21 | Feliz cumpleaños.

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21 | Feliz cumpleaños.


Mi móvil tintinea con la llegada de una nueva notificación. Introduzco mi dedo índice en el lector de huella que hay en la parte trasera para desbloquearlo, y me entretengo juntando mis labios con cuidado mientras analizo la fotografía que Kira acaba de mandarme. En ella, mi alumna ayudante aparece llevando un pomposo vestido oscuro que le llega a la altura de los muslos. Este el tercer conjunto que se prueba: lo sé porque ha estado documentándome de todos ellos, pues está convencida de que yo soy la persona indicada para ayudarle a elegir cuál ponerse.

Es viernes por la noche, y la fiesta de cumpleaños de Noah comenzará dentro de una hora. Aunque he asistido a varios eventos como este a lo largo de mi vida, siempre dudo a la hora de escoger cómo ir vestida. Supongo que a Kira le pasa lo mismo. Aun así, está preciosa con todos los looks que me ha enseñado. Creo que se debe a que ella, en sí, es una chica muy guapa.

Se ha recogido el pelo en un moño rizado, lo que le da toque elegante a su aspecto. Quizás demasiado elegante. Me echo un vistazo frente al espejo: a su lado, mis vaqueros oscuros y la blusa blanca que he decidido remeter por dentro de ellos casi me harán parecer cutre. Como no tengo ganas de cambiarme, le escribo diciéndole que lo mejor es que se ponga unos pantalones. Al menos, ahora seremos cutres juntas.

Esas son las consecuencias de pedirme consejos sobre moda.

Tras bloquear el teléfono, lo dejo sobre la mesa del recibidor y empiezo a aplicarme máscara de pestañas. Suelo escoger este sitio para maquillarme desde que Jason me declaró la guerra por el baño. Entrar allí es sinónimo de empezar una discusión, y en días como hoy eso es lo que menos me conviene. No obstante, utilizar la entradilla para esto tiene sus puntos en contra.

Como, por ejemplo, el hecho de que papá lleva más de diez minutos observándome, apoyado contra la puerta del pasillo.

—Vas muy arreglada —comenta, cruzándose de brazos—. Me gustaría saber a quién vas a ver.

—Estoy arreglándome por y para mí, papá.

De reojo, veo como ladea la boca en una sonrisa. Mi respuesta le ha gustado. Termino de aplicarme rímel y lo guardo en mi estuche.

—Cuando dices esas cosas, me recuerdas a tu madre.

Las manos se me bloquean sobre el estuche del neceser. De forma automática, giro la cabeza hacia mi progenitor. Sigue apoyado contra el marco de la puerta, observándome. Mis labios imitan a los suyos curvándose hacia arriba. Papá suele hablarme mucho de ella, de la mujer que me dio la vida, porque dice que no quiere que sus recuerdos se pierdan. Porque necesita que siga siendo una persona que estuvo y no solo una que ya no está.

Mi madre murió cuando yo tenía cinco años. Era tan pequeña cuando pasó que apenas me acuerdo de cómo eran las cosas antes. Por eso me siento tan afortunada de que papá haya decidido compartir conmigo sus historias. A veces pienso que todo lo que siento por ella, todo lo que la quiero, se debe a que puedo verla desde los ojos un hombre que la amó. Tal vez sea debido a eso, pero papá jamás me ha contado nada acerca de su muerte. Él no me lo ha dicho nunca, pero sé que le sigue doliendo hablar de ello.

En realidad, no creo que ninguno de los dos la haya superado. Ni siquiera a estas alturas. Tampoco creo que podamos llegar a hacerlo algún día. Solo hemos aprendido a vivir con su ausencia, y con eso nos basta. Ambos hemos conseguido salir adelante. Ahora papá está con Rose y es feliz con ella, y yo estoy segura de que mamá se alegraría si lo supiera.

—¿Era parecida a mí? —le pregunto, tras tragar saliva. Admito que me defraudaría si la respuesta fuera negativa. En cierta manera, me gustaría que fuésemos iguales.

Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora