Capítulo 1

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Una vez más, JeongHan se encontraba frente a la casa de su amigo dispuesto a presionar el botón del timbre. Se veía cansado, y a kilómetros podía notarse que su cabeza estaba hecho un lío. Un animado SeungCheol abrió la puerta, y JeongHan sólo deseaba acabar con ello rápidamente.


Todo comenzó cuando ambos cursaban el penúltimo año de escuela. SeungCheol y JeongHan tenían la tradición de ir a la azotea del edificio más apartado, durante los descansos de una hora, para beber una lata de sus gaseosas preferidas, mientras observaban las distintas formas que adquirían las nubes y conversaban de cosas que sólo dos amigos que se han conocido desde la infancia pueden comprender.

–¿Puedes ver aquella nube de allá? –preguntó SeungCheol, recostado en el suelo, con su cabeza reposando sobre su brazo izquierdo, su índice apuntando hacia alguna parte del cielo, y sus ojos ligeramente cerrados a causa de los pequeños rayos de sol que caían sobre su rostro.

–¿La que tiene forma de ángel?

–Sí. Luce como tú.

El chico de cabello castaño, y un tanto largo, detestaba cuando SeungCheol decía cosas empalagosas, porque siempre sentía la necesidad de contar sobre sus sentimientos, y porque sabía que su amigo jamás hablaría en serio.

Debido a la ausencia de palabras, el pelinegro se incorporó bruscamente, apoyó una de sus manos sobre el suelo y con la otra tomó su lata de soda para beber un gran sorbo, con la intención de iniciar una nueva conversación.

–Han, necesito de tu ayuda.

–Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. Anda, cuéntame.

–Hay una chica en la cual estoy interesado...

–Y necesitas que te aconseje en ello, ¿verdad?

–Pues, sí.

–Está bien. ¿Qué necesitas saber?

–Verás... Yo esperaba que fueras a mi casa el sábado, cuando ella esté allí. Tengo un plan.

–¿Sabías que ella puede terminar enamorándose de mí? –bromeó JeongHan, cuando en realidad no estaba muy feliz por la noticia.

–No lo harás. No mostrarás tu sonrisa.

–Sí, lo haré. Caerá rendida a mis pies.

–Han, no bromees.

–Está bien, está bien. El sábado a las cuatro en punto estaré en tu casa.

–No sabes cuánto te amo...

Y desde aquel día, JeongHan debía asistir a cada cita que tuviera SeungCheol, sin importar el día ni la hora, y hacer la misma rutina de siempre.


El chico de cabello sedoso y largo, y hasta ese entonces de un tono rubio grisáceo, observó la radiante sonrisa del joven. Mordió levemente su labio, exhalando con fuerza; aquel día tampoco sería el indicado para contarle lo que tanto tiempo había guardado dentro de su pequeño cofre ubicado en su interior, cerrado bajo siete llaves, llamado corazón.

–¡Hannie! –exclamó SeungCheol y se acercó al chico para rodear sus hombros con su brazo derecho y dirigirlo hacia la sala de estar.

–¿Qué chica es la de hoy? ¿La de voz chillona que cocina galletas de avena o la chica extraña del labial negro y uñas puntiagudas?

–¿Estás bromeando? Esas chicas las terminé hace mucho tiempo.

–¿Entonces?

–Volveré a salir con MinAh.

–¿Esa muchacha teñida?

–Hey! ¿Por qué la llamas "teñida" de esa forma tan despectiva? Tú también eres teñido -alzó la voz el pelinegro, elevando sus cejas hasta el límite y mostrando sus ojos bien abiertos.

–La diferencia es que yo soy mucho más guapo.

Al cabo de quince minutos más, la cita de SeungCheol había llegado con una sonrisa bastante tonta –para el gusto de JeongHan– y una falda tan corta que con el más mínimo soplido dejaría ver incluso lo que desayunó el día anterior. Su voz aguda hacía sentir enfermo a Han, pero no en mayores proporciones como la voz de la chica de las galletas, porque ella sí que hacía enfermar a las personas, siendo una de las razones por la cual SeungCheol la había dejado a la tercera cita, además de que sus galletas eran realmente malas.

Ese día se reunieron en casa de SeungCheol para ver una película, película que nadie disfrutó porque la parejita estaba preocupada de susurrarse cosas al oído y reír como idiotas, y porque JeongHan no podía detener sus pensamientos y las miles de escenas de celos que creaba dentro de su cabeza.

Han comenzó a sentirse mareado. El ambiente estaba sofocándolo. Simplemente no podía soportarlo más.

–Lo siento chicos, debo irme –murmuró apenas.

–¡Han! –llamó su atención antes de salir de la habitación. Cuando al fin logró que el chico de cabellos rubios lo mirara a los ojos, articuló con sus labios "No te vayas".

–Oppa, deja que él se vaya.

–JeongHan. Por favor...

–¿Es necesario que él esté en todas nuestras citas?

–Hannie, ¿puedes quedarte unos minutos más? –continuó sin importarle lo que la chica intentara para llamar su atención.

–¡Pero yo quiero que estés sólo conmigo! –chilló al borde del llanto, consiguiendo lo que tanto esperaba.

–¡Si no puedes soportarlo, entonces vete!

–¡¿Por qué él es más importante que yo?!

–¡Porque yo no puedo vivir sin él!

Y cuando SeungCheol se dirigió hacia la entrada de su casa para buscar a su ángel, JeongHan ya no se encontraba allí.

All that my eyes can see is you | JeongCheol [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora