𝙐𝙣 ú𝙡𝙩𝙞𝙢𝙤 𝙚𝙢𝙥𝙪𝙟ó𝙣.

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La canción de arriba, es la canción que canta Daryl en español más abajo, ya se darán cuenta cuando la tienen que poner para que les de más feels asjhd. Es muy bonita, y creo que representaba muy bien lo que le diría Daryl a Rick ahora que ha "muerto".

En este capítulo también van a ver por qué esta historia se llama "Un cuento torcido" yay.

Y eso, espero que les guste muchísimo, hice este capítulo con todo el cariño del mundo y fue algo difícil, porque tuve que ponerme mucho en el papel de Daryl para poder redactar todo lo que el pobre chico está sufriendo ahora mismo. Así que, sin nada más que decir, sigan sufriendo... Digo, leyendo. 

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Daryl volvió a seguir a Deanna ciegamente hacia las celdas, siempre teniendo agarrado a Rick de una mano para que no se alterara en caso de que apareciera un habitante de Alexandria de la nada. Volvieron a meter a Rick en su celda correspondiente y Daryl no pudo evitar esbozar una leve sonrisa cuando vio como Deanna le había hecho caso y le habían traido un colchón para que pudiera dormir con Rick en la celda, juntamente con todas sus pertenencias.

— ¿Podrás dejarme algo de ropa para él? — Preguntó Daryl, señalando la sucia ropa de Rick. Seguramente tendrían que tirarla, no habría manera de quitar los restos de sangre seca de su camisa, ni el barro de sus pantalones, ni siquiera de sacar ese terrible olor de ella. Empezaba a pensar que gran parte del mal olor que Rick desprendía, venía de esa ropa, Rick siempre había estado acostumbrado a lavarse siempre que podía, si pudiera ver como estaba ahora, ya le hubiera regañado.

— Claro, más tarde le buscaremos algo que le vaya bien. Puedes volver a subir a tu habitación cuando quieras, por si quieres darle un baño también. No le vendría mal. — Deanna dijo con una sonrisa y le pasó las llaves de la celda a Daryl, el cual las tomó con algo de confusión. La mujer apenas le conocía y ya le estaba confiando las llaves que mantenían a un caminante encerrado y alejado del resto de habitantes.

— Casi ni me conoces, no deberías darme esto.

— No pareces el tipo de chico que va a dejar que el caminante de su novio salga a atacar a media Alexandria de noche, ¿verdad que no?

— No, pero...

— Daryl, quédatelas, no quiero que me despiertes en medio de la noche porque te apetece que Rick se de un baño. Ya soy mayor, necesito dormir, aunque me conserve bastante bien para mi edad... — Presumió la mujer en tono burlón antes de soltar una pequeña carcajada y hacerle una pequeña señal para que lo siguiera. Daryl echó un último vistazo a Rick dentro de su celda antes de seguir a Deanna. Seguía sin saber si las pequeñas sonrisas que Rick esbozaba, como la de ahora, eran solo cosa de su imaginación o de verdad le sonreía de vez en cuando.

Deanna se detuvo en frente del portal de una de las casas y sacó un montón de llaves de su bolsillo y con rapidez eligió la única que era de color azul metalizado y abrió la puerta de la casa, dejando que Daryl pasara primero. Daryl dio cortos pasos hacia el interior de esta y desvió la mirada hacia todos lados, observando bien todo lo que podía, como siempre hacía al entrar a un sitio desconocido. Supuso que era la casa de Deanna, ya que estaba llena de fotografías de ella, su marido y dos chicos, los cuales supuso que serían sus hijos. 

— Hogar dulce hogar. — Volvió a decir Deanna en una sonrisa. Daryl le devolvió la sonrisa. Seguía sin acostumbrarse a que en aquel lugar todo el mundo pareciera tan feliz después de todo lo que había tenido que pasar él con su antiguo grupo. 

Un cuento torcido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora