Capítulo 28: Sigue al gato

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Los gatos tienen una total honestidad emocional; los seres humanos, por una u otra razón pueden ocultar sus sentimientos, pero el gato no.

Ernest Hemingway


† † †  

Alex llegó unos diez minutos más tarde, con una vieja camioneta llena de abolladuras y ruidos oxidados. Se ve que no perdió el tiempo ese verano, trabajando y sacándose el carnet. Veronica, Jack y yo habíamos venido juntos con el tren, así que ya estábamos todos.

- Siento llegar tarde chicos. - se excusó Alex, mientras daba un fuerte golpe a la puerta de la camioneta. 

- Tranquilo, no nos hemos tenido que esperar mucho. - le tranquilizó Jack - Podemos ir.

Juntos cogimos el camino de tierra que daba acceso a la urbanización donde vivía Eric. Pensamos que el primer paso que debíamos dar era lo mismo que hicimos con Angelica; ir directamente a su casa a ver si podíamos saber algo más. Subiendo las laberínticas calles, llegamos a la enigmática casa. La única casa con el tejado negro. Nos fijamos en si el buzón estaba o no descuidado, pero no habían cartas, eso quería decir que alguien las recogía, y que por tanto, podía haber alguien viviendo en ella.

- Creía que Eric se había ido con sus padres. ¿Alguien les cuida la casa o algo? - soltó Veronica.

- Puede ser, pero no sabría decir quién. Ni el padre ni la madre de Eric se relacionan con sus respectivas familias, se cortaron los lazos familiares, no sé el por qué. - explicó Jack.

A continuación, llamamos al interfono, aunque sin éxito. Intentamos abrir la puerta de hierro, pero estaba cerrada con llave. Tuvimos que saltar por encima cuales ladrones, como si estuviéramos accediendo a un cementerio. Nos acercamos a la puerta de entrada, pero también estaba cerrada y nadie contestaba. No sabíamos muy bien qué hacer.

- Si no podemos entrar por ningún lado, qué cojones hacemos. - maldijo Veronica.

- Podemos probar la puerta trasera de atrás de la casa, la que da al bosquecillo. - propuse yo.

- ¿Cómo sabes que tienen una puerta trasera? - se sorprendió Veronica.

- He venido aquí algunas veces...

Se hizo un pequeño silencio a modo de procesamiento de la información. Todos lo pillaron, aunque no se lo tomaron del mismo modo. Jack fue el único que puso una mala expresión.

- Bien, pues vayamos. - decidió Jack por todos nosotros.

- Ya he llegado a pensar que entrar en casas ajenas se ha vuelto algo normal en nuestra rutina. - soltó Alex.

- Cállate Alex. - le mandó callar Veronica.

Avanzamos por el pequeño bosque privado, algo descuidado realmente. Estaba lleno de hojas y ramas muertas. Entonces oímos un movimiento por el bosquecillo. Nos paramos en seco.

- ¿Lo habéis oído? - pregunté, para asegurarme de que no hubieran sido paranoias mías.

- Sí, lo he oído. - aseguró Jack.

Todos nos quedamos quietos, mirando incesantemente a nuestro alrededor, intentando encontrar la causa de ese movimiento entre arbustos y cadáveres de hojas. Entonces vi a un arbusto moverse. E incluso tener ojos. Me asusté y me agarré con fuerza del brazo de Jack. Entonces, los vimos.
Se trataban de Jack y Sally, los gatos de Eric.

- ¡Putos gatos de los cojones! ¡Me han dado un susto de muerte! - se quejó Veronica.

Jack y yo nos volteamos a mirarla, y la vimos abrazada a Alex. Lanzamos miradas cómplices, y Veronica nos mandó a la mierda por malpensados y Alex se rió. Entonces Sally se acercó a nosotros, cariñosa y agradable, y nos pusimos a acariciarla. Jack nos observaba de lejos, con su único ojo amarillento.

Retrum 3: Labios de Ébano [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora