La partida

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No supe en qué momento me quedé dormida, recuerdo haber estado contando borreguitos y de repente el sonido de la licuadora me despertó. Seguramente Brianna estaría preparando uno de sus famosos licuados con huevo, plátano, manzana, canela y miel... ¿Cómo podía beber un huevo crudo revuelto con tanta cosa? Vanessa seguía durmiendo a un costado mío, quizá porque tardó más en dormirse que yo. Por lo regular dormía unas 3 horas y se levantaba fresca como lechuga, a diferencia mía que con 15 minutos menos de sueño parecía un méndigo zombie.
Salí en silencio de la tienda y fui a la cocina donde en efecto mi hermana estaba bebiendo su licuado.
-Buenos días Kat, ¿lista para mudarte con tu novio?
Decidí ya no hacer nada por que cambiara de parecer.
-Sí, vendrán por mí a las 9 y tengo que guardar mis últimas cosas.
-Tal vez deberías darte prisa, tienes 30 minutos para estar en la puerta.
-¿Pero qué carajos?- miré el reloj de la cocina, y ciertamente eran las 8:30 -¡Mierda! ¿Por qué no me despertaste?- abrí de golpe el refri y saqué el topper con queso, 2 huevos, jamón y tocino.
-Porque estabas durmiendo profundamente y hasta roncabas. No quería despertarte y que parecieras un zombie- dijo ella tranquilamente mientras lavaba los trastes.
-No tengo la mejor cara de la vida en este momento- dije mientras freía el tocino y cortaba en pedacitos el jamón y el queso.
Luego corté las tiras de tocino y las puse en un tazón junto con el jamón, el queso y los huevos. Revolví todo y lo vacié en la sartén. Mientras se cocinaba calenté agua y puse una bolsa de té de moras en la taza. Tragué el omelette y bebí de un trago el té. Eché los trastes en el fregadero e ignoré la mirada de Brianna.
-¡Vuelve aquí a lavarlos!
-Luego, tengo que bañarme.
Corrí al baño con una bata de toalla en la mano y me metí a la ducha bajo el chorro de agua aún fría, no había tiempo para que se calentara. Mientras la espuma se caía me lavé los dientes. Inmediatamente salí secándome y en la habitación sequé y peiné mi cabello con la secadora, luego me ocupé de mi rostro poniendo crema, bloqueador solar con maquillaje y enchiné y pinté mis pestañas, delinee mis ojos y puse sombras en los párpados, además de un poco de brillo labial; hidraté mi piel y en seguida me puse un vestido azul oscuro que la noche anterior había dejado listo para usar con los tacones a juego al igual que una torerita blanca. Coloqué un collar en torno a mi cuello y un anillo en mi dedo. Casi olvidaba el perfume en el cual parecía que me había bañado. Miré mis uñas, por suerte la noche anterior nos habíamos hecho sesión de belleza con manicure, pedicure, exfoliación del rostro, mascarillas y depilación... Maldito deporte, por eso una depilación con cera no me duraba nada.
Salí corriendo y guardé como fuera las cosas que aún quedaban en una maleta del gimnasio. Recorrí la casa para asegurarme de que no dejaba atrás nada. Cuando llegué a la sala, Vanessa ya estaba desayunando.
-Buenos días, parece que estás apurada. ¿Te bañaste en perfume?
-Hola... Sí... No... No me distraigas, tengo 3 minutos para ver si no olvido nada.
-Kat, pusimos el baúl de tu habitación en tu auto, ten las llaves.
-Gracias Bri- dije atrapándolas en el aire ya que me las había lanzado.
Ya no quedaba nada, corrí al baño e hice mis necesidades, estaba muy nerviosa, más que antes de viajar en avión la primera vez.
Mientras lavaba mis manos tocaron el timbre y corrí a la puerta aún secándome las manos.
Para mi suerte, o desgracia, Brianna abrió la puerta y hablaba con alguien que se mantenía afuera. Creí que era Loki, pero no. En cuanto me asomé vi que eran dos hombres, con traje y corbata. Me miraron y se pararon aún más derechos.
-Srita. Logan, me llamo Charles, yo conduciré su auto hasta la residencia del Sr. Olsen- dijo uno de ellos adelantando el paso, era alto, corpulento, moreno de ojos claros.
-Oh, está bien. Tome las llaves- extendí la mano y se las entregué -. Es el Spark Dot rojo, está junto al hidrante de los bomberos.
-Entendido- y se retró sin más.
-Srita. Logan- dijo el otro, era un hombrecillo regordete con pequeños ojos color miel y de cabello oscuro -, yo soy Jack, la espero en el piso de abajo. No tarde por favor- y al ver que tomaba una maleta del suelo, adelantó unos pasos -. Permítame.
-Gracias. Sólo serán un par de minutos.
-Con su permiso.
El hombre se retiró y vi que junto a mí estaba Vanessa con su pijama de conejitos. La abracé. Extrañaría esas cosas infantiles que hacía, eran tan naturales en ella que te alegraban el día y la hacían incomparable.
-Te quiero Vane. Voy a extrañarte mucho.
-Y yo a ti; no olvides llamarnos, así no nos extrañarás tanto.
-Lo haré- prometí.
Ella me soltó y sonrió con lágrimas en los ojos. Era rara vez la que lloraba, a decir verdad extremadamente muy rara vez lloraba.
Giré a donde estaba mi hermana y ella estaba llorando abiertamente, las lágrimas corriendo por sus mejillas.
>Calla, no llores- la abracé fuertemente pero ella no hizo lo mismo.
-Katherin, ¿por qué te vas?
Me separé de ella y rodee sus brazos con mis manos.
-Debo hacerlo, Helena hizo mucho por nosotras y ahora tengo la oportunidad de saldar mi deuda.
-¿Por qué tú? Soy la mayor, yo hubiera ido.
-No lo sé Bri. Pero volveré en cuanto todo esté mejor.
-No lo creo. Se enamorarán y se casarán. Te irás para siempre.
-Calla. No podemos saberlo. Por favor, ya no llores. Necesito que seas fuerte para que pueda irme, de otro modo me quedaré aquí. ¿Quieres eso?
-No, Kat. Debes hacerlo- dijo abrazándome. Correspondí al abrazo y estuve a punto de llorar -. Te quierrro herrrmana Pietra.
-Y yo a ti pequenia herrrmana Wanda.
Esperaba que Vane dijera algo sobre la exclusión momentanea y que le recordáramos que era Visión, pero no dijo nada. Bri me apartó un poco y me miró con orgullo, igual que cuando nos graduamos.
-Llama en cuanto llegues, ¿de acuerdo?
-Sí. Las quiero chicas.
Bajé las escaleras y al llegar al lobby del edificio, miré alrededor. Extrañaría todo esto: el elevador siempre descompuesto, los servicios de limpieza ocasionales, la cocina siempre lenta para tener la comida; fuese mucho o poco, era lo que teníamos desde hacía mucho tiempo. Me permirtí no entregar las llaves ya que de vez en cuando visitaría a mis chicas. Al verlo, caminé hacia el hombre que había recogido mi maleta, un tanto desilusionada de que Loki no estuviera en su lugar.
-Srita. Logan, sígame por favor- dijo antes de girarse y caminar hacia afuera.
Lo seguí y afuera estaba lloviendo, vaya día para usar tacones de aguja de 15 centímetros y un vestido arriba de la rodilla. El hombre abrió un paraguas y me ofreció su brazo.
-Gracias. ¿Dónde está el auto?
-Me disculpo por la distancia, pero no podía estacionarlo aquí. Está a una cuadra.
Caminamos un poco, por suerte no me resbalé con el agua en la acera. Iba caminando con la vista en el suelo cuidando mis pasos cuando de repente, el hombre me dijo que estábamos ahí. Alcé la mirada y vi una limosina (no había mentido) blanca, y recargado en ella, bajo otro paraguas, estaba él.
-Buenos días Katherin.
-Hola- murmuré caminando hacia donde estaba.
De repente me jaló con brusquedad hacia él y quedamos tan juntos que resultaba extraño, causando que mi respiración se cortara.
-No querrás empaparte ¿o sí?
Era verdad, había salido del área del otro paraguas y ni me di cuenta. Deslizó su mano de mi brazo a mi cintura, causando un hormigueo en toda mi espalda.
>¿Estás lista?
Sólo asentí. Abrió la puerta para mi y entró al auto después de mí mientras el otro hombre, que resultó ser el chofer, sostenía el paraguas para cubrirlo del agua.
Me senté en una esquina para mantenerme a distancia, pero él se sentó junto a mí, tan cerca que mi corazón comenzó a latir con rapidez y con fuerza. Lo miré con ojos muy abiertos y él a mí. Puso su mano en mi barbilla y la deslizó hacia mi nuca, me acercó hacia él y cerré los ojos. Me sentí desilusionada cuando escuché su voz cerca de mi oído. Esa frase se grabó con letras de fuego en mi memoria.
>Este es el inicio del resto de tu vida, Katherin Logan.

Lokison --- Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora