CAPÍTULO 1 - JONGIN

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Un año nuevo de clases y de vuelta en el instituto. Jongin estaba aquella mañana sentado en las gradas vacías de la cancha de fútbol, su mochila descansaba a su lado mientras su mente divagaba en recuerdos de aquel mismo lugar repleto de personas, la mayoría estudiantes, en las temporadas de campeonato aquel sitio era el más concurrido de todo el instituto, pero ese día Jongin era la única persona que se veía en los alrededores.

A Kim Jongin, un chico de 16 años, nunca le habían llamado la atención los juegos deportivos de ninguna clase, nada, nunca; incluso lo único en que no se preocupó en conocer en cuanto llegó al nuevo instituto (hace un tiempo atrás) fueron las canchas deportivas, los deportes en definitiva nunca habían sido lo suyo. Pero aquella indiferencia hacia ellos había comenzado a cambiar poco tiempo después de haber comenzado sus primeras clases.

-Bien clase de Trayecto Inicial, en su primer día quiero dejarles muy en claro que...

Vaya, aquello no parecía cambiar nunca, todos los años era lo mismo, los profesores seguían dedicándose a dar advertencias y a plantear pautas que los alumnos sabían de antemano que durante el año académico no se cumplirían, o al menos no al 100%. Jongin no pudo evitar suspirar con fastidio y decepción ante las perspectivas que pintaban aquel primer día de clase. Mientras el profesor se dedicaba a decir todas las cosas que "No toleraría en clases", Jongin se dedicó a recorrer el salón con la mirada, habían muchos jóvenes, la mayoría aparentaba su edad y se preguntó con cuales podría llevarse bien y con cuáles no, por lo general solía ser muy sociable, pero siempre existía ese alguien con quien simplemente no congeniaba.

Estaba a mitad de un bostezo cuando su mirada se encontró con un rostro, uno que al instante y por alguna razón evitó que Jongin continuará su recorrido, quizás solo era el hecho de que el chico en cuestión estuviese mordiendo el borrador de su lápiz como si su vida dependiera de ello.

Gustos, pues bien, Jongin nunca había tenido un patrón específico para sus gustos, él prefería creer y confiar en algo llamado "química entre las personas" y esas cosas, cuando alguien le gustaba buscaba hablarle, salír y así hasta llegar a saber si podían ser algo más, muy simple y hasta ese momento le había funcionado.

Con el paso de los días y las semanas Jongin fue conociendo más cosas acerca del chico que había captado su atención, muchas veces durante el día se encontró a sí mismo observando cada cosa, cada detalle, activando su sentido auditivo cuando escuchaba su voz, veía cómo se aburría en las clases de lenguaje y como tomaba muchas notas en las de matemáticas. Jongin también solía despertarse los viernes sabiendo que ese día lo vería sonreír ampliamente durante toda la jornada, porque simplemente Do Kyungsoo amaba las clases de deporte del viernes por la tarde. Casi parecía un patrón, uno que Jongin aprendió a conocer en apenas las primeras semanas de clases.

Y es ahí cuando esa indiferencia hacia los deportes desaparece en un abrir y cerrar de ojos. Jongin se encuentra rápidamente deseando que llegue cada fin de semana y con este las competencias deportivas; unos ojos brillantes y una gran sonrisa lo esperan, bueno, no exactamente a él, pero era él quien se quedaba viendo y disfrutando de todas las sonrisas que podía ver en el rostro de Kyungsoo. A Jongin no le sorprende cuando un mes después de haber comenzado el primer año Kyungsoo se encuentra abiertamente participe en la selección de jugadores de fútbol del instituto y Jongin se siente feliz siendo arrastrado hacia todos los juegos de fin de semana de toda la temporada.

Él nunca se había detenido a pensar demasiado en una persona, simplemente no, no como lo hacía con Kyungsoo, pero resultaba ser que Do Kyungsoo no era cualquier chico y es así cómo Jongin se consigue a sí mismo secretamente enamorado de su compañero de clases, ese que ahora es el capitán del equipo de fútbol y a quien ansía ver en este nuevo año, desde la distancia, desde el silencio no espera más que poder ver sus expresivos ojos y su amplia sonrisa brillando e iluminando todo el lugar, Kim Jongin no desea nada más que respirar el mismo aire y permanecer dentro de las mismas cuatros paredes en donde ese pequeño chico habita, al menos por un par de horas.

NEGACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora