Radio Curly. #1 Styles.

33.

—Harry... Aquí estabas—comentó la pequeña Sophie sentándose al lado de su hermano en las escaleras del porche de su casa. —Mhm... Cuando comes caramelos es porque tienes saciedad.

—Ansiedad, Soph.

—Es lo mismo—replicó ella encogiéndose de hombros provocando que Harry sonriera.

—¿Qué haces despierta tan temprano, eh? Deberías estar durmiendo.

—No tenía más sueño, ¿me das un poco? —preguntó señalando la barra de chocolate que el rizado sostenía.

—Comiste suficientes dulces cuando estuviste enferma.

—No seas malito, anda—el mayor cedió sin poder negarle nada a su pequeña hermana y sacó una pequeña tableta de chocolate blanco del bolsillo de su grande suéter para luego extendérsela. —Bien ahora explícate, ¿por qué tienes saciedad? —él suspiró.

—Ansiedad.

—Es lo mismo.

—No me pasa nada, solo estoy tratando de relajarme.

—Los niños grandes fuman para eso.

—Los niños grandes e idiotas fuman—la niña se metió un trozo de chocolate a la boca.

—Idiota es una mala palabra.

—No lo es.

—Claro que sí.

—No, no lo es—mordió un trozo de su propio dulce para después continuar. —Que tú no puedas decirlo es otra cosa.

—Sí puedo, mira, i-dio-ta—Harry rió al ver como su hermana separaba las sílabas.

—Bien, puedes, pero no debes.

—¿Por qué?

—Porque eres chiquita.

—Bueno.

El chico suspiró mientras admiraba el cielo mañanero.

—Harry—su hermano volteó para mirarla. —¿Cuándo iremos a comprarle una novia a Elmo? —él rió por su ocurrencia.

—En realidad... Estoy pensando en regalarlo—comentó preparándose para la reacción de la niña.

—¡¿Qué?! —exclamó colocándose de pie. —¡No! ¿Por qué?

—No sé... Siento que no puedo manejarlo.

—Oh vamos—rodó los ojos abrazando a su hermano por los hombros. Harry sostuvo los bracitos que rodeaban su cuello. —Yo creo que lo estás haciendo bien.

—¿Te parece? Porque creo que mientras más intento e insisto, menos se comporta como quiero.

—Bueno... ¿Has sido bueno con él? —el ojiverde hizo una mueca.

—Pocas veces he tenido mal trato.

—¿Compartes con él?

—No tanto como quisiera—admitió mientras seguía observando las nubes. —Pero supongo que sí.

—¿Lo quieres?

—Claro, ¿cómo no hacerlo?

—Entonces quédate a su lado, Harry, solo ten paciencia.

—Paciencia...—susurró la palabra para después asentir.

—Mejor vuelvo a dormir—comentó soltando el agarre que tenía en el rizado. —Hablar contigo me hace doler la cabeza, tengo que pensar mucho—su hermano mayor soltó una carcajada y la atrajo hacia él para abrazarla.