Capítulo 9

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George llegó en cinco minutos. Cole observó como el padre de Gill llegaba al departamento.

No traía a sus usuales escoltas y lucía tranquilo, demasiado tranquilo para Cole.

Cole se encontraba sentado en el sofá de Gil, con el control remoto entre las manos (lo había tomado para no sentir que las tenía vacías)

Estaba a punto de romper su promesa y de fallarle tanto a Flor como a Gil, pero no había podido contenerse. Cuando llegó y vio esa nota solo había podido pensar en una cosa:

Se había marchado, y con ese hombre.

No tenía idea de porque, si ya sabía que esto podía pasar, pero no sabía que sería tan pronto, que Gil se iría sin siquiera darle la oportunidad de hablar con ella, habría pensado que significaba más para ella.

Así que llamó al único ser humano que conocía, que podría sacar una idea de la testaruda cabeza de Gil Collins.

—¿Cómo que se ha ido? —lo interrogó George, lucía molesto y más pálido que nunca—¿No te dije que hablaras con ella?

Cole tragó saliva con fuerza.

—Sí—respondió—vine para hablarle, pero todo lo que he encontrado es esa nota.

George se pasó una mano por el poco cabello que tenía y soltó una maldición. Estaba perdiendo el control, y era obvio que no le gustaba.

Cole pensó en que nunca lo había visto así.

—¿Y tienes idea de por qué se ha ido? —preguntó George—¿O A dónde? De seguro se fue con aquel hombre del que me alertaron.

—No tengo idea de a donde se ha ido, pero...—dijo y sintió como la bilis amenazaba con quemarle la garganta—estoy seguro de que se ha ido con él.

George arqueó una ceja, sospechaba. Cole lo sabía, George no había llegado a ser el magnate de los negocios que era pensando bien de la gente.

Era un hombre inteligente y perspicaz, que detestaba que le vieran la cara.

—Porque la escuché hablar—mintió. Le daría toda la información que fuera necesaria para encontrar a Gil, y traerla de vuelta, pero no metería en problemas a Flor—Para aquel entonces no sabía a qué se refería, pero ahora todo cae en sentido.

George apretó los labios, dudaba de él, pero por el momento estaba enfocado en otros asuntos.

—Se quién puede saber—dictó—acompáñame a tu casa.

El camino desde el departamento de Gil a la casa de Cole fue increíblemente tenso. Tener a George sentado en el asiento del copiloto lo ponía increíblemente tenso, pero lo que más le angustiaba era pensar en la reacción de Flor.

Se enteraría de lo que había hecho y se molestaría con él.

Al llegar, George se soltó el cinturón y entro a su casa siendo tan insufrible como siempre.

—¡Flor! —la llamó Cole al entrar, prefería hacerlo él antes que George.

Flor apareció de inmediato, se había cambiado de ropa. Ahora lucía un vestido color azul muy hermoso, que lo hacían temblar de ilusión. Y sonreía, estaba alegre.

Pero cualquier rastro de alegría se esfumó de su rostro al ver al hombre que acompañaba a su prometido, aunque Cole tenía que darle créditos, se recuperó del shock casi de inmediato.

—Tío, George—dijo imprimiéndole a su voz tanta alegría como pudo—que sorpresa que estés por aquí, ¿Pasa algo con Gil?

—No te hagas, Flor—la cortó el hombre de inmediato—te conozco, y conozco a Gil. Se que tú te enteras de todo lo que hace ella, y si realmente te preocupas por tu amiga, me vas a decir a donde se fue y como se llama el hombre que se la llevó.

She will be loved |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora