Capítulo 22: Everything Has Changed.

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―Cielo...

―Ay, sí, perdón... Les voy a decir a mis amigos y te escribo para confirmarte ―Le aviso.

―Por supuesto. ¡Nos vemos pronto!

―Sí, mamá, saludos a los demás.

Miro hacia Agnus y veo que no soy la única que babea cual río caudaloso, así que dormir media hora más no le haría mal a nadie, ¿no?

Miro hacia Agnus y veo que no soy la única que babea cual río caudaloso, así que dormir media hora más no le haría mal a nadie, ¿no?

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Sueño con que sepas quién soy.

Sueño que lo descubras por ti mismo, cariño.

Que con solo mirarme a los ojos te des cuenta.

¿Por qué no lo haces? Necesito tu respuesta

Pd: Como ya sé quién eres, he decidido dejarte una pista de quién soy.

Te quiere con el alma:

"C"

Respiro profundo antes de dejar el post-it en el libro de Jane Austen. Di el primer paso; le di la inicial de mi nombre. Confío en que todo saldrá bien. Definitivamente hoy es el día, me arreglé un poquito más de lo normal y la esperanza me dio la confianza que necesito.

Me despido de la bibliotecaria Marcel y me reúno con mis amigos.

―¡Buen día! ―Los saludo al llegar a la mesa que siempre nos sentábamos, en la cafetería del campus.

―Buen día ―responden al unísono.

―Apa, apa... qué bonita que estás hoy ―suelta Pri.

―Pri... ¿qué hablamos sobre mentir? ―dice Austin y yo piso su zapato perfectamente lustrado―. No, no, ¡estás muy linda, estás muy linda!

―Sí, eso me pareció escuchar ―Le susurro y choco los cinco con Agnus.

Le sonrío a Kéven que, como siempre, me guardó un lugar a su lado. Él me responde con un guiño y un "estás muy guapa", logrando que las mariposas, águilas o lo que sea, comienzan a manifestarse en mi estómago. Para no parecer tan obvia, comienzo a hablar...

―¿Qué les parece almorzar en mi casa hoy? ―Les propongo―. Mamá llamó temprano y va a preparar mucha comida. Me dijo que le gustaría conocerlos. Si quieren, claro.

―Por mi está bien, me encanta la idea ―responde Pri.

―¡A mí también! ―alega Gise.

―No hay problema ―suelta Kéven.

―Donde hay comida gratis, está Austin. ¿A qué hora nos iríamos? ―pregunta Austin.

―En una hora, seguro ―contesto viendo el reloj de mi muñeca―. Por el tiempo que tenemos de viaje, me parece mejor. También invité a Matías, espero que no les moleste.

Los versos de CieloOù les histoires vivent. Découvrez maintenant