Capitulo 14

311K 24.4K 3.2K
                                    


La espera se me hace eterna. Varios pitidos me alertan, giro la cabeza y ahí está, en su escarabajo amarillo tocando el claxon como si no hubiera un mañana.

—¡Ei, musculitos! —me saluda con la mano—. ¡Ve a la terraza de siempre mientras busco un aparcamiento libre para el bicho! —grita. La gente nos mira y siento vergüenza. Hago un gesto para indicarle que voy para allá. La mesa de siempre está libre y me acomodo mientras espero. Tras varios minutos, la veo. Está cruzando por el paso de peatones. Lleva puesta una camisa de cuadros entallada y un tejano ajustado. Rápidamente sus ropas pasan a un segundo plano cuando descubro que lleva puestas las botas rojas. Sonríe al verme y mi respiración se corta. Un chaval que hay en la mesa de al lado no le quita ojo y tengo que morderme la lengua para no montar un espectáculo. No me gusta que sean tan descarados con las mujeres.

—Uff —resopla cuando por fin llega hasta donde estoy—. Qué día tan movidito llevo —suelta el bolso en la mesa y besa mi mejilla. Su aroma es tan embriagador que me hace sentir drogado por unos segundos—. ¿Cómo estás? —tardo en reaccionar, pero finalmente contesto.

—Bien —sus ojos tienen hoy un brillo especial y no puedo parar de mirarlos. Son tan verdes que parecen piedras preciosas.

—¿Se solucionó el problema de ayer en el hotel? —su pregunta me hace bajar de la nube.

—Sí, todo fue bien. ¿Has podido encontrar apartamento? —trato de cambiar el tema.

—Todavía no, y tengo unas ganas enormes de marcharme de ahí.

—¿Ha ocurrido algo? —levanto una ceja intrigado por su respuesta.

—Nada aún, pero si sigo allí más tiempo pasará. No soporto a mi vecino, es un poco pesado y acabaremos mal —me tenso.

—¿Te ha molestado? —aprieto mis puños. Siento unas increíbles ganas de arrancarle la cabeza.

—No, y es muy extraño —dice pensativa—. Lleva unos días muy tranquilo, la verdad. Pero no me gusta la idea de cruzármelo a todas horas. Odio cómo me mira. Me pone nerviosa, estoy harta de ver su cara todos los días. Necesito un cambio —pienso durante unos segundos.

—Se me ocurre una idea —me mira atenta—. Creo que podría tener una solución provisional hasta que encuentres un piso. Es más, creo que podrías hacer la mudanza hoy mismo si quisieras.

—¿En serio? Explícame.

—Hace unas semanas Natalia firmó un contrato para alquilar un piso... —no me deja terminar la frase.

—¡Es verdad! —grita—. Todo por culpa de la perra de Erika.

—Veo que coincidimos en algo —sonríe. Parece que le cae tan mal como a mí. Erika es una persona odiosa. Si no respetara que es amiga de César ya le hubiera dicho cuatro cosas. Fueron novios hace años y desde entonces cada vez que viene de Alemania le visita. Maneja a mi amigo como quiere y el tonto no se da cuenta. Sabe cuáles son todos sus puntos débiles y no duda en usarlos para su beneficio. Cuando se enteró de que estaba ayudando a Natalia y que esta estaba viviendo provisionalmente en el hotel no llevó demasiado bien la noticia, y al descubrir que había cierto feeling entre ellos trató de separarles haciéndole creer a Natalia que César no la quería tener cerca. La pobre muchacha buscó un apartamento para irse a vivir sola, pero por suerte se aclararon las cosas antes.

—¿Qué pasó con ese piso? ¿Consiguieron anular el contrato?

—Intentaron mediar con la dueña cuando volvieron del pueblo, pero se negó. No quiso entrar en razón, ni siquiera hablándole del problema que tiene tu amiga con Mario. Al parecer solo quería llenarse los bolsillos a costa de ella sin importarle nada más. Tendrá que seguir pagando el alquiler aunque no viva allí.

El tormento de Álex - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora