Fest

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| • |L O U I S | • |

— ¡Anda, Louis! Solo una noche

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— ¡Anda, Louis! Solo una noche. No será problema. Nos vamos a divertir mucho —musitó mi amigo, cruzándose de brazos a la vez que me miraba con el ceño fruncido—. Ya verás.

Resoplé, cerrando suavemente mi casillero, ya después de haber sacado los libros que me serían necesarios para la siguiente clase. Y después miré a mi mejor amigo con una débil sonrisa.

Qué mola.

Claro que quería ir a esa fiesta. Siempre esperaba que anunciaran la fecha en la que se realizaría para asistir. Pero justamente en esta época tenía que hacerla, para mi mala suerte. Nunca me perdía esas fiestas que el Alfa de Liam hacía. Eran de lo más cool. Las bebidas, los bailes, la música, las luces ¡El puto paraíso del Edén!

Lastimosamente, este año no podría asistir. Mi celo estaba próximo y claro, no quería pasar una vergüenza ante la, probable, pelea que los alfas se darían entre ellos a causa del olor que mi cuerpo desprendería.

— Sabes que no puedo —respondí finalmente con un suspiro cansado. Si supiera el infierno que pasaba gracias a los idiotas de estos alfas que, sin vergüenza alguna, se acercaban a mi cuerpo y me abrazaban para restregarme sus entrepiernas entre el culo. Aprovechándose y, de paso, mofándose del “indescriptible placer que me harían sentir con sus amigos gigantes” si yo aceptaba ser su pareja.

Maldito suertudo. Él ya tenía a su pareja, en cambio yo... yo era más virgen que Omega en su primer celo. A pesar de que usaba los malditos juguetes de plástico, los blutpugs y los vibradores.

Muchos coqueteaban conmigo. Me guiñaban el ojo. Unos me acariciaban la espalda y los más creídos, en el culo. Teniendo, de paso, el descaro de apretarlo cómo si yo les perteneciera. Nunca decía nada porque mi cuerpo no me lo permitía.

Los alfas siempre me tocaban cuando mi cuerpo solo reaccionaba a las caricias. Cuando estaba necesitado en sentir placer por cualquier cosa. A pesar de que esos juguetes y los esos han dejado de satisfacerme por completo.

Claro, mi cuerpo siempre pedía ser domado por un macho que me lo hiciera duro, cuando estaba en celo. Que me diera duro contra el muro y lento contra el pavimento. Alguien con quien disfrutar y a quien amar. Pero la mayoría de los alfas sólo buscaban a quien follar y ya. Y yo no quería eso. Y el olor a, según muchos, fresas y peras les atraía cual flor a una abeja... ¿O era al revés?

Y no era por sonar creído, claro que no; pero el olor que desprendía un omega en su celo volvía loco a cualquiera.

Cómo sea, el caso es que, gracias a eso, los alfas venían a mí con intenciones de quitarme la virginidiad en un sólo polvo. Y yo no quería eso. Pues muchos ni marcaban al culminar.

Solo un recuerdo más【Ls】| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora