3. Una noche loca

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ALICE

Unos brazos fuertes me alzan, mi cuerpo está laxo, intento abrir mis ojos pero no responden a mi mandato.

Con un esfuerzo sobrehumano logro que los párpados se abran lo justo para descubrir que ya no estoy en el callejón.

¿Dónde estoy? Y lo más importante, ¿con quién?

Dicen que cuando conoces a tu alma gemela el mundo deja de moverse por un instante. ¿Es eso lo que me está ocurriendo ahora mismo?

Lo que pasa es que sigues borracha.

— ¿Estás bien? ¿Te duele la cabeza?

Me llevo la mano a la sien, debo estar soñando.

—Estoy bien.

—Te traeré algo para limpiar la herida de tu ceja.

—Gracias.

Miro a mi alrededor, parece la habitación de un hotel carísimo. Siempre que estoy nerviosa me da por jugar con un mechón de mi pelo, dándole vueltas y más vueltas, eso mismo es lo que ocurre en el instante que vuelve.

Me limpia la herida con mucho cuidado, mientras me mira a los ojos con intensidad.

Tiene un cuerpo de infarto. Mierda, creo que bebí mucho.

¡Nooo! ¿eso crees?

En cuanto acaba de atenderme me envalentono y sujeto su mano.

—Gracias de nuevo.

Tiene unas manos firmes y ásperas. Una sensación de calor invade mi cuerpo, provocado por el toque de nuestros dedos.

¡¡Son las hormonas!!

Sí, tengo que dar la razón a mi conciencia. Llevo tiempo sin sentir este deseo por alguien.

¡A por él tigresa! ¡Date un festín!

Con un movimiento lento se acerca a mis labios.....

¿Pero qué estoy a punto de hacer? Yo no soy así. Instintivamente me echo hacia atrás.

¡Vive el momento! Escucho las palabras de mi amiga Mey. Me freno ante mi huida.

Sus labios tocan los míos, nos besamos torpemente al principio. Lo único que oigo es a la puñetera de mi conciencia, la cual debe estar haciendo el baile de la victoria.

Siiii, ya era hora ¡por Dios!

Manos y frenesí aderezado con alcohol, lo más seguro es que me arrepienta de esto mañana. Y sí, va a ser mañana, porque lo que es hoy, quiero sentirme una mujer deseada. Nunca me he ido a la cama con un chico sin conocerlo, sin tener mínimo tres citas, pero sobre todo no sin saber cómo se llama.

En un movimiento ágil me desprende tanto del vestido como del sujetador. La ropa dura poco en nuestros cuerpos.

Joder, está más bueno desnudo.

Tiene el cuerpo lleno de tatuajes, los cuales me hacen pasar mis manos por sus brazos y tórax. No hablamos, sólo nos dejamos llevar por el momento del calentón.

Menos mal que saca un condón del bolsillo de su pantalón, el cual ya estaba en el suelo de la habitación, porque lo que soy yo, ahora mismo ni me acordaba de eso.

No hay amor, no hay sentimientos. Ambos sabemos lo que es. Sexo. Simple y llanamente eso.

Boca arriba tumbada en la cama con ambas piernas abiertas. Me siento vulnerable y expuesta.

En busca de Adam. Saga Slow Death_1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora