Hinata chilló en su sitio, cayendo al suelo de culo mientras miraba a su superior con la cara roja.

-¡Ah! ¡Claro que no es eso! Estamos perfectamente, ¿No lo ves? –le dijo como si estuviera auto-convenciéndose de que lo que el albino le había dicho no era verdad.

-Oye, Hinata... -dijo Kageyama que acababa a aparecer por la puerta.

Hinata inmediatamente gritó, tirándole la botella a la cara. Que Kageyama consiguió coger en el aire.

-¿¡A qué ha venido eso, imbécil!? –le gritó, señalándole con la botella.

-Es tu culpa por aparecer de ese modo –le acusó. Levantándose del suelo mientras se sacudía sus pantalones cortos de deporte.

-¿¡Ah!?

Por suerte para ambos, Suga les dio dos pequeños golpes en la cabeza para que pararan. Se colocaron de rodillas en el suelo y el albino los miró con los brazos cruzados, esperando a que le dieran una explicación.

-¿A qué viene toda esta tensión entre vosotros dos?

El pelirrojo miró a otro lado haciendo aún un puchero con su boca. Y Kageyama miró hacia el lado contrario, manteniendo el ceño fruncido.

-Es culpa de Hinata, que anda tirando cosas a los demás.

Hinata se volvió a encarar a él, antes de que Suga les volviera a dar un golpe a cada uno.

-No lo volveré a preguntar, ¿Qué pasa aquí?

Ninguno respondió. Suga levantó una ceja, al observar el extraño comportamiento que sus juniors estaban mostrando. Las mejillas de ambos estaban rojas y no parecía que quisieran confesar nada. Así que, simplemente, les acarició el pelo a ambos y se fue hacia el gimnasio.

-Será mejor que lleguéis a un acuerdo para solucionarlo –les dijo, guiñando un ojo y desapareciendo finalmente de su campo de visión.

Ambos se quedaron en silencio un par de minutos más hasta que Kageyama se decidió a hablar.

-Hinata... ¿Tú estás preparado para intentarlo?

Hinata apretó sus puños y miró a la tierra.

-No lo sé. Por un lado no quiero que nuestra relación se quede estancada en besos y abrazos..., pero por otro lado tengo miedo de lo que pueda pasar si intentamos llegar más lejos...

Kageyama le tomó de la mano y lo juntó contra su cuerpo, abrazándolo. Sabía que era una situación complicada, a pesar de que esos dos meses hubieran servido a todo el mundo para olvidar lo ocurrido. A Hinata aún le quedaba una prueba más que superar. El único obstáculo en el que nadie podría ayudarles.

El moreno le acarició los rizos naranjas y susurró contra su oído.

-Si hemos llegado hasta aquí, ha sido gracias a que nos hemos arriesgado –Kageyama lo separó y lo miró a los ojos, para hacerle ver que sus palabras iban completamente en serio –Confía en mí.

Hinata lo observó atentamente, viendo la increíble seriedad con la que le había dicho que confiara en él. Le cogió la mano con la que le había tranquilizado antes, y la puso en su propia mejilla. Cerró los ojos y esperó el beso que Kageyama le dio en los labios.

-Intentémoslo –dijo por fin Hinata contra los labios de su compañero.

Kageyama quiso reanudar el beso, pero una voz procedente de la puerta, hizo que se parara en seco.

-Hey, vosotros dos. Ya os liaréis cuando estéis solos. Hay que volver al entrenamiento –les soltó Tanaka sin leer la situación en absoluto.

Al moreno se le puso el rostro rojo como un tomate mientras que Hinata estallaba a risas al ver su reacción.

DesmoronamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora