CAPÍTULO 42

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–Paul, esa corbata es horrible– le dice Nathalie. Se acerca el baile del instituto, el último antes de la graduación y mis padres se encargan de vestirme como si me tratara de un niño aun.

–Es la que yo use cuando me recibí, tiene un valor sentimental para mi y quiero que mi hijo la use en su baile final.

–¿Es que tu odias a Nolan? –me río– Esta corbata fue hermosa en su entonces, pero ya no.

–Lo dices solo porque eres una seguidora de la moda.

–Ese no es el punto. El punto es que la corbata es horrible.

–Tu rostro es horrible.

Me vuelvo a reír, y más aún cuando Nathalie le arroja con una de las tantas camisas que compro para mi.

–¡Basta los dos! Y no solo lo digo por esta absurda pelea, lo digo también porque ya no tengo cinco años, se como vestirme.

Nathalie suspira y me observa a través del espejo. Noto como sus ojos se llenan de lágrimas, y se lo que se aproxima cuando se lleva una de sus manos a su rostro.

–Ya no tiene cinco años... –repite mis palabras en un susurro, como si se estuviera hablando a ella misma- Parece que fue ayer cuando te caiste a nuestros pies, cayendo en nuestras vidas como un hermoso regalo.

–Mamá...

Nathalie me abraza y llora en mis brazos.

–Es que aun no me hago la idea de cuanto has crecido, sigues siendo mi niño.

–Mamá... -vuelvo a repetir sonriendo y abrazándola.

–Tu niño ya tiene pelos donde antes no, tiene sexo y esta a nada de empezar una carrera universitaria. Hazte la idea de que creció de una vez –dice Paul y Nathalie lo fulmina con la mirada.

– ¡Eres experto en arruinar momentos!

–Y en hacerte gritar mi nombre en la cama –le guiña el ojo, y me río. Nathalie sonríe negando con la cabeza y es fácil notar cuánto lo ama con tan solo ver como lo mira.

–¿Ya ves, mamá? Crecí. Antes no hablaban de estas cosas delante mio.

Nathalie me sonríe y acaricia mi mejilla.

–Estoy muy orgullosa de quien eres ¿lo sabes?

Sonrío y asiento.

–Siempre me lo haces saber– los observo a ambos–Siempre estaré agradecido por la vida que me dieron.

Nathalie niega con la cabeza, sonríe y sus ojos azules vuelven a inundarse de lágrimas.

–¡Suficiente, me voy de aquí antes de ser la señora llorona! –me río–Te amo, hijo.

–Y yo a ti, mamá.

Me sonríe y besa mi mejilla.

–Iré a preparar la cena -seca sus lágrimas– No dejes que tu padre te manipule para usar su horrible corbata.

Me río.

–Lo intentaré.

Nathalie sale de la habitación, y me quedo solo con Paul. Solo la música que suena desde la radio es la que nos acompaña.

–¿Ahora tú te vas a poner sentimental?

–Para nada, no me veras llorar –lo miro alzando ambas cejas –Por ahora.

Me río.

–Eso queda más creíble.

Sonríe y luego suspira.

Siempre fuiste tú (#3 A través de ti)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora