|Torpes|

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Nathan.

-¿Qué hacemos aquí?- pregunté con incredulidad

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-¿Qué hacemos aquí?- pregunté con incredulidad. Las letras plateadas frente a mí: Us Bank Tower me dejaban algo confundido. -¿Acaso vamos a robar?

- ¡Cállate!- bramó irritada Eleanor, quién aparentemente no estaba feliz de mi compañía.

Sinceramente aún no entendía como había terminado aquí, pero aún cuando la sensación fue algo enfermiza, de cierta manera resulto emocionante e interesante pensar que me había transportado, aun cuando en el proceso había dejado a mi cuerpo un poco entumido y congelado—Tal cual como la temperatura de Eleanor—. De pronto la vi subir los escalones hasta la entrada con paso firme; con toda confianza golpeó un par de veces la puerta de cristal, dado que justo ahora mi cuerpo se mantenía estático me limité a verla desde lejos.

Pasaron unos segundos cuando un hombre uniformado apareció, desde mi distancia no podía escuchar lo que decían, pero mi mandíbula se desprendió al suelo cuando me di cuenta que la dejaron pasar con toda tranquilidad al edificio. —Pero... ¿Qué rayos?— en ese momento reuní todas mis fuerzas e ignorando por completo el extraño hormigueo que sentía en mis músculos,  corrí hasta los escalones para luego comenzar a tamborear la puerta; finalmente el guardia de seguridad regresó con Eleanor quién me miraba cual leopardo.

-¿Diga?-preguntó desconfiado el hombre.

-Lo siento... Me quede atrás- comencé a explicar con nervios ante la mirada inquisitiva del guardia- vengo con ella.

-¿Eso es cierto?- aquel hombre tan sólo giró hacía Eleanor, quién permanecía de brazos cruzados-¿Señorita?

La chica parecía debatirse sobre si dejarme pasar o no, sus ojos claramente me rechazaban aunque sus labios no decían nada, más bien se limitaba a soltar suspiros pesados cual toro enfurecido dispuesto a atacar. No obstante, su silencio no me ayudaba y antes de darme cuenta el guardia me tomó del brazo violentamente, arrastrándome hasta un cuarto para luego tomar el teléfono — ¡Mierda! Cree que miento—.

- ¡Espere! - gritó rápidamente Eleanor- en realidad si viene conmigo, yo solo no quería que me acompañara- confesó con cierta vergüenza en sus palabras- por favor suéltelo.

-¿Está segura señorita?- volvió a preguntar el guardia, quien lo único que recibió en respuesta fue una mirada gélida. Eso basto para que me dejara en libertad.

-¿Podemos continuar?- preguntó demandante y algo caprichosa Eleanor- casi no tenemos tiempo.

-Claro, por aquí- indicó el guardia, no sin antes dedicarme una mirada odiosa al pasar a mi lado.

Ambos lo seguimos hasta un elevador, en donde el guardia oprimió uno de los botones que nos llevaría hasta el último piso. Una vez que las puertas metalizadas se cerraron, el intenso silencio que se formó en ese pequeño espacio hizo eco en mi interior; nuevamente sentí gotas de sudor bajar mi espalda y un ligero frío que me caló hasta el más pequeño e insignificante hueso, ella se mantenía sumergida en silencio con sus pestañas cayendo ligeramente sobre sus ojos... Su mirada gélida e indiferente me resultaba estúpidamente sexy — debo estar algo loco...— aún así, no tuve tiempo para pensar en un tema de conversación pues las puertas se abrieron. Un pasillo con paredes blancas se extendía por todo lo ancho frente a nosotros.

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora