Capítulo I / ¿Soy Bisexual?

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+Necesito tiempo para pensar

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+Necesito tiempo para pensar... –digo llevándome las manos a la cabeza.

–Caleb, no es fácil –responde Eva visiblemente preocupada por mi situación. –Eres un chico muy fuerte, solamente no estás seguro de lo que quieres.

+Sé lo que quiero, solamente siento que él no es lo que busco –replico levantando la mirada.

–¿Pues entonces por qué te complicas tanto? –añade Eva levantado la voz.

+Eso me pregunto yo.

Hablo con mi mejor amiga del tema estrella del día, Iñigo, el chico con el que hablo desde hace unas pocas semanas.

Para entender mi situación lo primero que hay que hacer es conocerme.

Actualmente vivo uno de los momentos más complicados de mi vida, descubrirme a mí mismo. Soy un adolescente de quince años llamado Caleb, el cual siempre ha pensado que le gustaban solo las chicas. Pero se equivocaba.

Hace meses salí de una relación tormentosa y todavía estoy en proceso de recuperación, en verdad.

Estuve enamorado durante dos años de una dulce chica llamada Andrea, la cual no tenía muy claro lo que quería y después de que yo ya tirara la toalla con ella por esperarla tanto tiempo, me pidió que nos enrolláramos. Yo acepté encantando, como si de la noche a la mañana se me hubieran abierto las puertas del cielo.

Aunque como todo lo que sube tiene que bajar, mi sueño se quedó en dos simples besos porque no teníamos más tiempo y yo sinceramente creía que íbamos a tener más encuentros juntos, cosa que no ocurrió finalmente.

Más tarde fuimos a una fiesta light en una pequeña discoteca de mi ciudad, dónde supuestamente íbamos a volver a tener algo, pero finalmente no me hizo caso alguno, y me quede sin nada. Gracioso como te dan un caramelo para luego quitártelo en seguida, ¿verdad?

Bueno de todas formas no me gustó mucho cuando nos besamos, no noté que hubiera buena química entre los dos.

Unas semanas después de todo eso, cuando yo tenía ya más que olvidada a Andrea, conocí a un chico por Skype llamado Iñigo. Al principio solo le conocí porque era compañero de clase un amigo mío, pero luego terminamos hablando a todas horas por el teléfono.

De vez en cuando nos enviábamos mensajes un poco... "curiosos", por llamarlo de alguna manera. Se podría decir que las conversaciones se empezaban a tornar más picantes y quizás eróticas, aunque siempre desde un tono sutil propio de dos "amigos".

Fue realmente en este momento cuando mis dudas comenzaron. Me di cuenta de que era capaz de sentir cosas por personas de los dos sexos, chicos y chicas. En cierta parte me siento orgulloso de mí por poder enamorarme de alguien sin importarme lo que tenga o no entre las piernas.

Con el tiempo Iñigo y yo hemos seguido hablando, lo que nos lleva al presente, yo y mi mejor amiga Eva sentados en los bancos del patio de mi colegio.

–Caleb, es la primera vez que hablas con un chico de esta forma –dice Eva agarrándome suavemente la mano. –Es normal que te sientas confundido.

+Me encuentro bien, Eva –respondo suspirando. –Es solamente que a veces me agobia un poco y no se realmente si lo que siento por él es verdadero.

–¿Por qué piensas eso? –pregunta ella.

+¿La verdad? –digo antes de tragar saliva. –Es como si solo me gustara porque es un chico, no por su forma de ser.

–Es decir, porque es algo nuevo para ti, ¿no? –añade Eva.

+Exacto –afirmo cuando ella da justamente en el clavo. –Debe ser imposible encontrar más chicos como yo en esta maldita ciudad.

–Caleb, eso no es verdad –replica ella. –Como dice Natalia, porque haya más chicos heterosexuales aquí no significa que nosotras vayamos a encontrar mas novios o líos. Porque por ser bisexual no te vas a enamorar más que un heterosexual o un gay simplemente por que tengas más "mercado".

Natalia es la tercera persona que forma nuestra especie de grupo de mejores amigos. Aunque solo la conocemos de este año, se ha convertido en un gran apoyo en muy poco tiempo. Ahora mismo ella se encuentra haciendo un examen en la otra punta del Instituto.

+Sé que tenéis toda la razón del mundo, ¿Pero como van a saber los chicos con mi misma orientación que yo también puedo sentir algo por ellos si no estoy fuera del armario? –vuelvo a insistir agobiado.

–Piensa que los demás chicos tienen el mismo problema que tú, hay muchos dentro del armario todavía –intenta calmar mis dudas sin soltar mi mano. –Si esa persona y tú estáis destinados a encontraros, os conoceréis.

Yo me quedo callado reflexionando sobre las palabras de Eva mientras veo las pequeñas nubes pasar por el brillante cielo azul.

+No te falta razón, pero de todas formas no se quien narices se iba a enamorar de mí –replico triste. –¿Tú has visto esta cara?

–A tu cara no le pasa nada, Caleb –dice tocándome la mejilla. –Además, la belleza es muy subjetiva y lo sabes. A mí me puede parecer alguien el chico más guapo del mundo, y tú puedes pensar que es normalito y que no te atraiga físicamente.

+Cierto –asiento yo convencido.

–Ya sabes que no todo es el físico, y tú, el corazón ya lo tienes –añade mirándome a los ojos sonriente.

Entonces el timbre que avisa del final del recreo comienza a sonar por todo el patio.

+Muchas gracias, Eva –digo yo abrazándola mientras nos levantamos. –Tus conversaciones siempre me calman.

–No tienes por qué darlas, para esto estamos los amigos –responde ella humildemente.

Después de una larga jornada de colegio vuelvo a casa exhausto. Entonces un mensaje de Iñigo aparece en mi móvil.

–Buenos días feo –dice.

+Estoy súper cansado, ¿Te importa que hablemos más tarde? –respondo yo intentando evadirme de la conversación.

–Jo, llevo todo el día queriendo preguntarte algo...–replica.

+Dime entonces –añado curioso.

–¿Te gusta alguien? –pregunta.

Su mensaje me pilla por sorpresa y tardo unos cuantos segundos en responderle.

+¿A qué viene esa pregunta? –reacciono.

–Solo me lo preguntaba –aclara. –Lo siento si te ha molestado.

+En realidad, no me gusta nadie –afirmo. –¿Y a ti?

–Puede –responde al momento.

Probablemente sea yo, y eso solo me pone más nervioso.

+¿Conozco a esa persona? –intento averiguar.

–Sí, aunque de todas formas no creo que sienta lo mismo –añade.

+Hablamos luego –digo cortando la conversación finalmente.

Entonces una notificación de Instagram interrumpe en mi pantalla. Parece que un chico de mi  curso quiere seguirme. No le conozco apenas, pero sí que le he visto alguna que otra vez por los pasillos, aunque nunca me he fijado en él detenidamente. Es más, creo que hasta estamos en la misma clase de francés.

Quizás haya sido cosa del destino que este chico me siga justo cuando he dejado de hablar con Iñigo, o quizás todo sea una simple coincidencia. Habrá que comprobarlo.

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El Paraíso Correcto (#GAY) (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora