CAPÍTULO 22

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-¡Eres una maldita traidora!

-¿Qué diablos te pasa?- grito.

-Crees que no te vi, perra- suelta otro puñetazo, pero este lo logro esquivar.

-Maldita sea- gruño- estás loca.

-Tal vez, pero veo perfectamente- dice seria- y vi que lo besaste.

-¿Qué lo besé?- digo confundida.

-Creo que todas las rubias son estúpidas, o por lo menos solo tú.

-Helena, por...

-No me llames así- me interrumpe- desde ahora solo soy Scatha Miller para ti.

-Pensé que éramos amigas- digo confundida.

-Exacto, éramos.

-¿Qué mierda te sucede?- grito.

-Te besaste con Mike, eso me sucede.

Mi ceño se frunce y hago una mueca de confusión.

-Eso no es cierto- un poco de sangre entra en mi boca, pero es lo que menos importa ahora.

-¡No mientas!, los vi en el hospital- se toma su cabello carbón entre sus manos y tira un poco de él- solo aléjate de mí.

-No hicimos nada, jamás te traicionaría.

-No me importa- Helena se voltea y empieza a caminar.

Tomo su muñeca y la hago girar, su puño viaja a mi cara y vuelve a impactar en mi nariz. Instintivamente suelto su muñeca para sujetar mi nariz, más sangre escurre de ella.

-Defiéndete.

-No pienso golpearte- digo jadeando.

-¡Hazlo!- me da un fuerte empujón que me hace retroceder unos centímetros.

-¡No lo haré!- digo decidida.

Sujeta mis hombros y rápidamente clava su rodilla en mi abdomen, caigo al suelo sin aliento. Como puedo me levanto, joder esto duele. La miro directamente a los ojos y la furia se puede ver en ellos. Lanza otro puñetazo que esquivo.

-Defiéndete.

-Entiende, no te lastimaré.

-¿Más de lo que ya lo hiciste?- dice con rabia.

-¡No hice nada, demonios!

-Me voy, y no trates de detenerme o te odiaré más de lo que ya lo hago.

Odiaré más. Odio. Me odia. Me quedo quieta viendo como se aleja de mí hacia su auto. El dolor ya no se siente, supongo que por obra de la adrenalina. No me doy cuenta de cuanto tiempo llevo aquí hasta que escucho una voz llamarme.

-Señorita, ¿está bien?- preguntan.

Me doy la vuelta, hay varias personas mirándome, creo que vieron mi "pequeña pelea" con Scatha. Por suerte los niños no se dieron cuenta de lo ocurrido, así que siguen jugando.

-Sí, gracias- les doy una pequeña sonrisa- lo siento tanto.

Camino de regreso a mi casa, ya no hay nada que hacer. Al llegar veo que los autos de mis padres no están y suspiro. Abro la puerta y la cierro tras de mí, aún entran rayos de luz por las ventanas así que al girar hacia la escalera veo mi reflejo en el espejo. Joder, olvidé limpiarme la sangre de la nariz, la mayoría está seca pero aún sangra un poco. Parezco un zombie.

Subo las escaleras, camino por el pasillo y entro a la habitación, después de cerrar la puerta y ponerle el pestillo enciendo las luces.

-¡Joder!- digo pegándome a la puerta- te dije que ya no entrarás sin permiso.

The Bad Boy is not a Bad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora