S i e t e

3.4K 297 190
                                    


Medio dormida, doy media vuelta en la cama, golpeando el botón del despertador con un resoplido. ¿Por qué siempre lo acabo poniendo para la misma hora?

Necesito dormir.

Cojo la suave almohada que hay debajo de mí, enterrando mi cara en ella. Ahhh. Mucho mejor. Mis ojos se cierran en paz, y mi cuerpo vuelve a relajarse. No estoy lista para afrontar el día aún. Solo necesito... un par de minutos más... con mi preciosa e increíble cama...

Poco a poco, noto cómo me empiezo a volver a dormir.

Así que, cuando escucho pasos, pienso que quizás sea una consecuencia de un estado del sueño.

Mis piernas están enredadas en el edredón, y una mitad de mi cabeza estaba dentro de la cama, mientras que la otra ya estaba fuera. La almohada está en el borde, a punto de caer, siguiendo el mismo camino que las otras que ya están en el suelo. Me restriego la boca contra la almohada, intentando limpiarme la baba de encima. Todo es perfecto. Anoche no me acosté en medio de la fría noche como el día anterior. Y por suerte, esta mañana no me despertaré cayéndome a la piscina.

Elimino esos pensamientos de mi mente, tratando de aprovechar los últimos momentos de sueño antes de que me sean arrebatados de una forma cruel.

De pronto, un torrente de agua helada cae sobre mí, mojándome de pies a cabeza. Chillo, levantándome de golpe y apartando las sábanas de mí. Casi me caigo de la cama al intentar salir, aún temblando incontrolablemente. Caigo al suelo, temblando como un chihuahua después de un baño.

—Buenos días, monstruo. Vístete, nos vamos al edificio de los Harrington. Y deja de hacer el tonto— Alex se limpia las manos con aire triunfal, sus ojos azules brillando con malicia.

Un gruñido escapa mis labios, y frunzo el ceño al ver que tira un cubo rojo ahora vacío, dirigiéndose hacia la puerta.

—¡Oh, Dientes Verdes, todavía no has ganado!

—Mis dientes ya no están verdes, y yo no estoy empapado de agua. Parece que sí he ganado— replica con calma— Si fuera tú me daría prisa.

Grito con frustración, apretando los puños. Mis dientes no paran de castañear mientras intento desesperadamente recuperar el calor corporal.

Eso ha sido un golpe bajo. Incluso para él. Pero supongo que me lo merecía, ya sabéis... Teñirle los dientes de verde no es algo que suela hacer mucha gracia. Al menos a él.

Como puedo, aparto completamente de la cama las sábanas y el edredón. A continuación, recorro la habitación y me doy cuenta de que se me ha olvidado preparar la ropa para hoy.

Resoplando y maldiciendo ante mi falta de suerte al acabar empapada dos mañanas seguidas, arrastro mi tembloroso cuerpo hacia el baño principal.

***

Sigo temblando mientras espero fuera a la limusina. Tampoco es que estuviese llevando muchas capas de ropa, así que puede que esa sea la razón. Lo cual me recuerda que debería ir de compras con Eva más a menudo, aunque con la estúpida oferta que aceptamos Alex y yo ayer, lo más probable es que estemos ocupados durante las próximas dos semanas. Los señores Harrington no habían contratado a un organizador de eventos para hacer su trabajo porque era una maldita tradición empezar desde cero. Y tampoco confiaban en un organizador de eventos, así que aquí estamos.

Me froto los brazos de arriba abajo con las manos, tratando de crear calor por la fricción. Alex está a mi lado, con las manos en los bolsillos, moviéndose de un lado a otro. Cabe mencionar que el muy idiota probablemente esté calentito en su chaqueta de invierno mientras mi culo está a punto de congelarse.

Wanderlust. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora