Capítulo siete: El muerto.

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– Yo pensé me buscabas a mí – Un puchero se asomó en su rostro que creó llegó a levantar mi miembro.

– No me has dicho tu nombre – Abrió sus ojos y estaba a punto de hablar cuando alguien se lanzó a mi espalda.

– ¡Te eche de menos! – Gritó yelo dándome un beso en la mejilla, obviamente ya estaba bastante drogado – Ven, te presentaré a mi novia.

Caminamos dejando atrás al de la sonrisa bonita, que al girarme a verlo aún hacía uso de ella mientras me miraba. Llegamos donde una chica que realmente no se podía ni el trasero, estaba botada y semi desnuda en un sillón.

– ¿Es tu novia? – Miré al yelo algo confundido.

– Sí, de hace dos minutos. Acabamos de terminar de tener relaciones – Susurró mirándola – Ella se dejó, bien vamos busquemos al naiko -–Caminamos entre la gente por casi cinco minutos – ¿Andas con dinero? Me quiero pegar un buen viaje pero no me alcanza.

– Sí – Saqué mi billetera del bolsillo trasero de mi pantalón - ¿Cuánto es?

– ¿15 mil tienes? - Le pasé los 15 y caminamos a una esquina donde había un grupo de tipos delgados como un dedo jalando coca ¿Cristián en cuánto me dejas el cartón?.

– Está en 50 mil pero por ser tú – Le acarició la mejilla – Te lo dejó en 30 mil – Yelo sacó el dinero de su bolsillo y se lo ofreció – Junto a un beso obvio – Yelo sonrió.

– Eres súper fresco weón – Afirmó el mentón del supuesto Cristián y le dio un buen beso a lo que el otro le entregó un pedazo de cartón o cartulina o lo que fuese se parecía – Nos vemos – Yelo tomó mi mano y nos alejamos del lugar al centro de la fiesta, me entregó la mitad del cartón – Saca uno y ponlo en tu ojo.

– ¿Estás loco? – Pregunté riendo.

– No, es más rápido el efecto – Sonrió.

Dividió su cartón en dos y puso una de las mitades dentro de su ojo, yo por mi parte dividí el cartón y puse la mitad bajo mi lengua, el efecto llegaría igual y no quería perder mi ojo, la otra mitad la guarde en mi billetera junto a una carta escrita por mi hermana pequeña para un cumpleaños.

El efecto tardó 15 minutos en aparecer, partió volviendo todo multicolor pero, al fijarme en una esquina de la casa un tipo con máscara de payaso me miraba. Para ser sincero no les temo a los payasos pero, realmente que me mirara tanto no me daba buena espina. Seguimos bailando al son de la electrónica que sonaba cuando decidí ir al baño, dejé al yelo bailando y partí, cada vez que miraba hacia mi derecha estaba el tipo con máscara de payaso mirándome. Apuré el paso para entrar al baño cuando me lo encontré de frente, pasé por su lado intentando no tocarlo pero, sentía que su mirada no se despegaba de mí. Al llegar al baño cerré la puerta con pestillo, oriné y me lavé las manos, aproveché de lavarme la cara para así despabilar un poco y procedí a abrir la puerta, no veía al tipo por ningún lado así que me propuse a buscar al yelo pero no recordaba donde lo dejé, caminé por la casa pero no encontraba a nadie conocido. Todos parecían estar derritiéndose como si de muñecos de cera puestos al calor se tratase, también intenté caminar mirando al piso pero, había sangre por todos lados. En un momento choqué contra una pared y me di cuenta que estaba en un pasillo largo, me giré para volver a la fiesta pero, me encontré al payaso de frente. No habían puertas a mi lado ni a mi espalda, no tenía como huir de él y cada vez se acercaba más con una sonrisa diabólica y cuando estuvo frente a mí, me empujó y caí a un cuarto. Dentro de él habían tres payasos más, se acercaban a mí y sacaban su lengua, la cual tenía un parecido impresionante a la de una serpiente, rozaban mi cuerpo y ya no podía más, comencé a gritar mientras tapaba mi rostro, no quería verlos, no quería que me tocaran. Cuando no los sentí más saqué mis manos y cientos de serpientes zigzagueaban en mi dirección, todas goteaban sangre de su boca.

Me levanté para intentar correr pero, un payaso me tomó afirmando mis brazos en un supuesto abrazo, su lengua rozaba junto a mi oído y las serpientes subían por mis piernas. Intenté patalear pero, estas me tenían completamente rodeado, sentía una presión sobre mi pecho, como si alguien se encontrará sobre mí. Comencé a llorar de la impotencia, del miedo que sentía cerré los ojos y cuando los abrí me encontraba nuevamente sólo, en un cuadrado completamente negro, caminé en línea recta intentando encontrar una muralla o algo que me enseñara alguna puerta, hasta que caí, caí a una especie de piscina de petróleo, la cual me succionaba, miré a mis pies en busca de algo donde apoyarme para salir a flote cuando lo vi, el payaso me afirmaba los talones para llevarme consigo al fondo, me estaba ahogando, me faltaba el aire y la desesperación no ayudaba hasta que lo vi, el de la hermosa sonrisa estaba frente a mí, me rodeo con sus brazos y me ayudó a salir. Comencé a respirar cuando sentí unas manos en mis brazos que me tiraban, al girar mi cabeza el Bestia junto al Edgar me estaban sacando del pozo y el ruliento desapareció, el payaso se lo había llevado y lo estaba tirando al fondo, donde desaparecía con la oscuridad.

– ¡Se lo lleva Bestia, se lo lleva! – Gritaba mientras intentaba en vano que me soltaran para ir en su búsqueda y estos más fuerte apretaban.

– Cálmate weón ¿qué le dieron a éste weón? – Preguntaba el Bestia a la nada – Busquen al yelo que debe estar igual – Intentaba mirar al pozo que cada vez se alejaba más – ¿será pasta? ¿Heroína?.

– No weón esto es puro LSD, un mal viaje no más -– Susurraba el Edgar sujetando mis piernas para que dejara un segundo de patalear.

– Puta la wea ¿a quién mierda buscará? – Reclamaba el rapero afirmando mis brazos – Weón ponte al frente a lo mejor es a ti – y lo vi, el chico de la hermosa sonrisa estaba a mi lado, mojado de pies a cabeza sin polera y sacudiendo su cabello.

– Estoy bien – Susurró – ¿Será a mi? – Preguntó.

– Se quedó tranquilo por lo menos – Ambos chicos soltaban mis extremidades, aunque sin soltarlas realmente.

– Hola Nico – Se sentó a mi lado, estaba intacto sin ningún rasguño.

– ¡Weón el yelo está en el techo! – Gritó el pasho en la ventana del segundo piso – ¡Bestia se va a tirar!.

– Quédate con el nico weón – Ambos chicos partieron a ver que pasaba, mientras yo me giraba en dirección a los gritos para verlo nuevamente, el maldito payaso estaba frente a mí, retrocedí a rastras hasta que alguien me sujeto por la espalda, pensaba salir corriendo cuando lo escuche.

– Me llamó Jaime – Sus manos rodeaban mi cintura y hablaba en un susurro, como si quisiera que solo yo lo escuchara – No te harán daño mientras yo este a tu lado – Escondí mi cabeza en su cuello, sintiéndome completamente seguro.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Where stories live. Discover now