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Estaba tendido ahí, como sin vida. Lena frenó en secó, el aire se estancó, el olor a muerte la ahogó como una ola chocándola con violencia. Sintió el sabor metálico en la boca y se estremeció.
Dimitri apartó el inhalador y ella avanzó hacia la cama. El hombre estaba conectado a un respirador. Había vendas en su cuerpo y un yeso en su pierna. Las canas se asomaban a través de los vendajes y su rostro lucía pálido y margullado. Varios sonidos llenaban la habitación, aturdiéndola. Buscó su mano y quiso entrelazan los dedos de ambos, pero una venda la cubría por completo.
-Papi.-dijo con una voz tan rota y tan baja, que nadie pudo hacer más que verla mover los labios.
Pasaron diez, veinte, cincuenta minutos, y Lena no se movió en lo absoluto. Landon se aproximó a ella y la rodeó con su brazo, obligándola a apartar la mirada.
-Lena...-murmuró.
-¿Por qué no se despierta? Decile que ya llegamos. Nunca duerme tanto. Tío, decile que se despierte.-lloró.
-Lena, él...
-En los libros, él o ella despierta cuando la otra persona llega. Todos estamos acá y... ¿A quién está esperando? Hay que traerlo para que se despierte.
-Este no es un libro, Lena. -dijo con suavidad, guiando la cabeza de ella a su pecho.- Él te espera a vos. Sos a la única persona que espera. No lo dejes.
-No voy a dejarlo. No quiero dejarlo.-dijo, con la respiración entrecortada.
-Mi amor, tranquilizate.-pidió Dimitri.- Vas a ahogarte. Vas demasiados ataques en poco tiempo.
-Lena.-dijo Jackson al asomarse. Se acercó a ella y la tomó en brazos como a una niña pequeña.- Fille, te prometo que va a estar bien.
-Tengo miedo.-dijo ella, mirando a su padre de reojo.
Una punzada de dolor la atravesó al instante. Se aferró a su tío con más fuerza y hundió el rostro en su cuello.

No hubo quien sacara a Lena de ese cuarto en los días que siguieron. Ni siquiera los doctores pudieron apartarla. Landon, Jackson y Dimitri permanecían con ella, mientras Antony se quedaba con Michael. Ella había querido ver a su tío, pero se negaba a dejar a su padre. No se permitía siquiera apartar la mirada por mucho tiempo.
-Papi.-susurró. Los demás habían ido por el desayuno y ella se sentó junto a la cama.- Papi, te extraño. Yo no quería enojarme con vos. No quería tomar. No quería lastimarte y...-su voz se quebró.- Papi, je t'aime. Volvé a hablar. Quiero que te despiertes. Llevas mucho tiempo ahí.
La puerta se abrió y entró Magda. Se sentó junto a su amiga y le pasó el brazo sobre los hombros.
-Va a ponerse bien.-dijo.- Ya no tiene el respirador, ni el yeso. Le sacaron las vendas y está respondiendo. Lena, eso es muy bueno.
-Papá no va a volver a caminar.-dijo Lena.- Nunca va a volver a hacerlo. Y todavía no despierta. Magda, siento que lo perdí y no va a volver.
- No perdiste a nadie.-dijo Michael, desde la puerta.
Lena se acercó a él y lo abrazó con cuidado.
-No.-murmuró él.-Abrazame con todas tus fuerzas, dame algo que me haga sentir vivo por un minuto.-ella obedeció.- Tranquila, fille.
-Mi hija.-escuchó un jadeo a su espalda. Lena volteó con rapidez y clavó los ojos en su padre.-No me la saques. No me saques a mi bebita. No...
La chica abrazó a su tío con más fuerza. Su padre permanecía igual que antes, no había hablado, no se había movido, no había despertado.

Je t'aime.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora