▪ Capítulo 7 ▪

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— no olvides lo de hoy — dijo sonriéndome

Sabía que era para impresionarme. Su mirada ya estaba tardando sobre la mía así qué agaché la cabeza incómoda para seguir guardando mis cosas. Si no dejaba de usar su mirada de seductor lo iba a golpear. ¿me iba atrever? La verdad es que ni yo mismo me creía capaz de eso.

— de acuerdo — respondí como sin nada

Cuando pasó al lado de las animadoras ellas lo llamaron "guapo" él les sonrió a todas y a cada una y se retiró del aula.

Cuando pasó al lado de las animadoras ellas lo llamaron "guapo" él les sonrió a todas y a cada una y se retiró del aula

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Después del almuerzo me preparé mentalmente para la última clase "deportes". Brooklyn y yo nos dirigimos a los vestidores junto al resto de las chicas.

— Carter hoy preguntó por ti dos veces — dijo mientras se subía la media deportiva por el tobillo.

— ¿ah, sí? Dile que tiene que empezar a tomar vitaminas — bromeé

Brooklyn sonrió, pero después cambió la sonrisa por una expresión pensativa.

— lo más extraño fue que sólo habían pasado cinco minutos desde la última vez que estabas con nosotros....

Intenté decir algo, pero el entrenador me interrumpió.

— ¡Señoritas las quiero listas en cinco minutos! — ordenó desde afuera del probador

Me terminé de amarrar las agujetas y salí a la cancha junto a Brooklyn y las demás chicas. Los varones ya estaban listos y dirigieron las miradas hacia nosotras lo que me hizo rodar los ojos.

— ¡Calentamiento, ahora! — gritó nuevamente el entrenador y luego uso él silbato.

Odiaba esto, simplemente no era lo mío. ¿por qué el universo no me hizo más atlética? Por un momento culpe a mi madre por no inscribirme en ninguna actividad física de niña. Lo primero que hicimos fue correr cinco vueltas, después, saltos de tijeras, correr de un extremo a otro y por último lagartijas; solamente hice cinco de treinta. Me senté en suelo mientras los demás seguían bajando y subiendo sin parar.

— ¡Hora de jugar! — resonó la intensa voz del entrenador

Había llegado la segunda fase de la clase. Yo era un desastre jugando, un jodido desastre. ¿por qué? No tenía ni la menor idea, pero era pésima. Estaba a punto de sentarme en las gradas cuando el entrenador me llamó.

— ¡Adams! — usó el silbato y en ese instante todas las miradas estuvieron sobre mi.

Maldición. Me dirigí hacia mi equipo y me coloqué en posición para jugar.

— será pan comido, relajante Evy — habló Brooklyn que estaba al otro extremo de la red

Asentí preocupada. Yo no pensaba lo mismo. El juego había comenzado y el balón pasaba de un lado a otro en el aire. Por fuerzas del destino, el universo o el karma talvez, el balón venía hacia mí. ¡por Dios! Tragué saliva forzosamente, y reaccioné y conseguí golpear el balón con mis manos, sólo que éste salió del lugar y el equipo contrario ganó el punto.

— ¡Estuvo bien, no te preocupes! — me gritó Brooklyn queriéndome dar ánimos

Quería estar en las gradas en ese momento. Miré hacia allí y vi a un Christopher divertido; estaba sentado en lo más alto de las gradas. Supuse que estaba viendo a las animadoras practicar.

El entrenador se acercó a mí.

— se puede sentar señorita Adams, pero, al final de la clase tendrá que repetir el calentamiento

¿Me lo estaba diciendo enserio? Lo volteé a ver y sin pensarlo dos veces asentí y me dirigí a las gradas. No me importaría hacer el calentamiento una vez más. Me giré para ver si Christopher aún seguía en el mismo lugar. Me miró sonriente por lo que aparté la mirada de inmediato.

Presencie el partido de Voleibol y al término de la clase todos se dirigieron hacía los vestidores, excepto yo.

— Evy, fin de semana, noche de chicas — dijo Brooklyn mientras caminaba hacia mi ya sin el uniforme deportivo.

¡Lo había olvidado! Todos, bueno, caso todos los fines de semana me quedaba en casa de Brooklyn o ella a veces se quedaba en la mía. Veíamos películas y nos desvelábamos. Llegó a mi mente la "exposición".

— lo siento, tengo que estudiar para la exposición de anatomía

Brooklyn hizo una cara de horror.

— será para el próximo fin entonces — sonrió — prepararé todo desde ahora.

— vale

— ¡Adams! — me gritó el entrenador

Me despedí rápidamente de Brooklyn y empecé a correr alrededor de la cancha y luego hice de nuevo todo el calentamiento. Cuando terminé me acerqué al entrenador con la respiración agitada.

— excelente Adams, pero para la próxima no se salva del voleibol

Asentí y fui a cambiarme a los vestidores. De repente Christopher me sorprendió haciendo que saltara del susto.

— ¿soy tan feo? - preguntó divertido

Lo observé de pies a cabeza.

— sí, estas horrible

Busqué mi ropa en el casillero y antes de quitarme la ropa cerré la puerta por precaución. Lo primero que me quité fueron los zapatos deportivos, seguido del short y por último la blusa.

— ¡Puedes apurarte! — tocó a la puerta

Con la ropa que había traído al Instituto puesta, me amarré los converse y deslice las manos por mi cabello para peinarlo un poco. Abrí la puerta con mis cosas en mano.

— Al fin — protestó

Lo seguí por los pasillos del Instituto que ahora estaban semi vacíos hasta llegar al aparcamiento. Nos detuvimos al llegar a una motocicleta. Subió y me miró de una manera divertida.

— ¿Qué ocurre?

— no pienso subirme a tú trampa mortal

Soltó una carcajada.

— ¿mi trampa mortal? Eso si que no lo esperaba — arqueó una ceja — me han dicho varias cosas de esta bebé, pero menos que es una trampa mortal

¿Se estaba burlando de mí? Su hoyuelo apareció por segunda ocasión.

— mucho menos voy a subirme

— ¿de verdad?, que lastima, es la única forma de ir por los libros

— ¿y por qué no vas tu mejor por ellos? y yo...te espero aquí

arqueo una ceja

— ¿estás pensando si quiera lo que me estás pidiendo?

Mierda. Era una completa tontería.

— me prometes que no intentarás matarme en.... esto — señalé la motocicleta

— te lo prometo, si te pasa algo no volveré a encontrar a alguien igual a ti — sonrió pícaro — ¿por qué me arriesgaría a eso?

Rodé los ojos y con algo de nerviosismo me subí. Hice una ligera mueca al no saber dónde poner mis manos. Él arrancó y empezó a recorrer el aparcamiento hasta salir. Corrió calle tras calle y aumentó la velocidad. Coloqué mis brazos alrededor de su cintura por seguridad, a él parecía no importarle.

Llegamos al barrio más elegante de la ciudad. Había escuchado hablar de él, pero jamás lo había visitado. Era realmente impresionante. Ver aquellas casas de gran tamaño con patios enormes era alucinante y hermoso.

Simplemente Mi Chico MaloWhere stories live. Discover now