Quebrado

98 8 27
                                    

  —¡Mamá! ¡Mamita, por favor, llévame a ver a Oliver, por favor! —Lloraba desesperado el pequeño Bruno mientras su mamá insistía en prepararlo para el colegio. —¡Mamá, por favor, necesito verlo, quiero saber si está bien!

—Bruno... —La mujer tenía una expresión de hartazgo en el rostro.—Ya habíamos hablado de esto, él está bien con las monjas... ¡Y deja de llorar que vas a inquietar a Maika!

—¡Pero mamá! ¡Oliver me necesita, me necesita te digo! —insistía el pequeño castaño, jalando la blusa de su madre con desesperación. No sabía explicarlo, pero algo en su interior le impedía sentirse tranquilo. Algo le decía que su bebé, su Olivercito, le necesitaba a su lado. O si no...

—¡Bruno, déjate de tonterías! —Hastiada, gritó la mujer.

—Mamita... —Bruno enfocó a su madre con dolor en la mirada. En verdad quería ver a Oliver y asegurarse de que el estaba bien, iba más allá de un capricho, más allá de un deseo... Para su inocente corazón, era una necesidad.

Su madre, rendida ante su hijo, acarició su cabellera caoba y suspiró. —Iremos después de comer, ¿está bien? —

Eso no satisfacía de todo al chico, pero mejor eso a nada.—Gracias mamá... —Dijo el niño mientras asentía, tomando la mochila para poder ir a planta baja.

Eternas parecieron las horas escolares. Distraído y ausente, Bruno pensaba en su bebé mientras miraba la ventana. Algo no estaba bien...

Podía sentirlo...

Por fin acabaron las sesiones. Ni bien sonó el timbre cuando el castaño había tomado su mochila y había corrido por los pasillos hasta la salida, donde mamá siempre lo esperaban tanto a él como su hermanita Clara.

Más tiempo perdido...

Por primera vez en su joven existencia, Bruno había experimentado la angustia y desesperación de un embotellamiento en plena vía. Pero a pesar de todo, agradeció infinitamente el poder haber llegado a aquella casa hogar. Bajó del auto corriendo, ni siquiera esperó a su mamá o a su hermana para entrar, pues él conocía bien el camino. Corrió rápidamente hasta la recepción y trató de hacer su petición, más la actitud nerviosa de la muchacha que atendía le hizo erizar.

—Hola Brunito... Ehm, discúlpanos, pero por ahora no puedes ver a Oliver...

¿Pero qué le decía esa señora? ¿Negarle la visita a su bebé? No, el iba a verlo a como diera lugar.— ¡¿Por qué no?! ¡Vamos, déjame pasar, por favor! —

—Tengo órdenes, Brunito...—

—¡Pero es mi bebé! —

—Perdona, pero tengo que hablar con tu mami, ¿está bien? —Sonrió un tanto obligada la muchacha, esperando con ansias el arribo de la señora.

La mujer se disculpó ante la novicia por la actitud de su retoño, y Bruno, como regañado, se mantuvo callado y distante de ambas, más atento a cuanto decían...

Formalidades y palabrería, anticuada tratando de preparar terreno para una conversación seria, "de adultos". Sin embargo, sin importar cuánto se esforzaron por mantener en secreto su plática, un niño de tez bronceada las escuchaba con sigilo casi reptiliano...

—¡¿Qué?!— Gritó Bruno mientras lágrimas aparecían en sus expresivos ojos azules, atrayendo la atención de las mujeres. Nerviosa, la estudiante de monja trató de hacer guardar la calma.

—Brunito... —Dijo la novicia, indicándose a su altura.—Brunito, calma, fué un accidente... —con palmadas suaves en los hombros trató de apaciguarlo, más sólo consiguió un manotazo fuerte por parte del chico.

—¡Mentirosa!, ¡mentirosas! ¡Ustedes dijeron que él estaría bien aquí y miren lo que pasó!—Vociferaba mientras lágrimas abundantes fluian por sus mejillas. —¡¿Quién fué?! ¡Dime quién fué!—

—Bruno, ¡cálmate ya! —Gritó su madre con autoridad, estrujando un poco fuerte el brazo del niño para hacerlo entrar en razón. El chico, resignado, sólo lloraba en silencio mientras miraba el piso.

—¿Brunito? —Preguntó su melliza pelinegra, que se había acercado con los brazos abiertos hacia el pequeño castaño.

—Clarita... —Musitó el niño, abrazándola mientras se daba el derecho de llorar en su hombro.

—¿Qué pasó, Brunito? ¿Dónde está Olivercito?

—É-el... Él está en el hospital...

—¡¿Pero por qué?!

Bruno quedó en silencio, con la mirada en el suelo

—...Lo tiraron por las escaleras...  

Guardián de Ilusiones | Vocaloid | Bruno x OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora