PRÓLOGO.

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"Ya le comenté, y reitero. Los terrenos por los que pregunto no se encuentran a la venta"

Me encontraba sentada en mi escritorio, revisando una documentación, mi beta Erick se encontraba a un lado, atento a la conversación que estaba llevando por celular.

"Piénselo mejor. Mire, le tengo una mejor propuesta, ¿Podemos vernos en persona? Esta no es una conversación que se debería tomar por un celular"

Suspire cansada. No solo por el trabajo, sino por el estrés que me estaba ocasionando este señor al no aceptar un no por respuesta.

Me es muy difícil dejar la manada en estos momentos. Pero observando la insistencia de este señor, no me quedaba otra opción más que ir a verlo. Él no tenía idea de que los terrenos que quería comprar para hacer un bendito hotel, estaba protegido por la ley de hombres lobos. Que por cierto es una ley secreta. Además, él no tiene permitido el acceso a la manada, así que la única opción que me quedaba era ir a la capital para resolver este problema.

"Está bien, dígame el lugar y la hora."

Resignada conteste tratando de establecer una fecha para reunirnos. Estaba molesta, era muy difícil para mí dejar a mis subordinados. Es una responsabilidad que únicamente yo podía realizar y al salir de la manada, era dejarlos desprotegidos por varios días.

Al faltar el Alfa, ocasionaba que hubiese disturbios o pelea de poder, pero siempre regresaba en los momentos críticos y solucionaba todos los problemas con castigos o muerte. Lo normal.

"¿Me permite darme su ubicación? Para que usted no tenga molestias en trasladarse"

"No, dígame en donde localizarlo e iré lo más pronto posible. O si no, ya lo dejamos aquí y no volveré a contestar ninguna de sus llamadas"

Lo interrumpí descaradamente, no volvería a permitir que ningún sucio y miserable humano entrara en mis dominios otra vez.

"Nos vemos en los Ángeles, en el hotel News"

Tomé nota mentalmente y colgué la llamada, sin necesidad de despedirme. Se me hacía innecesario seguir conversando con él, además de que era una pérdida de tiempo.

Termine de revisar y firmar los últimos documentos que tenía en el escritorio, ignorando completamente a Erick. Hasta que ya harto decidió preguntarme.

"¿Qué es lo que va a hacer Alfa?"

Él era mi segundo al mando, mi Beta. Erick Costa.

Lo conocí como Rogué. Su manada lo desterró injustamente y yo lo acogí y entrené. Él ya llevaba bajo mi mando más de 150 años, así que no habría ningún problema el dejarlo al mando por unos días.

"En la noche salgo hacia los Ángeles. Quedas a cargo" demandé.

"Puedo preguntar ¿Por qué?" ¿es que acaso eres tonto hijo?

"Iré personalmente a resolver sobre la venta del terreno. Tengo que dejarle en claro que no están a la venta"

"Alfa, me hubiera dejado ese problema."

"Era darle más vueltas al asunto, él quería hablar con el dueño de las tierras y esa persona soy yo."

Erick asintió no muy convencido, pero respetando mi decisión.

"Si continúa insistiendo te llamaré para que lo resuelvas como quieras. Ya sabes los métodos que usar."

Cambio su semblante, de serio se transformó en una sonrisa malvada. Hay ocasiones en las que me da un poco de miedo, tal vez por la vida dura que llevo, pero siempre trato de no tomarlo en cuenta y hacer de la vista gorda.

Llego la noche, tome a 4 de mis mejores lobos y nos dirigimos al aeropuerto en dirección a los Ángeles.

ERES MÍO (COMPLETA) DISPONIBLE EN DREAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora