Capitulo 2

10.1K 792 167
                                    

Primer encuentro


Fue una carrera rápida y desesperada sin ningún rumbo en particular. Después de un largo tiempo que sintió suficiente y ya haber perdido de vista por completo lo que antes era su hogar. Noah cansado, decidió reducir el paso mientras intentaba recobrar su aliento. Lo necesitaba.

Bajo la mirada frustrado queriendo quitarse los pensamientos deprimentes que le carcomían la cabeza, solo para encontrarse en la mano aquella hoja donde tenía el mapa para ir a "casa de su abuela". El rostro de su madre era suma felicidad cuando se lo entregó y eso solo provoco una puñalada en su corazón. Que estupidez, ¿ni siquiera se había dignado a tirarla?

La había apretado tanto en su mano como si se aferrara estúpidamente a lo único que su madre fue capaz de darle, si, lo único que se atrevió a darle con una sonrisa llena de felicidad en toda su existencia.

Frunció los labios, temblando como si tuviera frío. Una inmensa tristeza le recorría por completo y minutos después, detuvo su marcha.

Su vista se empezó a tornar repentinamente nublada, alarmándolo. Un poco desconcertado ante ello elevo las manos hacia su rostro, una sensación húmeda se sintió en sus manos. ≪¿Qué? ¿Por qué yo...? No, no debo...≫

Ahogo sus sollozos, sin embargo, por más que intento ellas no se detenían. Las lágrimas caían una tras otra y mojaban sus mejillas sonrosadas. Su llanto desesperado resonó en el silencio de ese solitario camino como pidiendo ayuda, pero nadie lo oía.

¿Pero que esperaba entonces?

Él lo sabía, lo supo todo este tiempo, pero algo en él no podía aceptarlo, no quería hacerlo, no podía creer que la madre que tanto amaba y quería le odiase, que tomara cualquier oportunidad que tenía para alejarlo de ella.

Se había esforzado, había dado todo lo que tenía para no ser una molestia.

Aprendió a cocinar desde niño para no molestarla con los sonidos de su estómago hambriento cuando su padre daba viajes largos, limpiaba la casa cada vez que decía que estaba sucia cuando en realidad la había dejado muy limpia e incluso lavaba la ropa en el río en invierno provocando que sus manos se llenaran de cortes por el frío.

Todo fue por ella.

Como ella enfermaba seguido también había aprendido medicina con sus libros. Reconocía muchas plantas medicinales. Recordaba hacerle medicinas con las plantas que crecían en el camino de su hogar cada vez que se enfermaba y aunque ella lo echara, le rogaría hasta que lo hiciese porque la amaba.

Su daño para él nunca fue físico incluso con las cicatrices que llevaba, todo era en su interior, en lo más profundo de su corazón.

¿Qué había hecho mal? ¿No fue lo suficientemente eficiente?

En el momento que vio el mapa lo noto. Seguro su madre no se dio cuenta, pero lo entendía. Después de todo, ella no lo sabía, bueno, no debería saberlo. Su padre evito todo lo que pudo para que ella no se enterara de su secreto: que para Noah no era la primera vez que iba a visitar a su abuela.

Si bien hablaron mucho de ella. Nunca hubo contacto directo entre ellas. Su madre tampoco mostro mucho interés en ella desde un inicio así que cuando menciono su preocupación no puedo evitar ponerse alerta.

También su padre como hijo responsable siempre aprovechaba cada oportunidad que tenía luego de una racha de trabajo para ir a verla aunque sea una vez al mes. Por supuesto, siempre llevándose al pequeño Noah con él en secreto para distraerlo de sus vivencias hogareñas.

Caperucita roja y los lobos feroces: Los secretos del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora