El accidente

17.8K 1.7K 166
                                    

Capítulo 2

Toqué la puerta un par de veces antes de que aquella mujer abriera.

—Jason, pasa hijo —me dijo la mamá de Meg estrechándome en un fuerte abrazo.

—Hola señora Hernández —entré a la casa y observé todo. Ni siquiera los portarretratos eran movidos de lugar, parecía exactamente una fotografía en tercera dimensión. Todas las cosas permanecían en su lugar.

—Gracias por venir —la señora Hernández empezó a caminar hacia la cocina—. ¿Quieres algo de beber?

—No, gracias.

—Bien —suspiró y luego me sonrió—, me alegra que vengas a ver a Meg aunque ya no sea tu "trabajo", es muy amable de tu parte.

—Me gusta estar con ella —dije sincero porque era la verdad, estar con ella era muy divertido y me relajaba después de un día de clases ajetreado.

—Me alegra mucho oír eso. Ya sabes, Meg nunca ha tenido amigos verdaderos y luego del accidente casi nadie viene a visitarla, pero gracias por hacerlo —su sonrisa mostraba sinceridad así que le sonreí y asentí.

—¿En dónde está ella?

La señora Hernández rodo los ojos.

—Nos convenció de poner un trampolín en el jardín trasero, ha estado ahí toda la mañana. Me preocupa que se lastime.

—No lo creo, ella conoce muy bien las cosas con asimilarlas una vez —la defendí ya que su familia era demasiado sobre protectora y creían que ella no podía hacer nada sola. Realmente entendía que se sintiera tan atosigada, con su hermano mayor y sus padres sobreprotegiéndola todo el tiempo solo lograban estresarla.

—Lo sé pero temo que algún día le suceda algo y no esté yo para ayudarla.

—Siempre sucederá algo —dije empezando mi camino hacia la puerta trasera de la casa—, pero también, siempre habrá alguien cuidando de que no suceda nada grave. Por cierto —volteé a verla—. Mañana es sábado y tengo mi tarde libre, ¿Cree que sea buena idea si salgo con Meg?

Los ojos de la señora Hernández se iluminaron y con una sonrisa en su rostro asintió.

Salí hacia el patio y vi a Meg recostada sobre el trampolín, en realidad el trampolín tenía una red de seguridad bastante alta rodeándolo completamente, era casi imposible que algo malo le sucediera a Meg en ese lugar.

Llegué hasta el trampolín y coloqué mis dedos en la malla de seguridad haciendo que estos entraran por los orificios.

—¿Es divertido? —le pregunté y sonrió con sus ojos perdidos en el cielo.

—Lo es, ¿Quieres intentar?

—Sería divertido deshacerme de los zapatos escolares —sonreí.

—Bueno —se levantó de un salto hacia atrás y empezó con pequeños saltitos en el trampolín—. ¿Qué esperamos?

Solo había estado sobre un trampolín como dos veces en mis 18 años pero aun cuando antes era muy pequeño no me había divertido tanto como en ese momento con Meg.

Yo ya había quedado agotado por lo que estaba sentado en un extremo del trampolín pero en cambio ella parecía tener aún más energía ya que seguía saltando.

—Eres un debilucho —me enseñó la lengua.

—Oye estoy agotado por la escuela y hoy tuve E.F —me defendí—. Además como tú eres una niña es obvio que tienes más energías que yo.

¡Mírame a los ojos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora