Invisible /Teen Wolf

uno.

canción: Echosmith, Cool Kids. Cover por Twenty One Two.

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Lia Winter se miró al espejo, incapaz de reconocerse a sí misma. Sus ojos, su piel, su cara seguían siendo iguales, sin embargo había algo en ella que sobresalía por su ausencia. Había sido así desde hace unos meses. No se sentía la misma desde el accidente del año pasado, del cual aún recordaba el fuego intenso en el piso del hotel y la sensación de chispas en las puntas de sus dedos. No había sentido ese fuego radiando de ella desde ese día, y a veces se preguntaba si había sido un efecto del estrés postraumático el sentir que ella había comenzado el incendio, pero se había sentido tan real...

—Lia, baja ya –gruñó su primo, bastante lejano cabe aclarar, Jackson Whittemore. Lia suspiró y decidió ponerle inicio a la tortura que empezaría ese día: escuela.

No es que Lia odiara la escuela, simplemente no le agradaba estar ahí, rodeada de todas esas personas hablando de cosas sin importancia. Bajó los escalones de dos en dos, para encontrarse con su primo recargado en una pared jugando con las llaves de uno de los múltiples coches de su padre. Los Whittemore eran asquerosamente ricos y no se molestaban en ocultarlo.

—¿Para eso tardaste tanto? –dijo Jackson, mirando a Lia de arriba para abajo. Lia se encogió de hombros, no era como si se preocupara demasiado por su aspecto pero a ella le gustaba lo que traía puesto. Era un suéter rosa que le quedaba tres tallas más grandes seguramente, el cual había comprado en una venta de garaje; unos jeans que la madre de Jackson había adorado y comprado para Lia y unos típicos Converse. Tomó su mochila y a trompicones siguió a Jackson.

El camino fue silencioso, Jackson y Lia no se llevaban nada bien. Jackson consideraba a Lia como una niñita inmadura y demasiado rara y Lia simplemente no consideraba a Jackson como algo relevante, aunque la intimidaba bastante. Su mente vagó a la noche anterior, la noche en que estaba siguiendo a un hombre lobo, o al menos a lo que creía que era uno.

Lia había tenido su primer encuentro con uno a la edad de siete años, cuando su padre frente a ella se convirtió para luego salir huyendo y nunca volver. Sin embargo, las imágenes se registraron en la mente de Lia permanentemente. Los ojos dorados brillantes, las garras en lugar de uñas, los colmillos y la cara animal. Los policías en cargo dijeron que tenía bastante imaginación y la miraban con lástima, sin embargo, Lia sabía que lo que había visto era real. Investigando había llegado a esa absurda conclusión; su padre era un hombre lobo.

Aun así, había mantenido todo esto en secreto, sabiendo que no todos compartirían la misma lógica y pensarían que había perdido la cabeza justo como su madre. No, no podía ser así.

Cuando escuchó que habían encontrado un cuerpo en Beacon Hills, algo en ella le dijo que no era un asesino normal. Así que se armó de valor y fue a buscar el cuerpo, tal vez si lo encontraba desgarrado y en pedazos afirmaría que no estaba loca, que era real. Si era un simple cuerpo asesinado por un humano, lo aceptaría. O al menos eso se decía. Una parte de ella estaba esperanzada de que fuera un hombre lobo y que estuviera cerca todavía. No fue difícil escabullirse de la casa, los Whittemore apenas le prestaban atención, así que enfundada en unos leggins y su camiseta de pijama se aventuró en medio del bosque.

Lia no llegó demasiado rápido y los policías ya estaban en la escena, así que se limitó a quedarse en las sombras, viendo todo. Al otro lado, Scott McCall y Stiles Stilinski también parecen esconderse. Lia los identificó al instante, había vivido desde los ocho años en Beacon Hills y no tenían una población extremadamente grande. Asistieron a la misma escuela toda su vida, aunque Lia dudaba que ellos supieran de su existencia. Lia era invisible para todos. Afirmando su punto, el Sheriff solamente encontró a Stiles y no a Lia. Aunque Lia escuchó como Stiles cubría a Scott. Stiles siendo arrastrado por su padre, dejó a un Scott solo, y aunque Lia quería quedarse a ver el cuerpo algo en ella decidió seguirlo. Después de todo, no tenía nada más que hacer.