que el alemán volvió a imitar.

-Sólo somos dos. -Exclamé mirando a nuestro alrededor-

Erik me miró sorprendido y comenzó a aplaudirme. El Erik irónico era de las cosas que más odiaba.

Se dio media vuelta y agarró los conos que había sacado de la sala más cercana al campo. Le observé curiosa cruzada de brazos. A ver con qué me sorprendía ahora...

* * * *

Acabé sobre los brazos de Erik, justo encima suya y ambos tumbados en el suelo. Había ganado la cuarta apuesta de ese día, después de que Erik ganara las tres restantes.

-Te dije que había practicado el crossbar challenge muchas veces a lo largo de mi vida. -Dije mirándole directamente a los ojos-

El alemán rodó sus azules ojos restándole importancia.

-He golpeado el larguero las tres veces. Y tú ninguna. -Exclamé- Ninguna. -Repetí tratando de que me mirara- Erik, no le has dado ninguna vez. -Insistí tratando de sacarle de sus casillas-

Me levanté del césped y agarré el balón. Erik continuaba tumbado sobre el césped, apoyando su cabeza en sus brazos y su pierna derecha levantada.

-Levántate, aún queda uno. -Exclamé ilusionada-

Botaba el balón sobre el césped con mi mano. Algún día tenía que jugar al balonesto con Erik, a ese deporte iba a tener difícil ganarme, eso lo tenía por seguro.

Ayudé a Erik a levantarse, coloqué el balón en el punto de penalti y un segundo unos pasos más atrás. Era el turno del quinto, el único elegido por mi, el penalti mareado.

-Empiezas. -Afirmé-

Erik arqueó una ceja incrédulo.

-Empiezas tú, señorita.

Estaba a punto de comenzar a "discutir" con él cuando levantó la mano y me cortó aún sin haber dicho nada.

-Quien elige el reto, empieza.

Touché. Me coloqué frente al primer balón, puse mi dedo índice sobre él y comencé a dar vueltas alrededor. La voz de Erik contaba de fondo.

-Trece, catorce ¡y quince!

Corrí hacia el segundo balón, lo golpeé y... balón fuera. Caí al suelo totalmente mareada. Erik reía a carcajadas de fondo. Me tapé los ojos y traté de volver en mí. ¿Quién coño había elegido esa gilipollez de ret...? Mierda.

-¡Me toca! -Gritó Erik desde el otro lado-

Me levanté del suelo y comencé a contar sus vueltas mientras caminaba hacia mi posición, unos pasos más atrás.

Dieciséis vueltas por parte de Erik, y aún así, gol. Le odiaba demasiado. Qué poco me había durado la alegría de anterior reto.

Erik levantaba los brazos victorioso desde el césped, tumbado y con los ojos cerrados.

Me senté a su lado y me crucé de brazos.

-Dos masajes, una cena y ahora llevarme el desayuno a la cama, ¡qué suerte! -Exclamó entre risas-

-Te odio. -Respondí en voz baja-

-¿Qué? -Preguntó sonriente-

-¡Que te odio! -Grité tras arrancar la hierba del césped y tirándola sobre su cabello-

Erik rió a carcajadas ignorando mi último acto. Se levantó, se sacudió el pelo y me ofreció su mano para levantarme.

Terminamos de recoger en pocos minutos. Caminabamos agarrados de la mano hacia la puerta cuando un grupo de chicos entró. Gündogan, Sahin, Bender, Mkhitharyan y Moritz se sorprendían al vernos.

Era práticamente imposible no encontrarnos con cualquiera de los jugadores del Borussia Dortmund en los alrededores de esa maldita ciudad. Tocaba aguantar volver a ver a Moritz y fingir alegría al encontrarnos con el resto de chicos. Ya estaba acostumbrada.

Completamente incompatibles (Erik Durm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora